Un viaje sin retorno

1348 Words
“Nadie me dijo jamás que el duelo se siente como el miedo.” C.S. Lewis —Era una excelente mujer, esposa y amiga —llora desconsolada Deborah, la compañera de oficina de Giovanna. —Sí, realmente se tomaba muy en serio su trabajo, pero a veces hay cosas que uno no entiende y que son inexplicables. —refiere Ricardo Vera, el CLO (Chief Legal officer) de la empresa. —Ella no debió haber muerto de esa manera. —se refugia en el hombro de su apuesto y atractivo colega de trabajo —No sabemos que fue lo que realmente ocurrió. Es increíble que estuviera sola en su casa esa noche. —afirma en forma perspicaz Ricardo. —Jeremías estaba de viaje. Ella casi siempre estaba sola. —Mira quien llegó, nada más y nada menos que Rodrigo Bracamonte. —afirma en un tono sarcástico Ricardo, ella voltea sorprendida con aquella noticia. El hombre vestido elegantemente se acerca a la madre de Giovanna. Coloca su mano en el hombro, ella voltea a verlo, y se derrumba. —Mi sentido pésame Carlota. —le dice mientras se quita los lentes oscuros para mirar a la mujer de frente. —¡Ay, Don Rodrigo! Esto es muy duro para mí, no sé si pueda soportarlo. —Dios le dará fuerzas para superar estos difíciles momentos. —la abraza para reconfortarla—. De más está decirle que cuenta conmigo para lo que necesite. Me encargaré de que el dinero de las prestaciones de Giovanna sea transferido a su cuenta. —Gracias Don Rodrigo —estrecha la mano del hombre. —No tiene nada que agradecer, es lo justo. Giovanna era una de mis empleadas de confianza —voltea el rostro para no mostrarse vulnerable, aunque realmente está perturbado con la noticia. —Sr. Bracamonte debemos estar en media hora en el aeropuerto —se inclina y murmura el chófer, parado detrás de él. Rodrigo se voltea, se coloca los lentes oscuros y camina fuera de aquel lugar. —¿A qué habrá venido? —le pregunta Deborah a su acompañante. —Por lo menos se dignó a venir. Pensé que se iría de viaje. —No entiendo que hacía aquí. La última conversación entre él y Giovanna no fue la más amable de todas. —Debe aparentar, si no hubiese venido, imagínate que no se habría comentado en la oficina. ***Flash Back Dos meses atrás —¿Qué es esto? No lo puedo creer —murmura Giovanna mientras ingresa a un archivo almacenado en la red de la empresa— No lo puedo creer. El Sr. Bracamonte debe saber esto ahora mismo. Registra la gaveta, saca el pendrive y graba la información para mostrárselo a su jefe. Sale de sí oficina, camina hasta el final del pasillo. Toca la puerta identificada con la placa: Rodrigo Bracamonte Chief Executive Officer —¡Adelante! —responde la voz grave y sonora desde adentro. Giovanna abre la puerta, entra algo ansiosa y se aproxima hacia él. —Sr. Bracamonte necesito conversar con usted. —¿De qué se trata, Giovanna? —le pregunta él, un tanto curioso por saber lo que ella desea decirle. —Encontré en mi computador un archivo que aparentemente había sido borrado y contiene información algo delicada, señor. —¿No entiendo, a qué te refieres? —Tenga, coloqué el pendrive y abra el archivo identificado como Registro Financiero. —En este momento no tengo tiempo de revisarlo, pero con gusto lo revisaré luego. Si es todo, por favor, puedes retirarte. —Pero jefe es... —Déjame solo Giovanna. Lo revisaré cuando pueda. La mujer se pone de pie y sale de la oficina de su jefe. Camina algo perturbada con la información, Deborah su amiga y compañera se acerca a ella. —¿Te sientes bien? —le pregunta al verla alterada. —Sí, si, creo que es la vista. Estoy algo cansada. —camina hasta su escritorio y se sienta. Minutos después recibe un mensaje de Rodrigo, pidiéndole que vaya a su oficina. Giovanna regresa a la oficina. Esta