Capítulo 1: «Traición»

2319 Words
Capítulo 1: «Traición» ═══════ ≪ •Susana• ≫ ═══════ Cierro mis ojos con fuerza y ruego porque lo que escucho no sea lo que creo, pero entre más me acerco, más segura estoy de que no me he equivocado y lo que hay detrás de esa puerta no me va a gustar para nada. —Por favor que sea un error —susurro con una mano apoyada en mi pecho, sintiendo que mi corazón late demasiado rápido y temo que se salga de mi pecho.  —Esto es todo lo que pierdes por andar con esa gorda.  —¿Ah sí? —escucho su ronca voz junto al gemido de aquella mujer y siento que todo se rompe dentro de mi.  Un sollozo escapa de mi boca y cubro mis labios con mis manos temblorosas.  —¿Oíste eso? —pregunta él y yo contengo la respiración, no me atrevo a entrar y ver lo que hay allí. Lo sé de sobra.  —No y lo único que quiero escuchar es mi nombre de tu voz.  El pecho me sube y baja con fuerza mientras intento calmar los sollozos. Después de tanto tiempo, ¿Así es como me pagan?  Me doy media vuelta y camino por el pasillo de mi propia casa alejándome de mi habitación, el lugar en donde ahora se está cometiendo el acto más vil del mundo. Creí que me amaba, que estaba tan enamorado como yo, pero ya veo que no ha sido así. Todo ha sido una mentira, ¿Porqué lastimarme de esa forma?  Mis sollozos cada vez son más fuertes y debo bajar casi que corriendo las escalas para que no me escuchen.  Tomo el teléfono inalámbrico de la sala de estar y marco el número correcto después de dos intentos.  —¿Hola?  —¿Mamá? —mis sollozos ocultan el sonido de mi voz.  —¿Hola? ¿Con quién hablo? —respiro profundo y aclaró mi garganta.  —Hola mamá, soy yo, Susana.  —Oh mi hija, ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo? —escuchar su voz me relaja un poco.  Veo mi reflejo en el espejo que tengo en la sala de estar, justo frente a la mesita del teléfono, acaricio mi barriga de “gorda” como ha dicho la vieja que está en mi habitación. Es una idiota, mi “gordura” se traduce a un embarazo gemelar de casi ocho meses.  —Todo bien mamá, los bebés están creciendo sanos, ya falta muy poco para que nazcan.  —Lo sé cariño, ya tengo los tiquetes comprados para ir dentro de un mes.  —Con respecto a eso —muerdo mi labio inferior esperando que mi comentario no suene muy falso —, he hablado con Dominic y queremos que los bebés nazcan allá, es el país en la que crecimos ambos y nos gustaría eso.  —¿En serio? —pregunta con muchas dudas —, creí que él había dicho que nacerían allí a como diera lugar. Para esos temas de la nacionalidad y esas cuestiones que ya sabes que yo no entiendo.   Sonrío mientras me la imagino pasando su mano por su cabello ya canoso y sonriendo de medio lado ante un tema que desconoce, sus ojos azules volviéndose más pequeños.  —Pues ahora hemos cambiado de opinión, ¿te molestaría recibirnos por un tiempo?  —¿Molestarme? Hija, no seas tonta, estaré esperándolos con los brazos muy abiertos. Tu dime cuando llegan para tener la habitación lista, tengo que conseguir cunas entonces.  —Gracias mamá, te enviaré un cheque para todos los gastos —sé que querrá lo mejor para mis bebés y no quiero que se gaste su dinero en cosas mías o de mis hijos. —Yo creo que a más tardar, pasado mañana ya estaré allí.  —¿Ya, tan pronto?  —No me quiero arriesgar a volar luego y que mis hijos nazcan en el aire.  —Tienes toda la razón, incluso pasado mañana me parece demasiado tiempo —suelto una pequeña risa. —Que sea mañana.  —Esta bien, mamá. Como tú digas hablaré con Lucas para que tenga el jet privado listo a primera hora mañana.  —Me has alegrado el día cariño, tendré todo listo para cuando ambos llegue.  «Solo llegaré yo»  No me atrevo a decírselo aún por teléfono, es algo que debo hablarle en persona.  —¿Vendrá también Alicia? —siento náuseas al escuchar ese nombre —, pero que preguntas tan tontas hago, por supuesto que vendrá, tienes la fortuna de tener una prima incondicional que no ha hecho más que cuidarte y esperar por esos bebés, me alegra de que esté contigo en todo momento.  