—Bueno... Supongo que te veré mañana. —me había dicho Bárbara con una sonrisa pícara mientras agitaba su mano a modo de despedida. Tuve que confesarle lo que había pasado, Manuel no estaba y necesitaba un confidente de reemplazo. Ella casi me había delatado ante los demás con tantos alaridos que lanzó al enterarse. Sonreí mientras recordaba la escena, mi nueva compañera de piso parecía genuinamente feliz por verme alcanzar el éxito con mi arriesgado e improvisado plan. Después tendría que contarle los pormenores, tendría que decirle que gracias a Tom y a su valiente pretendienta fue que pude reunir el valor suficiente para dejar de pensar y ser impulsiva. Porque eso había sido... Impulsiva, subí a esa oficina sin tener claro nada mas que la determinación de no salir de ahí sin haber besa