Capítulo 4

2300 Words
Con las manos metidas en su chaqueta y su capucha puesta sobre su cabeza, Cael avanzaba siguiendo el pequeño grupo de dos personas, quienes a pesar de ser supuestamente sus compañeros, mantenían cierta distancia de él por una simple razón. Miedo. No se trataba de algo tan simple como el respeto, aunque aquellos agentes por supuesto que debían de tenerle aquel sentimiento, el miedo que le tenían era mucho más grande que ello. ¿Por qué le temían? La razón era muy simple, Cael no se había ganado su reputación como un hijo de puta frío y desalmado por nada, y como además era uno de los cinco líderes del consejo de shifters, por supuesto que no iban a decir nada respecto a él. Supuestamente, alguien de tan alta posición como él, aunque fuera el más joven de los cinco líderes, no debería de involucrarse directamente con los temas de la manada, para eso estaban los representantes que enviaban y los hombres que ponía a disposición de estos para que le ayudaran. Pero ciertos motivos habían motivado al lobo alfa a moverse y dar un paso al frente. El primero, era que recientemente habían perdido dos agentes importantes. Y el segundo, es que Cael quería y necesitaba poner sus propias manos sobre Vladimir Tracy. Aquel hijo de puta había sido uno de los pocos nombres que el ex líder Waller había soltado. Ah, de solo pensar en ese imbécil, la rabia burbujeaba en su interior listo para estallar en cualquier segundo. El consejo de shifters y él siempre había encontrado sospechoso como un don nadie, líder de una manada pequeña en medio de la nada, hubiera logrado surgir tan repentinamente y de forma tan misteriosa, pero ningún representante que habían enviado logró realmente encontrar algo. Hasta ese momento. Ese idiota estaba tan sucio como Waller, y como no había logrado poner sus manos en esa rata, Cael estaba deseoso por hacerlo con Tracy. Lo único en su mente, era utilizar sus puños para moler cada proporción de piel ante sus ojos y romper todo hueso existente en ese cuerpo, sentir su sucia sangre en sus manos y escuchar sus quejidos, sollozos y súplicas. Por razones como esa, es que precisamente los demás miembros no habían estado muy felices de que fuera, mientras los otros estaban bien con emplear un simple "castigo" Manteniendo distancia, para Cael todas esas ratas sucias no merecían nada más que la muerte luego de hacer cosas tan atroces. Para él, no existían segundas oportunidades para los idiotas que lastimaban a otros abusando de su poder. Era por ello, que muchos le tenían miedo. Cael no se detenía a pensar cuál sería un buen castigo, para él todo se trataba de hacerlos sufrir y matarlos, punto. Cuando las dos personas finalmente se detuvieron frente a él, el cambiaformas alfa también lo hizo y los observó en silencio. Los dos agentes se juntaron como si estuviera hablando de algo mientras lanzaban unas miradas nerviosas sobre su hombro hacia él. Chasqueando su lengua, el lobo alfa frunció el ceño, molestándole que esos dos tuvieran la apariencia de unos conejos a punto de ser devorados. Si seguían actuando así, Tracy no se creería el cuento de que deseaban hacer un trato con él. Finalmente, los dos parecieron ponerse de acuerdo y uno de ellos avanzó hasta él. —Solo tenemos que esperar a que el teleférico vuelva, señor, son treinta minutos de ida y vuelta —explicó nerviosamente Rafael. —¿Y otro camino? —pregunto, sobresaltando al alfa contrario, cosa que lo irritó. —Es la única forma de entrar y salir de la manada Tracy —respondió, removiéndose inquieto. Apuñalando el interior de su mejilla con su lengua, Cael se mantuvo en silencio mientras observaba la única forma de entrar y salir de aquel lugar. ¿Y aun así fueron capaces de crecer tan rápidamente intentando entrar entre las manadas más grandes? Era obvio que algo estaba ocurriendo ahí, algo estaban ocultando. Cuando su teléfono sonó sacándolo de sus pensamientos, Cael lo sacó y se alejó para responder la llamada de Alexander. —¿Ya me estás extrañando? —se burló, deteniéndose una vez hubo una buena distancia. —Quisieras que lo hiciera —resopló el omega—. Solo quería saber si ya has cambiado de opinión o los dos agentes con los que fuiste terminaron de molestarte y vienes devuelta a la sede principal —expresó. —Vete a la mierda —pronunció el alfa con una sonrisa ladina—. Ya te dije, mientras más intentan convencerme de no ir, más ganas tendré de hacerlo —le recordó. —Eres un verdadero idiota, Cael —se lamentó Alexander—. ¿Al menos si recuerdas lo que se supone que debes de hacer cuando llegues ahí? —cuestionó. —Matarlo —respondió con tal seguridad que dejó al omega en silencio por unos largos segundos. —Realmente, nunca sé cuándo estás jugando conmigo o