Capítulo 5: «Mi columna»

2001 Words
Capítulo 5: «Mi columna» ═══════ ≪ •Dominic• ≫ ═══════ —Es bueno volver a verte bien y no dando vueltas en tu mierda —, es lo que me dice mi mejor amigo, Sebastián, cuando me ve después de mucho tiempo. He estado un poco ausente de mis negocios, me alejé de muchas cosas por el que dirían, no quería compasión de nadie, ni tampoco que siguieran hablando del tema, tuve que gastar una pequeña gran fortuna a los medios para que eliminarán todo sobre mi, mis hijos y mi ex mujer. No fue fácil hacer que todo el mundo se olvidara del tema, pero al parecer tres años han sido lo bastante largo como para que la mayoría lo olvide. —Supongo que tenías razón al decirme que no podía seguir viviendo debajo de una piedra —me encojo de hombros y le doy un trago a mi vaso de agua. Llevo ya cinco meses sobrio y aunque al principio no fue fácil y sentí que no podría seguir viviendo sin alcohol, poco a poco fui calmando la sed al trago junto con mi equipo de médicos, psiquiatras, psicólogos y terapeutas que me ayudaron a enfocar mi culpa en otras cosas. Cumplí uno de mis sueños de adolescente, tocar la guitarra, ahora tengo unas cuantas canciones en mi repertorio y es algo que me relaja mucho. Ahora, ni el alcohol ni la música pueden seguir escondiendo a mi verdadero yo. Tengo que salir de mi casa y hacer frente a mis negocios, según lo que me cuentan mis socios todo ha marchado bien, pero se nota bastante la ausencia de una cabeza al mando y no puedo seguir escondido. Tengo que dar la cara. —Deja esa cara, las personas no comenzarán a hablarte nada más verte, ellos si tienen empatía y lamentan mucho la muerte de tu familia. No te van a juzgar por el pasado. Dudas llegaban a mi con facilidad. No era difícil pensar en que las personas hablan, siempre lo hacen, es una parte de la naturaleza humana. Algo tan común como respirar porque fuimos hechos con el gen del interés. —Da igual, supongo que es hora de enfrentarme a eso aunque no me guste. Una gran parte de mi realmente espera que el pasado haya sido olvidado, pero sigue habiendo una pequeña parte que sabe que puede pasar todo lo contrario y me estoy preparando para lo peor. —Lo primero que quiero hacer es una reunión con la junta directiva, así me ponen al tanto de lo que ha pasado en estos años. Años... Han pasado años desde que me metí en el propio infierno voluntariamente. —Y te necesito a mi lado, no creo poder hacerlo solo. Él me da una cálida sonrisa y se acerca a mi, palmea mi hombro y lo aprieta un poco. —Hombre, ni siquiera me tienes que pedir eso, siempre voy a estar para ti. Eso venía incluido cuando firmé el contrato de mejor amigo —me guiña un ojo y eso me saca una sonrisa. Ha sido imparable, no me ha abandonado en todo este tiempo aún cuando he sido una mierda con él. —Gracias Sebastián, valoro mucho tu amistad. —Ya, no digas que me amas de esa forma. Me hace soltar una carcajada y golpeo su hombro. —Vamos, pídeme esa reunión lo más pronto posible. *** Frunzo mis labios cuando siento las miradas penetrantes en mi, algunos con curiosidad, otros con extrañeza y algunos cuantos preguntándose quién carajos es el hombre que tienen delante y es que yo también me pregunto quienes son algunas personas porque hay muchísimas caras nuevas. —Buenos días —aclaro mi garganta cuando se me corta un poco la voz —, mi nombre es Dominic Allan y soy el CEO de esta empresa para quienes aún no me conocen, estuve un poco ausente, pero ahora he regresado. No hay prensa y eso es algo que me quita un peso de encima y me deja respirar mejor. —Ahora que he regresado de un viaje muy largo —ni siquiera he salido de la ciudad en todo este tiempo, pero ellos no tienen porque saberlo —, me pondré nuevamente delante de la compañía y espero poder trabajar con todos ustedes tan bien como antes. Es tal vez un poco nuevo para todos que comience a hacer cambios, pero necesito que mi empresa suba más, no lo han hecho mal sin estar yo a la cabeza, pero podría ser mejor. El discurso daba perfecto para haber dicho las típicas palabras de “No es mi empresa, es la empresa de todos” y toda esa mierda de basura que he visto lanzar a unos cuantos CEOs, pero eso no va conmigo, primeramente porque más que mía, esta compañía es de ella. Esto le pertenece a la mujer que siempre estuvo a mi lado, que jamás dudo en mi, que me apoyó cuando esto era una sola idea en mi cabeza. Ella fue mi todo y ahora esto sin ella se siente tan vacío. Miro a mi jefe de recursos humanos que sigue siendo el mismo, uno de los bases. —Me puedes llevar las hojas de vida de las personas que han ingresado después de mi ausencia, necesito saber si puedo deshacerme de unos cuantos. No me pasa la manera en la que algunos se miran con otros y se hablan por medio de miradas criticando mis palabras. No podría importarme menos, justo he venido para tener el valor de dejar de sentir miedo por el que dirán y esa es una muy buena manera de hacerlo. —Ahora vuelvan a sus trabajos, si necesito algo más yo mismo los buscaré. *** Ocho personas fueron despedidas de mi empresa por no contar con el perfil que se necesita para trabajar en este lugar. Algunos ni siquiera han completado sus estudios, los