Enrique.
Me despierto con una descompostura tremenda que hasta arcadas tengo, pero es entendible donde estaba soñando que me casaba con Yasmin y eso me asquea cada vez que lo pienso y si que me esfuerzo para no pensarla.
Salgo a correr y así poder despejarme, hace años que no puedo dormir toda la noche de corrido y descansar, estoy siempre cansado y adolorido porque al hacer mi vida y no dormir estoy siempre contracturado y mi cuerpo agotado, ya no sé que hacer con mi vida, me han dicho de cosas naturales como hacer té o infusiones, comidas livianas, vapor o saumerios por la casa, también me dijeron de hacer meditación o yoga pero nada me sirve, todo lo que he probado ha sido para perder el tiempo y plata nada más, porque ni un poco de descanso eh tenido.
Cuando llego a la casa de mi mamá hay una bici de mujer apoyada en la pared, entro despacio por si mi mamá tiene visita y no me avisó, prefiero pispiar y si hay gente me voy sin hacer ruido o voy a la que era mi habitación a esperar a que se vaya la visita, pero no veo ni a mi mamá ni oigo que conversen, hay silencio como siempre por eso voy a la cocina viendo a una chica subida en una silla limpiando la alacena muy concentrada, muevo la silla así sabe que estoy acá.
—Ya termino Laura... Ya casi, solo que no llego al fondo.
—No me llamo Laura. —pega un grito asustada cayendo de espalda al suelo, creo que tuvo la intención de girarse pero se tambaleó la silla y no tuvo reacción a nada.
—Aaaggg. —me acerco enseguida, tiene los ojos cerrandos y gime con mucho dolor.
—Dios santo. —corro hacia ella agachandome con un poco de miedo por como cayó—. ¿Estas bien? Por favor di algo.
—¿Sigo viva?. —me sale la risa a borbotones cuando me mira asustada—. Lo digo de verdad, ¿Sigo viva?.
—Si, estas viva gracias a Dios. —me siento en el suelo viéndola entera—. No te muevas, quedate un segundo más así.
—Me duele la espalda.
—Terrible golpe te diste nena.
—Me asustaste, ¿Cómo vas a hablar de esa manera? Terrible susto me pegué.
—Perdóname, moví la silla y creí que ibas a girarte, aunque ahora que lo pienso igual era una mala idea.
—Creí que era Laura, no escuché que se halla abierto la puerta por eso creí que era ella.
—¿Quién eres?.
—¿Tu quién eres?, Bueno, yo soy Sabrina.
—Soy Enrique, hijo de Laura. —frunce las cejas como que no me cree.
—¿Cómo nunca me dijo que tenia un hijo?.
—Mi mamá no es de contar muchas cosas.
—¿Pero cómo no me va a decir que tiene un hijo?. —veo como con mucho cuidado lleva las manos a su vientre, creo que más que cuidado miedo por si se rompió algo al caer—. Es medio raro.
—Para ti es raro, para mí no lo es.
—¿Ósea que acostumbra a ir por la vida sin decir que tiene un hijo?.
—Hiciste un análisis muy acertado.
—Ejjj, ¿está linda la charla?. —miro a Katy riendo porque nos mira divertida desde el marco de la entrada de la cocina.
—La chica se cayó de la silla.
—¿Estás bien Sabri?. —Katy va a la cocina poniendo la pava como si no pasara nada.
—Si, solo que él me dijo que me quede así un rato por las dudas.
—Y están cómodos, super cómodos por lo que veo.
—Se podría decir que si. —me paro así la ayudo a ella con mucho cuidado, es mi culpa el semejante golpe que se dió—. ¿Estas bien? ¿Necesitas que te lleve al medico?.
—Estoy bien, creo que solo golpeada nada más. —se acomoda la pollera y mira la hora—. Bien, me voy sino llego tarde... Nos vemos mañana, ¿le avisas a tu mami Katy?.
—Dale, nos vemos, muchas gracias por venir. —la chica se va y Katy agarra su bolso—. Dile tú a mamá porque yo también me voy.
—Esta bien. —pongo todo en la mesa esperando a que mi mamá venga.
—Sabri acá encontré bolsas. —llega con su silla de ruedas que me parte el alma—. ¿Y Sabri?.
—Ya se fue... Dijo que llegaba tarde a no tengo idea donde.
—Oh... Bueno. —va a la mesada queriendo cambiar la bolsa de basura.
—Yo lo hago mami.
—Puedo hijo, gracias igual. —preparo todo para tomar mates con ella.
—¿Quién es la chica?.
—Oh... —me mira dudando—. ¿No la recuerdas?.
—Mmm no, no tengo idea de quién es y ella tampoco sabía quién era.
—Le daba clases biblicas cuando era chica, bueno, es normal que no la recuerdes porque tenía diez años.
—¿Y a qué viene?. —tiro la yerba del mate diciéndome que no tengo idea de quién habla—. Estaba limpiando, ¿Le pagas?.
—No no... Viene a ayudarnos cuando puede. —acomoda unas cosas del bajo mesada—. Me da una mano en donde no llego.
—¿Y Katy no dice nada?.
—No, ella trabaja todo el día... Está casa es pesada Enrique... Los servicios vienen cada vez más caros y nos salvamos por mi pensión sino no sé que seria de nosotras.
—¿Y mi ayuda? Te lo he ofrecido.
