Mis tíos hicieron una cena con invitados la noche después de mi primer día. Yo solo quería encerrarme en mi habitación y estudiar, pero cuando se lo dije a mi tía, su grito de espanto fue bastante ensordecedor, no tuve de otra que dar un paso atrás con mi decisión.
Esperaba una vida más tranquila al vivir con mis tíos. Una cena con gente que no era de mi agrado, no sería mi ideal de "tranquilidad", más aún con mi prima hostigándome cada diez minutos para saber que estaba haciendo e informándome que su vida era, en palabras textuales «Tan aburrida», a veces pensaba que ella creía que soy una especie de mascota, alguien con quien podía jugar y hacer lo que se le plazca.
Me estaba vistiendo mientras escuchaba el álbum Under My Skin de Avril Lavigne en el celular que me regaló mi tía, quería estar más comunicada conmigo por cualquier emergencia.
Me acerqué al espejo que había al lado de mi cama y miré mi estado hasta el momento. Mi cara y cabello castaño rojizo se veían igual que siempre... solo que era la primera vez que me peinaba en mucho tiempo y mi palidez iba justa para mi vestido n***o, casi al punto de parecer muerta.
Agarré los aretes de la mesita de noche y empecé a ponérmelos, me los había obsequiado mi tía. Eran azules y bastante llamativos, apenas los vi, me encantaron.
—Celina —canturreó Jessi desde el pasillo y me apresuré para colocarme los aretes.
Me levanté al apreciar que mi puerta se abría. Entró Jessi con un vestido n***o, muy escotado y brillante, le llega a las rodillas y está más pintada que un payaso, me echaría a reír si mi vida no dependiera de ella y sus padres.
Ella me miró de arriba a abajo y su cara de asco no me pasa desapercibida.
Un vestido n***o y simple. Es holgado y me llega a las rodillas. La espalda es abierta y es todo menos llamativo. Mi pelo esta desatado y mi cara no tiene ni una pizca de maquillaje, me gusta usarlo, solo en momentos que me sintiera con ánimo, pero cuando entró Jessi apenas tenía ganas de respirar. Las esperanzas de acostarme y dormir me estaban llamando en ese momento.
— ¿Quién te dio ese vestido tan feo? —preguntó tan simpática como siempre.
Mi madre. Es de lo poco que pude llevarme de ella sin que estuviera roto o muy percudido para ser salvado y lo amaba, aunque gente como ella no lograra entenderlo. No sabe lo que es amar algo por lo que representa que por lo que aparenta. A sus ojos es un simple vestido, a los míos es lo que uso mamá en su baile de graduación.
— ¿Qué quieres, Jessi? —pregunté en un suspiro y me senté en la cama. Moría de ganas de tener una cerradura por fin. Mi tía dijo que informó que ya había llamado y que en menos de una semana podría tener mi privacidad.
Nunca tuve cerradura en casa, pero nadie entraba a mi habitación, nunca. Mi mamá, se la pasaba acostada en su cama, encerrada por mi padre cuando se iba a trabajar a la fábrica de vidrios o algo así, nunca hablábamos así que no podía saber con certeza a que se dedicaba para comprar únicamente cerveza. Una vez me trato de ladronzuela porque tomaba dinero de su cartera cuando estaba tan borracho como para despertarse. La sacaba delicadamente de su bolsillo para comprarle comida a mi mamá.
Recuerdo el golpe que recibí de su parte, le dije que, si volvía a tocarme, iba a denunciarlo y por primera vez vi miedo en los ojos de ese hombre. Uno pensaría que saltaría aún con más ira sobre mí, pero como ya fue acusado de robo a mano armada unas... Dos veces, si tenía una infracción con la ley, una vez más, no salía de la cárcel. Por eso desde ese momento me dejaba treinta dólares en la mesa, podía comprar poco y nada, pero servía para alimentar a mi madre y si alguna vez sobraba, a mí. Por eso busqué refugio en los brazos de mi tía, quería estudiar y una vez que terminara la preparatoria y sea mayor, iba a buscar a mi madre y trabajar tiempo completo para mantenerla. No dejaría que extraños la tengan.
