CAPÍTULO QUINCE Caitlin corría. El sol estaba en lo alto mientras corría a través de un campo de flores, de miles de rosas, increíblemente altas, que le llegaban hasta la cintura. Eran de diferentes colores, rojo y rosa y blanco y amarillo, y la rozaban suavemente mientras corría. Sorprendentemente, no tenían espinas y las flores creaban una suave sensación en sus piernas mientras su perfume llenaba el aire. En el horizonte, estaba su padre, más alto que nunca, más cerca de lo que podía recordar. Casi podía distinguir los rasgos de su cara y, mientras corría, sentía que estaba a punto de llegar a él. Pero cuando miró hacia abajo, el campo de flores desapareció y fue sustituido por un pequeño puente de oro. Su padre también se había ido, y en el horizonte había una ciudad, con edificios
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