abandonaron a mitad de carrera y a mi no me sirve un casi profesional. Yo necesito profesionales con todas las de la ley. —Has una publicación en r************* solicitando personal para las vacantes disponibles y quiero que tú filtres las mejores y me las traigas, yo personalmente haré las entrevistas. No quiero trabajar con alguien que no esté a la talla de esta empresa. —Lo que tú digas —es su respuesta antes de dar una leve reverencia y salir de mi oficina. Ruedo los ojos fastidiado. Al estar solo me entran mil dudas, pero hago varios ejercicios de respiración que me hacen tranquilizar y así puedo concentrarme en mi trabajo, tengo mucho por hacer. Años de trabajo acumulado no es algo que pueda resolver en un solo día así que pongo manos a la obra de una vez por todas. *** A las seis de la tarde entra Sebastián a mi oficina con cara de preocupación. —¡Pensé que te habías ido! No has salido en todo el día, ni siquiera fuiste a almorzar. —No tengo hambre —y es la verdad. No le he dado cabida a mi estómago para que se ponga exigente el día de hoy. No puedo dejar de trabajar unos cinco minutos porque es demasiado lo que hay que hacer. —¡¿Cómo no vas a tener hambre?! —exclama, ni siquiera me digno a verlo, estoy bastante ocupado con mis ojos clavados en los archivos de contabilidad. —Detente un momento y anda a comer. Pide, pero no me muevo. —Dominic… —Ve a comer tu, yo no quiero nada. No me apetece nada. —No importa si quieres o no, es que tienes que comer. Estas bajo en vitaminas por todo el tiempo que estuviste metido en casa, tomar el trabajo tan así es muy malo, no puedes poner tanta carga sobre un cuerpo débil de un momento para otro, hay que empezar poco a poco, tu cuerpo tiene que irse acostumbrando a la rutina del trabajo. En serio, no puedes exigir que luego de tres años tengas la misma habilidad y destreza para estar ahí sentado por más de ocho horas y no sentir que las piernas se te encalambran.. La verdad es que no siento que mis piernas cosquilleen y será solamente por el hecho de que hace mucho tiempo dejé de sentirlas y Sebastián tiene toda la razón del mundo, no puedo pretender volver a mi antiguo ritmo como si nada. Ya no estoy acostumbrado. —Pero… ya no quiero volver a casa y tampoco quiero hacer otra cosa porque cuando tengo un mínimo espacio libre, mi cabeza la trae a ella una y otra vez. —Dom… Ella murió hace varios años, es hora de que vayas superando y aceptando que ya no está. No puedes seguir aferrado a un recuerdo. —Ella no… —Ella si y ellos también —me dice claramente y yo tengo que tragarme el nudo en la garganta. ¿Porqué es tan difícil aceptarlo cuando todo es tan obvio? —Y yo también —digo en un suspiro pesado, porque aunque mi cuerpo siga acá, todo lo demás se ha ido con ellos. —No Dom, tú no —siento su mano en mi hombro —, tú sigues acá vivito y coleando, no me hagas repetirlo, pero… Tu estás vivo y tienes que aprovechar esa vida, has lo que ellos no pudieron hacer. —Quiero hacerlo, pero a la vez es muy egoísta de mi parte fingir que nada pasó y vivir como si nada. —Le digo lo que pienso, es que realmente quiero darme una oportunidad de vivir, pero cuando recuerdo que lo haré solo, todas esas ganas se van por el desagüe. —Es que no tienes que fingir que no pasó, claro que pasó y tú lo sabes muy bien, lo que tienes que hacer es aceptarlo y seguir. No necesitas echarle más leña al fuego, simplemente tienes que o aprender a vivir entre llamas o aprender a ser un extintor que pueda apagar esos recuerdos en cualquier momento y seguir. Solo tú puedes decidir cuál de las dos opciones tomar. —Haces que suene tan sencillo, pero no lo es. —Sé que no lo es, no puedo asegurar que sé cómo te sientes o que estoy en tus zapatos, pero puedo decirte que lo entiendo en gran medida —él suspira —, y nada de esto es fácil, para nadie, así que no creas que estás solo, hay muchas personas pasando por lo mismo o por cosas peores, pero aunque se caiga el mundo y todo parezca ir de mal en peor, tú tienes que recordar que tienes un mejor amigo que da muy sabios consejos y que siempre estará para ti. Solo debes levantar la cabeza de esa maldita pantalla y darte cuenta de que estoy acá, siempre he estado y siempre voy a estarlo. Y entonces hago lo que él me dice, despego mis ojos del ordenador y lo miro fijamente sintiéndome enormemente agradecido por su amistad porque a pesar de que todo pareció derrumbarse, él fue el único pilar que sigue en pie y para salir adelante, yo debo sostenerme de la columna más fuerte y si no es él no hay más. Mi mejor amigo es lo mejor que la vida no me quitó. Con mis piernas apoyadas en el piso, hago la silla en la que estoy sentado hacia atrás y me levanto, no dudó en ir a darle un fuerte abrazo. —Gracias, realmente gracias por siempre estar acá —mis palabras son muy sinceras —, y perdón por toda la mierda que te he lanzado, yo en tu caso no habría soportado más de un mes en esta situación. —Pues ya ves, soy un buen amigo. Le muestro mi más grande y sincera sonrisa, buen amigo es una palabra que le queda demasiado corta. Si alguien por sus acciones se merece el cielo, es Sebastián. De eso no me cabe duda.
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