Contemplando su figura en el espejo de cuerpo completo en la habitación, Dylan alzó su mano y acarició sin poder contenerse el suéter rojo, abierto y felpudo que estaba utilizando, deleitándose nuevamente ante la suave sensación.
Cuando Cael le había dicho que las bolsas eran para él, el omega nunca imaginó que en ellas encontraría ropa cálida y abrigada para enfrentar el invierno.
Desde cuatro tipos de pantalones diferentes, que a pesar de ser ajustados, no parecían estar pintados sobre su piel limitando sus movimientos, a seis camisetas donde tres eran manga corta y las otras largas.
Y como no podían faltar, por supuesto que también había calcetines, un par de suéteres, otras sudaderas y dos chaquetas donde una era especialmente para el agua.
Realmente... Era la primera vez que le re
