Frunciendo el ceño ante la gran sonrisa entretenida en el rostro de Alexander, Cael esperó a que este se retirara con el par de idiotas que fingían respetarlo y entonces se concentró en el pequeño pajarito a su lado. La curiosidad picó más en él, al contemplar que ese sonrojo se había esparcido lo suficiente como también llegar a sus orejas y cuello. —Bien, ¿qué se supone que ocurrió entre ustedes que me dejaron fuera? —cuestionó el lobo alfa. —B-bueno, eso... —balbuceó el joven omega, lanzándole miraditas nerviosas que solo lo hacían verse más adorable. —¿Está directamente relacionado conmigo? —indagó—. ¿O Alex te mostró algo que no debería referente a mí? —preguntó pensativo. No era una mala idea, considerando que no escuchó ni por asomo lo que Alex le había pedido en su última misi