Mi madre siempre fue buena conmigo, aunque a veces se volviera loca conmigo, siempre me amo y siempre me amara, lo sé. Si uno de mis vecinos no hubiese llamado a la policía un par de veces por los "disturbios" que ocasionaba mi familia, no hubiera venido un camión para llevarla y alejarla de mí. La verdadera razón de que ellos me arrebataran a mi madre era su forma de querer conservar su muy tranquila comunidad ¿y nosotros? Éramos la mierda de ella. Nos querían exterminar uno por uno. Primero fue mi madre y ahora yo. El único que siguió allí fue mi padre. No me extrañaría que hayan hecho una fiesta por la partida de nosotras dos.
El único del que estoy segura, no hizo ninguna fiesta es Shawn. Después de lo ocurrido, jamás dejo de llamarme, escribirme, rogarme y amenazarme. Él jamás me había dejado ir, lo que me resultaba extraño ya que consiguió todo lo que quería de mí, siempre, pero no le bastaba.
Me decía que había bebido demasiado y no fue consciente de lo que hacía. Yo lo he visto tomar más de cinco latas de cerveza con sus amigos y no se ponía borracho, y aunque lo estuviera, nunca habría justificación para lo que me hacía, para lo que marco en mí. Era lindo, atlético y tierno al principio, no obstante, a mis dieciséis no considere estar con él físicamente hasta que él lo propuso. Yo moría por desearlo, pero mi cuerpo no lo quería. Pensaba que sería cuestión de tiempo, que en un par de meses lo desearía tanto que estaríamos uno encima del otro, todo el tiempo, como pasaba en las películas románticas, pero ese momento jamás llego. Sin embargo, lo hice, tuve sexo con él muchas veces, cada que él quisiera.
Pero ese día no le basto que le diera lo que quisiera.
Quería más.
Todavía podía sentir mi corazón latir rápidamente y mis manos sudadas al solo recuerdo. Perdí la consciencia, pero aun así podía sentir todo. Dentro de mí estaba gritando, pidiendo auxilio, pero nadie llego, sé que nadie hubiera ido a mi rescate, no valgo la pena ni para mi propio padre.
—Tierra llamando a Celina, hola, estoy aquí —Jessi, me arranco de mis pensamientos y empezó a pellizcar mi cachete. La aparté en un segundo.
— ¿Qué?
— ¿Escuchaste algo de lo que te dije? —estrechó los ojos, tratando de intimidarme. No lo hizo, pero lamentablemente tenía que ser obediente
—No, lo siento ¿puedes repetirlo? —mostré una mueca en señal de misericordia de su parte. Escuché días antes como le decía a su padre que era rara y que no estaba segura de quererme aquí solo porque no le deje ver mi ropa. El hombre le dijo que tampoco me quería aquí, pero que, si no aceptaba, su madre iba a pedir el divorcio y eso lo dejaría muy mal y quebrado ya que las pruebas de la infidelidad de él, las tiene muy bien guardaditas mi tía. Si se divorciaba y mostraba esas fotos, fin de su carrera y dinero. Pero, sin embargo, tomé mis precauciones, no vaya a ser cosa que el maldito mandara a un sicario a matarme porque le estorbo... Lo creería muy capaz y no sé por qué. Su forma de verme ya me da muy mala espina.
—El sábado. Fiesta. Convence a mi mama de que me deje ir —Estaba mirando sus uñas como si lo que me pedía fuera lo más sencillo y correcto.
— ¿Perdona? —dije incrédula. Deseaba mandar a un sicario barato para matarla a ella. Me sacaba de quicio.
Ella rodó los ojos y me miró, sonriéndome falsamente como siempre lo hacía en mi dirección.
—Eres su obviamente favorita ahora, esos pendientes no te los dio por nada... —El ácido en su voz era muy notorio. Era muy observadora la chica, por supuesto, cuando le conviene— por eso quiero que le digas como cosa tuya que estudie toda la semana y que me invitaron a una fiesta, pero dije que no porque ella no me dejara. Convéncela de que me estoy esforzando en la escuela y necesito divertirme un poco.
