8 de abril de 2003 Daimon había sido el último en salir de la habitación del hospital cuando Belinda decidió entrar. Los dedos le hormigueaban como si estuviera a punto de realizar un hechizo y las piernas le temblaban ligeramente. Había pasado un día desde que Annice había despertado. Un día desde que podía haber ido a visitarla, sin embargo, no se había sentido preparada. La sorpresa de que hubiera despertado había sido agradable. El miedo de saber lo que se encontraría cuando la visitara, no tanto… Por suerte, Annice se encontraba mejor de lo que todos habían esperado. El día anterior, había contado su encuentro con el Doctor. Aquel maldito hombre que había hecho más mal que bien a los subterráneos. Descubrir su historia había provocado que se le encogiera el corazón. Era un hombr
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