Vlad timbró de nuevo al celular de su hermana. Nada. Tres días habían pasado desde que ella le envió un último mensaje, diciéndole que le habían dado el papel principal del ballet de El Lago de los Cisnes, pero después de eso, nada. Su celular se iba al buzón de voz, y los mensajes no le llegaban. Vlad no quería pensar que algo malo había sucedido, y había querido corroborarlo con Raziel, pero era tal el orgullo que tenía que no quería recurrir al ángel al que se le había revelado.
-Vlad, salimos en 10 minutos – le dijo su asistente. Tenía un día ajetreado antes del concierto, entrevistas, sesiones de fotos y firma de autógrafos.
-Ok, terminaré de desayunar – dijo el nefilim, y la asistente salió de la suite.
Vlad miró su plato de desayuno americano con desagrado, y no porque no le gus