—Porque no le dices tú, lo que me acabas de decir a mí —Mi expresión de enfado estaba allí, no sé si la chica era lo suficientemente estúpida para no notarla o solo estaba ignorándola. Mientras haga lo que quiere, nada le importaba.
—Porque a mí no me creerá, además, quiero que lo hagas tú. ¿Cuál es el inconveniente? —Su sonrisita arrogante hizo que se me llenara la boca de cosas que me gustaría decirle y la imagen de mi madre sola en ese lugar produjo que me las tragué.
—Ninguno, lo haré —respondí apretando mis puños en las sabanas.
Ella me guiñó un ojo. —Por cierto, ya tenemos que bajar.
Asentí y esperé a que saliera de la habitación para agarrar una almohada y acomodarla sobre mi cara para gritar en ella.
«¿Quién se cree? La odio, la odio»
Después de cinco minutos pensando insultos para ella, me encaminé hacia el hermoso comedor. Lleno de luces y cuadros caros. El piso de caoba resplandeciendo como siempre y todo perfectamente acomodado.
Estaban todos alrededor de la gigante mesa, las miradas se posaron todas en mí. Por lo visto llegue un poco tarde.
Mi tía, se levantó y caminó hasta mí sonriendo. Su vestido rojo y largo era bellísimo y aún más con su pelo rubio cayendo en cascada por su hombro. Sus finos labios estaban pintados de un suave rosa y su sonrisa de Ángel tranquiliza gran parte de mi incomodidad. Me tocó la espalda guiándome a mi asiento.
—Pensé que no ibas a bajar —dijo en un susurró aliviado en mi oído.
—No, solo estaba arreglándome —respondí en el mismo tono que ella.
—Estas hermosa —Me guiñó un ojo y me miró de arriba a abajo
Me sonrojé y le di una media sonrisa.
Nos habíamos sentado y mi tía me presento con todos. La mayoría eran compañeros importantes del trabajo de Dave, mi tío político.
Todas las mujeres estaban en total silencio, mientras que los hombres hablan de negocios. Mi tía empezó a burlarse de su esposo conmigo, ella se sentía como si estuviera haciendo una travesura
Ella sacó la lengua y Dave, enfocó sus ojos en su mujer y en mí, en el instante que su mirada chocó con la mía, la amenaza está ahí. «Compórtate porque te irás a vivir bajo un puente.»
Le apreté el muslo a mi tía y ella supo enseguida que su marido era el problema. Giró la cabeza para verlo.
— ¿Algún problema, querido? —preguntó mi tía y juro que casi me orino de la risa contenida. Toda la mesa quedo en un total silencio.
Él se puso rojo de la ira y negó con la cabeza. Fijó su vista al plato y apretaba el tenedor como si quisiera ponerlo como adorno en la frente de mi tía.
El resto de la cena paso tranquila, los hombres fueron al estudio de Dave, a discutir "ciertos asuntos" y las mujeres fuimos a la sala a tomar un té. En la vida me sentí tan incorrecta en un lugar. Las esposas hablan de las cosas que sus maridos le compraban y las hijas de lo mismo. Además, tiraban mierda de las mujeres que hoy no estaban en la cena y eran conocidas suyas. Tenía ganas de irme, pero no podía hacerle eso a mi tía, así que mantuve mi cabeza baja tratando de concentrarme en la letra de "He wasn't" de Avril Lavigne
—Celina —Mi tía tocó mi hombro y me enfoqué en ella. Todas las mujeres estaban en silencio mirándome.
«Mierda, ¿ahora que hice?» Pensé.
— ¿Sí? —pregunté calmada, lo cual por dentro no estaba. Moría de nervios. No quería hacer quedar mal a mi tía. Ella me sonrió tranquilizadoramente y cuando ella iba a responderme, la bruja hablo antes.
—Siempre estás en tu mundo, Cel. Tienes que bajar de la nube en la que estas algún día, ¿no crees?