—No vives acá, ya no debes ayudar hijo. —se pone en la mesa así le sirvo más comoda—. Ya con que pagues la medicación es suficiente.
En el último viaje que tuve de venir a visitarlas Katy me dijo que necesita ayuda con mi mamá y los gastos, que Marcia viene y ayuda pero no puede estar confiada en ella ya que tiene sus propias locuras y no es de fiar porque puede venir un día y no viene en meses y así no sirve nada, debe ser una ayuda constante la que debe tener, así que tomé la decisión de pedir mi traslado y venirme para ayudar lo mas que pueda a Katy, mi mamá no quiere que nadie venga a cuidarla porque quiere sentirse independiente pero eso le está costando la vida a mi hermanita, dejó sus estudios y sueños por seguir cuidando de mi mamá y merece una vida, y yo tengo un trabajo fijo y recursos para mejorar la calidad de vida de las dos y vine a eso, a ser un hijo y un hermano que aporta no que estorba.
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Estoy tirado abajo del bajo mesada arreglando la cañeria de la cocina cuando oigo pasos, salgo viendo quien es ya que Katy se fue a trabajar tempranisimo y no hay nadie mas que mi mamá y yo.
—Buenas. —veo a la chica del otro día entrar a la cocina dejando su cartera en una silla—. ¿Te molesto si empiezo por la heladera?.
—No... Tanqui, yo sigo acá.
—Bien. —quedo quieto intentado escuchar bien cuando comienza a cantar, canta canciones cristianas pero su voz es de un ángel, nunca había oído a nadie con una voz mas dulce.
—Wouuu, que bien cantas.
—Gracias. —sentado la miro moverse por la cocina buscando cosas hasta que sale y va a la habitación de mi mamá que es lo que era el comedor donde lo adaptamos para ella, reacciono cuando suena mi celular.
—¿Si?.
—Tio. —atendí sin ver quién era pero la voz de Kiara la reconozco de inmediato—. Ven al café, hay tarta, de la que te gusta.
—No puedo amor.
—Mi mamá va para allá... Va a sacar a la abu a pasear. —alzo la mirada viendo a Sabrina mirarme.
—Esta bien ya voy... Termino acá y voy
—Dale te espero. —alzo las cejas porque sigue mirándome, y apunta donde estoy.
—Quiero sacar una bolsa para el baño.
—Si. —se la tiendo y veo su piel blanquisima marcada por una mano en su muñeca—. ¿Qué te pasó ahí?. —me mira sorprendida escondiendo la mano.
—Un accidente... No te molesto más, permiso. —negando porque no debe importarme, me vuelvo a meter abajo del mueble y a terminar.
—¿Hijo ya se puede usar la bacha?.
—Ya... Esto hay que cambiarlo todo mami... Es viejísimo, le hago un parche hasta que vaya a comprarlo.
—Voy a hablar con Katy.
—¿Yo vivo acá ahora, de qué hablas? Deja a Katy en paz, yo me hago cargo de ahora en más con los gastos. —sigo sin salir mientras hablamos.
—¿Recién te mudas y ya quieres mandar?.
—No mando, aporto... No voy a quedarme de brazos cruzados viendo como la casa se cae a pedazos sin hacer nada para evitarlo. —hago fuerza medida ajustando el tornillo porque con lo viejo de todo esto lo quiebro si me paso de fuerza—. Ya voy a dar un recorrido por toda la casa viendo que hay que reparar... Quiero que lleves una vida mas tranquila y no preocupada de que se te desarme todo.
—Es mi casa... Y debo ir como puedo. —salgo enojado viendo a la chica al lado de mi mamá escuchando todo.
—¿Puedes dejarnos solos?.
—Mil disculpas, no me di cuenta. —se va rápido, hasta sale de la casa y mi mamá niega.
—¿Está casa va a quedar para Katy y qué le vamos a dejar? ¿Ruinas?. —va hacia la heladera sacando lo que va a comer.
—Soy una carga muy grande Enrique y lo sé, nadie puede decir que no porque hasta al baño me deben llevar. —la miro sin decir nada, sigo sentado en el suelo—. No me saquen mas de lo que me hace sentir independiente, es lo unico que pido.
—¿Y la independencia de Katy?. —baja la cabeza y no me gusta pero debo decirlo—. ¿Has pensado en ella alguna vez?.
—Siempre lo hago, no digas eso.
—Dices que no ayude pero la que se muere trabajando es Katy... Casi no para en está casa y si lo hace es para venir a cocinarte, bañarte y sacarte a pasear. —me mira llorando pero no puedo no decirle las cosas, porque sabe lo que mi hermana sacrifica pero hace la vista gorda—. ¿Qué hay con ella? Tiene veinticinco años mamá, y no tiene amigas. —apunto hacia afuera furioso con la vida de mierda que la hicimos vivir—. Nunca tuvo novio, no sale a ningun lado... Déjala respirar, no la absorbas más de lo que ya haces, yo puedo y Marcia puede.
—A Marcia no la quiero más de lo debido.
—¿Y por eso absorbes a Katy de esa manera?.
—Ya basta de decir eso, no le hago la vida una miseria porque no es así.
—Lo único que voy a decir es que la vas a dejar en paz y yo me voy a hacer cargo de ahora más, deja que tenga su vida esa mujer, nada más.
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