vez no toca la puerta sino que abre y entra. —Dígame señor. —¿De dónde sacaste esta información? —le interroga visiblemente irritado. —En la nube señor. —responde la mujer algo confundida por la actitud de su jefe. —¿Con permiso de quién revisas información confidencial de la empresa? —le pregunta en un tono alto y violento. —Disculpe, no fue mi intención señor. —se excusa la mujer. —No vuelvas a hurgar en los archivos de la empresa. Tu trabajo es como jefe del departamento de finanzas. —Señor, entre mis funciones está, la de supervisar las auditorias internas de la empresa. —Sí, auditorias durante su gestión, no antes. —No era mi intención generar inconvenientes Sr. Bracamonte. —Voy a enviar al jefe de departamento de información, para que receteé su PC. Tenga su pendrive y por favor retírese. —le ordena visiblemente enojado. —Sí, señor. Con su permiso. Giovanna sale por segunda vez de la oficina, Rodrigo golpea el escritorio. Respira un par de veces para tratar de controlar su rabia. Apreta el botón y le pide a su asistente que dé instrucciones al CIO (Chief information officer) de eliminar todos los archivos del computador de la intrépida mujer. *** —No sé qué ocurrió dentro pero si que desde ese momento, ella comenzó a estar más distante y callada. Yo la vi salir de la oficina nerviosa y angustiada. Pero me dijo que no era nada. —Sí, es extraño lo que me dices, pero... ¿tú crees que su muerte esté relacionada con eso? —No lo sé Ricardo, no lo sé. —Pues yo te aconsejo que no estés comentando sobre eso. Yo soy abogado y más allá de que trabajo en la empresa, te tengo mucho cariño. Si alguien te escucha insinuar algo, puedes ganarte una acusación por difamación e injuria. —Dios me libre de meterme en ese tipo de problemas. —se persina tres veces ante las palabras de su compañero. Inicia el entierro, la fosa ya está lista para colocar el ataúd, los sepulteros toman las sogas y dejan que el ataúd se deslice hasta el final. Los gritos de Carlotta conmueven al resto de las personas que asistieron al cementerio esa mañana. Jeremías trata de consolar a su suegra, pero ella está devastada con la muerte de su hija. A su lado Claudia acaricia la espalda de su madre para consolarla. Mientras colocan la lapida sobre la fosa, Jeremías trata de alejarla del lugar. —Vamos vieja, ya no podemos hacer nada en este lugar. —No, no, no. Mi hija —llora desesperada estirando los brazos hacia el lugar donde acaban de enterrar a su hija.— Mi niña, no mi niña. Déjame estar con ella por favor. —Mamá por favor, cálmate. Vamos a casa. —le pide Claudia a su madre. Veinte minutos más tarde Rodrigo llega al Aeropuerto Ejecutivo de Miami, desde donde saldrá la avioneta coorporativa rumbo a Lisboa. Sube a la avioneta Airbus Coorporate A330 con su maletín en la mano. Entra, se sienta en la confortable butaca, la aeromoza privada le sirve un escocés. Rodrigo necesita relajarse, aquella escena de dolor no deja de perturbarlo. Por alguna razón se siente culpable de la muerte de Giovanna. Viajar a Lisboa para visitar a su madre, es en cierta forma, un escape para él o mejor aún, la manera de justificar sus actos. Luego de seis horas de vuelo, la avioneta aterriza en el aeropuerto Humberto Delgado. Rodrigo baja de la A330, camina rumbo a la camioneta Rhino GX negra estacionada cerca del área de abordaje. Camilo, el guardaespaldas de Aimara lo espera. Toma el maletín de su jefe. Camina detrás de él, le abre la puerta. Rodrigo sube a la camioneta en el asiento trasero. Desde la ventana observa el paisaje de la tierra donde vivió gran parte de su vida. Como en una máquina del tiempo, se pierde en sus recuerdos.
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