Al entrar en su casa y tirarse en la silla, De Chicnak-panea decidió en descansar unos minutos para recuperar fuerzas y reparar su puerta, para él había sido un día muy largo y agotador, y mientras miraba su techo pensaba en su hermana, se preguntaba en dónde estaría o qué estaría haciendo, sin saber que esta pisaba su terreno en su propia casa que creó con barro, convirtiéndose poco a poco en lo que le hizo en aquél libro: una mujer chismosa. —Ese tal Panea no tenía derecho a humillarse así, pero me las va a pagar, les juro que me las va a pagar —dijo la mujer que había sido burlada por todos. Al parecer se encontraba en la casa de Chagary, en donde ella y la otra la consolaban en su triste dolor —Ya no llores más, mira que eres nuestra capitana, además hacemos un trío súper, andar en