CAPÍTULO ONCE “Entonces, por decirlo claramente”, dijo Hernández, con un inconfundible sarcasmo en su tono de voz, “las señoras ricas que salen a almorzar creen que deberíamos enfocarnos exclusivamente en los chicos que limpian las piscinas, los entrenadores personales, y las asistentas como principales sospechosos”. “Bueno, las otras dos estaban menos convencidas”, clarificó Jessie. “Pero sin duda la racista pensó que ese sería un buen comienzo”. “Desgraciadamente, no es la única ni de lejos. Como hombre de piel oscura, estaba esperando que alguien me sacara a mí a colación”. “Eso es un tanto superficial”, le picó Jessie. “No es la primera vez que escucho eso”, concedió Hernández, sonriendo. “Por lo que respecta a esa gente, ya hemos comprobado a algunos. Su entrenador estaba en Flor