Era la última hora y mi clase de literatura era la más aburrida de toda la miserable existencia. ¡No me interesaba analizar sintácticamente cada cosa que decía! ¡No iba por la vida diciendo «Voy a correr»!
Sujeto: tácito
Oración: bimembre
Correr: verbo.
Pero si quería pasar de año tenía que prestar atención a esta profesora que incluso, era un coñazo enseñando.
Hasta un cierto punto la entendía, tenía cerca de cien años, pero... ¡Al menos trate de hablar para afuera! ¡Que se le entienda señora! ¡MODULE! ¡MO.DU.LE!
— ¿Entendieron? —Dejó el marcador con el que estaba escribiendo el pintarron en el escritorio y nos miró a todos expectantes.
Pude oír al frente un par de quejidos e intentos de decir «Si», pero ninguno dijo algo más que simple balbuceo.
Yo estaba sentada en el medio, no me gustaba estar ni al frente ni atrás. El frente era para los que realmente se interesan por la materia. Atrás estaban los que no estudian una mierda y no sabían para que venían al instituto. Los del medio creo que éramos los que no querían llamar demasiado la atención, solo queríamos pasar de año sin putos problemas. Así que este era mi lugar.
Desde que había entrado en el salón sentí la fría mirada de Donovan fija en mi nuca, me hacía sentir nerviosa e intimidada. ¿Qué es lo que tanto me ve?
Al final me volteé para encontrarlo mirándome, pero no, enseguida había comenzado a dibujar en su pupitre.
Era rápido el infeliz.
—Donovan, en vez de escribir el pupitre, ¿podría escuchar la clase? ¿Estoy de adorno aquí al frente? Vengo a hacer mi trabajo y si no le interesa puede tomar sus cosas e irse...
Antes de que terminara, Donovan se levantó con su mochila en su hombro la cual no abrió en ningún momento desde que entro en el salón, y caminó hasta la puerta, se dio la vuelta y miró por última vez a la profesora. Se inclinó haciendo una reverencia hacia ella y le tiró un beso en el aire, ella ofendida dejo escapar un pequeño grito de sorpresa y él le guiñó un ojo. Volvió a voltearse y caminó lejos del aula.
—Este es un irrespetuoso y un problema —farfulló la profesora
—Un problema muy sexy —murmuró una voz detrás de mí. Me volteé para ver de quien se trataba y era la amiga de Jessi. Cuando estuve con su grupo el día anterior, esta chica me miraba como si fuera un bicho raro, como si no perteneciera con ellas. Y realmente no lo hacía.
Era muy hermosa. Pelo oscuro, ojos negros, hermosas facciones de rostro y una sonrisa engatusante.
Cuando me quedé mirándola unos segundos, ella estrechó los ojos en mi dirección. — ¿Qué tanto ves?
Negué con la cabeza y volví a ver a la profesora que volvía a explicar el tema... Maldición.
Cuando termino la clase me tomé mi tiempo para guardar todas mis cosas y prácticamente salí corriendo a la salida para encontrarme con Jessi en su auto, pero no estaba solo Jessi dentro de él, sino que afuera estaba Travis viendo cómo me dirigía hacia su dirección. No podía disimular mi cara de pocos amigos.
Jessi, caminó a mi lado más rápido que la luz. Ojalá se hubiera movido así de rápido en la mañana para evitar llegar tarde a nuestras clases.
— ¿Qué quieres aquí Travis? —dijo Jessi arrojando veneno con cada silaba
—Nada que a ti te importe. Vine a hablar con ella —Me señaló con el dedo a mí—. Tú puedes irte —masculló Travis en la cara de Jessi. Esta me miró a mí esperando que dijera algo, pero como no fue así, estrechó los ojos y juro que me sentí demasiado bien en este momento. Por fin alguien que hacía que se calmara un poco.
Mi prima se fue dando pisadas fuertes y resonantes. Estaba furiosa. Entró en el coche, lo encendió y aceleró dejando marcas en la acera al irse. ¿Cómo se suponía que volvería a la casa?
En frente había una parada de autobús, pero no sabía cuál exactamente me dejaba al menos cerca de la casa de mi tía.
—Hola Celina, ¿Cómo van las cosas? —La voz tratando de sonar seductora junto su movimiento de cabello no me paso desapercibido.
— ¿Tienes idea de que autobús pasa por la casa de Jessi? —Me limité a decir y crucé la calle para sentarme en uno de los bancos a esperar la llegada del autobús, cualquiera, de todos modos, si Travis no me respondía le iba a preguntar a cada chofer que pasara por dónde estaba.
—Yo puedo llevarte si quieres, tengo el coche aparcado en el estacionamiento, de todos modos, es mi culpa que no tengas forma de irte.
No era ni siquiera un poco tentadora esa propuesta, no quería ir en un coche con él, muy poco espacio y sabía que aprovecharía para al menos intentar besarme.
Le hice una mueca al mismo tiempo que negué con la cabeza.
Él miró hacia otro lado un poco impotente por mi respuesta. Rápidamente se recuperó y volvió a mirarme. —Escucha, ya que eres nueva por aquí, ¿qué te parece un recorrido por la ciudad? Puedo ser tu guía turístico —Lo miré de reojo y su sonrisa perfecta hacía que me den ganas de aceptar. Pero, las ganas en mi caso, no servían de mucho conmigo
—No, gracias. Estoy bien —Le di una sonrisa forzada y su perfecta expresión murió. Parecía estar confundido. No lo rechazan muy seguido por lo visto, era un chico muy lindo, así que quería creer que nadie en su sano juicio le diría que «no». Si no me hubiera ocurrido lo de Shawn, probablemente yo iba a ser otra que no iba a negarse.
— ¡Vamos! Como amigos —Siguió. El chico de verdad creía que iba a convencerme.
—No me interesa, Travis. Gracias por tu ofrecimiento. Si algún día quiero aceptarlo, te avisare —Con esas palabras concluí la conversación, vi cerca un autobús y cuando se detuvo en frente de mí, no pregunte ni siquiera a donde se dirigía, solo me subí y me fui.
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