Cierro mis ojos con fuerza.  Incondicionalmente traicionera que se revuelca con mi marido, será.  —Bueno mamá, te dejo. Mañana nos vemos.  —Cuídate hija, ya quiero verte.  —Y yo a ti.   Cuelgo la llamada, mis manos siguen temblando. Lo primero que hago luego de terminar la llamada es hablar con Lucas, el piloto, lleva trabajando para nosotros desde que Dominic y yo nos casamos hace cinco años, es un hombre ya en sus cincuenta con bastante experiencia al aire, no podría viajar con otra persona que no fuera él.  Le comento que pasaré las últimas semanas de mi embarazo en Londres y él extrañado me dice que el avión está libre a primera hora, eso es un gran alivio, no quiero pasar ni un solo segundo en este maldito infierno ni verle la cara a esos traidores.  Luego de hablar con Lucas, entro a la habitación de mis bebés, que está en el primer piso de nuestra casa, para comenzar a meter su ropita en las maletas. Me es más fácil salir solo con lo de ellos que tener que subir por mis cosas, prefiero irme únicamente con lo que tengo puesto.  Escucho pasos y como puedo escondo la maleta debajo de la cama, me cuesta levantarme y siento un dolor punzante que me hace doblar y termino sentándome en la cama que hay en esta habitación.  —Hey, no sabía que ya habías llegado —su voz me quita todo el dolor que siento y tomo una fuerte respiración antes de encararla.  —Apenas llegué, estuve todo el día ayudando en la fundación de perritos abandonados. ¿Hace mucho estás aquí?  Me cuesta hablarle y fingir que nada pasa, tengo muchas ganas de tomarla del pelo y decirle cuánto la odio, pero por ahora necesito fingir que todo sigue tal cual antes y esperar que sea ella quien se atreva a decirme la verdad.  —No, de hecho apenas he entrado a casa y te he buscado.  «Mentirosa de mierda»  —¿Has visto a Dominic? —la miro y ella niega con la cabeza y traga saliva.  Ahora el dolor se hace mucho más intenso, porque no había pensado desde hace cuánto se acuestan.  —Tu eres su esposa, no yo. Deberías de saber dónde está.  —Por supuesto —le dedico la sonrisa más falsa del mundo —, lo que pasa es que como estaba bastante ocupado cogiendo contigo, no me ha dado tiempo de preguntarle nada.  —¿Qué…qué has dicho? —su rostro esta pálido, casi igual de blanco que las paredes de esta habitación.  —¿Creíste que nunca me iba a dar cuenta? —me levanto y camino hacia ella —. Tu, eres la peor escoria que he conocido en mi vida, ¿con mi marido, en serio?  Empuño mi mano y muerdo el interior de mi mejilla mientras la observo, más que mi prima la consideré como mi mejor amiga, era la persona en la que más confiaba y me ha dado una puñalada en la espalda.  —¡Eres una maldita zorra! —sigo sintiendo el dolor punzante en mi vientre, pero no le doy importancia. —¿Porqué con él? ¿Porqué a mí, Alicia?  —Yo no… Nosotros…  Las palabras le cuestan salir y a mi comienza a hervirme todo el cuerpo de la ira.  —¡Dime de una vez porqué con él! —paso las manos por mi cabello y varias hebras rojizas quedan entre mis dedos, he explotado en lágrimas y mis sollozos nuevamente volvieron —. Podía haber esperado todo de ti, menos eso. j***r, te he acogido en mi casa, te he ayudado en todo lo que necesitas, pero me traicionaste de esa manera, ¿tanto me odias?  —Siempre lo has tenido todo y yo no he tenido nada —suelto una risa amarga en medio del llanto.  —¿Y sabes porqué? Porque la diferencia de nosotras es que yo siempre he luchado por lo que quiero, mientras tú vas revolcándote en tu mierda de vida dando lástima y mendigando un poco de todo. Te conformas incluso con ser una zorra.  Su mano se estrella contra mi mejilla en una fuerte bofetada que me gira el rostro con fuerza hacia un lado, la piel me escuece.  —¡¿Pero que mierda te pasa?!  —Yo te diré cual es la diferencia de nosotras —dice sonriendo arrogantemente y acercándose a mi —. Dominic me prefiere a mi en la cama que a ti, porque solo eres una frígida barrigona que no me da lo que él necesita.  —Serás zorra de… ¡Ah! —siento liquido bajando por mis piernas y me lleno de temor, un dolor punzante me atraviesa todo el cuerpo.  —¿Susana?  —¡Llama una ambulancia! —le grito, ella parece no saber que hacer.  —¿Vas a parir ahora? ¡Todavía no es tiempo!  Que lo grite me pone peor, porque yo misma lo sé, aún faltan más de dos meses para que mis bebés puedan nacer, no pueden hacerlo hoy.  —¿Qué está pasando acá?  Dominic entra a la habitación y ve todo el escenario con los ojos muy abiertos.  —Vamos, tenemos que llegar rápido al hospital.  Me niego a que me toque y me hago hacia atrás cuando él intenta tomarme de las manos.  —No te acerques a mi —su mirada de confusión me observa.  —¿Qué?  —¿Creías que jamás me iba a enterar? —me cuesta hablar y respirar, siento que estoy sudando por todas partes y el dolor cada vez se hace más intenso.  —¿De qué estás hablando? Tenemos que irnos al hospital.  —Mi prima y tu…  Sus labios se entreabren y voltea a mirar a Alicia, comienzo a reír a carcajadas mientras lloro.  —Yo soy una estúpida, estuve tan ciega de amor que no me di cuenta de que no era yo a quien querías sino a esa perra que decía ser mi familia.  —Cariño, a ti te he amado toda mi vida, te amo demasiado y…  —Vaya manera más ridícula de quererme.  —Amor, no es el momento de hablar, tenemos que ir al hospital urgente, ya luego cuando estés más calmada hablamos.   Un grito de dolor evita que yo le insulte, lo escucho gruñir y luego siento como me toma entre sus brazos, comienzo a llorar mucho más. Tengo miedo por mis hijos y me duele mucho el corazón. Él ha sido el único hombre al que he amado, me enamoré perdidamente desde que lo conocí y ahora ya está… nada queda.  —Te odio —digo entre quejidos —, jamás te voy a perdonar esto.  —Shhh, ya hablaremos.  La perra de Alicia está detrás de nosotros y Dominic le pide que sea ella quien conduzca.  Odio que sus brazos me sigan reconfortado de esta manera, porque no quiero estar entre ellos. No quiero caer en el círculo vicioso en el que siempre estuvo mi madre, no quiero pasar por lo mismo.  —Ahora que lo sabe podemos estar juntos —se atreve a decir esa maldita.  —Cállate de una vez y acelera que no quiero perder a mis hijos.  —Te ayudaré con el divorcio, podemos quedarnos con esta casa y…  —Estas loca si piensas que me voy a divorciar de Susana. Ni en un millón de años.  Me cuesta mantener mis ojos abiertos, siento que los párpados me pesan y lo único que puedo hacer es escuchar la conversación que mantienen ellos dos y sentir los pequeños besos que deja él en mi frente.  «No quiero que me bese después de besarla a ella»  ¿Porqué tuvo que engañarme? Jamás había sentido un dolor tan fuerte y odio admitir que me duele más el engaño que estar en proceso de parto.  —¿Cómo? Me lo dijiste.  —Estas loca, jamás te he dicho que la voy a dejar.  —¿Y lo nuestro qué, eh? No me voy a quedar siendo siempre la otra.  —Es lo que eres y lo que siempre has sido, jamás podrías ser la mujer de alguien, eres una buena para nada.  —Una buena para nada que te ponía duro solo con una caricia, una buena para nada que te ha dado las mejores mamadas de tu vida, ¿Verdad? —su risa me eriza la piel —, prometiste que estaríamos juntos y es lo que vamos a hacer.  El auto derrapa en la autopista y siento como soy más apretada contra el cuerpo de Dominic.  —¡Ten cuidado!  —¡Tu me amas es a mi! —grita ella y escucho el fuerte sonido del acelerador.  —Alicia, baja la velocidad por favor o tendremos un accidente —creo escucharla sollozar a ella.  —¿Me amas, verdad?  —Te amo, pero baja la velocidad.  No sé si ahora la que solloza soy yo… o somos ambas, no sé qué pasa, solo sé que escucho gritos, sonidos de llantas en el asfalto, autos a toda velocidad y luego un fuerte golpe que me deja en completa oscuridad.  
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