La ira estaba allí. Quería contestarle lo que en verdad pensaba, pero tenía que morderme la maldita lengua por mi madre. No podía estudiar en la calle y no iba a volver con mi padre ni loca.
—Sí, lo lamento, en serio —dije entre dientes mirándola con fuego en mis ojos. Ella levantó la comisura de su labio y bebió de su té.
Decidido. Esa noche mientras dormía la mataría.
Vale, no lo haría. Pero soñaría que lo hacía.
—Que gracioso, lo mismo te decía hace tres días cuando te pusiste a llorar porque no te deje ir a esa fiesta. ¿Recuerdas, Jess?
Fue imposible no soltar una carcajada. Me tapé la boca y miré a mi tía. Quería abrazarla, pero lo dejaría para más tarde. Repito, amaba a esa mujer. Jessi, roja de la vergüenza se levantó y estrechó los ojos en dirección a su madre.
— ¿Siempre buscando avergonzarme, no mamá? —dijo y se comió la novela mexicana, se dio la vuelta y cerró la puerta de la sala de un portazo.
—Como te decía, Cel... —Empezó de nuevo mi tía, ignorando la escenita de Jessi— Ana, pregunto cuánto tiempo piensas quedarte aquí.
Miré a Ana, la mujer era de unos veinte años y muy hermosa. Era joven y debía ser la esposa número cinco o seis de uno de esos hombres porque la mayoría tienen más de cuarenta
—Pues, un año —Le respondí concisa y educadamente.
— ¿Y después que harás, niña? —Tomó un sorbo de su té y juro que parecía que se estaba mofando de mí.
¿Niña? Solo me llevaba tres malditos años.
—Conseguir un trabajo.
— ¿No seguirás estudiando?
— ¿Usted lo hizo? —respondí sin pensar
Las mujeres se quedaron viéndome con los ojos como platos, y sus bocas abiertas, como si estuvieran ofendidas. Miré a mi tía, esperando que me dijera que me vaya a mi cuarto, pero está sonriendo... ¡Estaba malditamente sonriéndome!
Pensé que mi tía era de esas personas a las cuales les importaba su reputación, pero, ¿con esto? Estoy confundida y me doy cuenta de lo equivocada que estaba con respecto a ella. Dave y Jessi, no se salvan de mi opinión.
Las mujeres cambiaron de tema y después de una hora, todas se fueron, solo quedamos mi tía y yo. Me habló de cómo le costó soportar todos estos años con su esposo.
— ¿Y porque no te fuiste? —Le pregunté con el ceño fruncido. Yo no podría soportar tantos años de abuso psicológico. Nunca. E iba a aguantar un año en la casa porque sé que después de ese tiempo, me haría cargo de mi madre y esta vez, para siempre. Es lo único que me consolaba y por eso, podría decir que estaba medianamente feliz. Tenía un techo, comida y estudio. Eso es todo lo que necesitaba.
—Jessi... Aunque a veces sea una perra, es mi hija y la amo —Se encoje de hombros y me besa—. Me iré a acostar, pequeña. Descansa
Comenzó a caminar hacia las escaleras, pero algo la detiene. Volteó para verme y me sonríe. —Mañana iremos a comprar ropa nueva y bonita, necesito salir.
Iba a decir que no necesito nada bonito, pero me interrumpió. —Y tu vestido, es precioso.
Con un último guiño de su parte, siguió caminando hacia las escaleras y yo esperaba hasta escuchar el ruido de su puerta cerrarse para sonreír. Esa mujer es fantástica. Siempre quiso llevarme con ella y pensando que era solo una persona falsa como las demás en la otra habitación, me negaba a siquiera conocerla. Vi mi error y como me había equivocado. Años perdidos para nada. Jamás recibí tanta bondad. Ni, aunque mi madre quisiera darme amor, no podía. No estaba capacitada mentalmente para dármelo y por fin tener algo de cariño genuino por parte de alguien, es simplemente nuevo y... Extraño —en el buen sentido— para mí.
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