Nack sintió una extraña sensación en su cuerpo, se quedó mirando al niño sin parpadear, pues estaba frente a su propia creación sin saberlo, su mente viajaba a pensamientos con seguridad, no tenía la llave para abrir aquella verdad para saber el porqué sintió el presentimiento de que conocía al niño, este lo hubiera a ayudado a percatarse de que aquella pócima de la realidad hacía real su historia ficción que iniciaba convirtiéndose en la verdad y la realidad del miedo que él mismo viviría en carne y hueso hasta el día de su muerte junto con sus flores de aroma hermoso que beneficiaban con sus pétalos al estrés y a la desesperación. —¿Le pasa algo señor Panea? Lo noto muy extraño, ¿Sucede algo? ¿Está enfermo? —preguntó José David mirándolo de una manera extraña —No, no es nada disculpen