hablas en serio —suspiró—. Entonces, te recuerdo que no puedes solo llegar y matarlo o lastimarlo de cualquier forma, aunque Mark Waller nos ha dado su nombre, necesitamos muchas más pruebas para culparlo —indicó. —Las pruebas están sobrevaloradas —resopló. —No, no lo están, que tú lo creas así no lo vuelve realidad —respondió—. Escúchame bien, Cael Stone, no puedes llegar a esa manada y simplemente matar a Vladimir Tracy, o le estarías dando todas las excusas necesarias a Odell para poner en duda la elección de elegirte como el quinto m*****o líder del consejo —expresó—. ¿Eso es lo que quieres? ¿Que ese viejo gane? —cuestionó. El alfa chasqueó su lengua con molestia. —Si sientes que no puedes con ello, solo vuelve ahora y déjale el trabajo a los hombres que fueron contigo, están tan calificados como cualquier otro —prosiguió Alexander. —Estoy a un teleférico de distancia de esta aislada manada, no volveré ahora y los hombres que has enviado no servirán cuando tiemblan hasta con una simple mirada mía —gruñó. —Tienes un rostro atractivo, pero con una constante expresión que dice "vete a la mierda o rompo todas tus extremidades" —bufó—. Cualquiera tendría miedo de recibir una simple mirada tuya —indicó. —¿Y si no pueden con algo tan simple como aquello qué te hace pensar que podrán actuar bien con ese idiota? —se burló y observó al par—. Tengo que irme, ya llegó nuestro transporte —anunció. —Solo no lo mates —advirtió el omega antes de que Cael finalmente cortara la llamada. Soltando un bufido, el lobo alfa guardó el teléfono y volvió con los otros dos, quienes inmediatamente se tensaron ante su presencia y un silencio absoluto les envolvió hasta que se subieron al teleférico. —Bien, dejaremos una cosa clara antes de que arruinen todo —anunció cruzando sus brazos—. De nada sirve fingir que somos un grupo interesado en hacer tratos con Vladimir Tracy cuando tiemblan como un conejo ante una mirada mía. —Lo sabemos, señor Stone, daremos nuestro mejor esfuerzo una vez lleguemos —prometió el mismo que le informó sobre el teleférico. Observándolo con su usual expresión fría, Cael soltó un suspiro cuando sus dos compañeros se retorcieron ante su mirada. —Esto no servirá —expresó apretando el puente de su nariz—. Cuando lleguemos, ustedes me ignorarán lo más que puedan, en especial ante la presencia de Vladimir, yo no existiré en ese momento ante ustedes y cuando este les pregunte, ustedes le dirán que solo soy un idiota retrasado y que solo me llevan con ustedes por mi fuerza —planeó—. Pueden burlarse de mí o lo que sea, solo háganle saber a Tracy que no soy una amenaza para poder tener más libertad a la hora de investigar, ¿de acuerdo? —Lo entendemos, señor —aceptaron los dos y Cael quiso gruñir al contemplar la duda en sus rostros. —¿Qué sucede? —espetó. —Es solo... Será difícil hablar mal de usted cuando está ahí... —explicó el otro agente, Martin. —Córtalo. —ordenó—. Hablarán mal de mí tal cual como hacen siempre todos los idiotas a mis espaldas. —Seño, eso... —Guarden silencio, ¿o realmente creían que no sé de la mierda que hablan de mí todos? —se burló—. No me importa que tengas inseguridades y se burlen de mí por ser mejor, ahora mismo dejarán todo de lado, olvidarán quien soy y mi posición y solo me trataran como un idiota que solo tiene músculos y eso es todo —ordenó—. Si todo esto se llega a arruinar, a quienes culparé será a ustedes y saben qué significa eso —amenazó, observando perfectamente como los dos tragaron. —Comprendemos, señor —anunciaron los cuatro con sincronía. Asintiendo satisfecho, el cambiaformas alfa contempló a través de la ventana y se levantó una vez comenzó a visualizar la manada. Cuando contempló a una persona esperando, su investigación rápidamente lo reconoció como Stefan, la mano derecha de Vladimir Tracy. —La mano derecha de Vladimir nos va a recibir, recuerden el plan y olvídense de mí tan pronto como bajemos —ordenó dándoles una última mirada cuando el teleférico finalmente se detuvo. Tan pronto como el grupo bajó del teleférico, Cael sintió el cambio y la decisión de los agentes y sonrió internamente, satisfecho. Metiendo las manos en sus bolsillos, se mantuvo un paso atrás de los dos, y como ya sabía, por supuesto que la mirada de Stefan reparó en él más de una vez mientras hablaba con los dos agentes. —¿Quién es el tipo con cara arrogante? —cuestionó finalmente. —No te preocupes, solo nuestro guardaespaldas —expresó Rafael desinteresado—. Su apariencia es la que mantiene a los idiotas alejados, pero realmente no es muy inteligente —dijo con una sonrisa y su compañero rió apoyándolo. Pero claro, ninguno de los dos le observó mientras hablaban. —No lo necesitan aquí —anunció Stefan. —Lo siento, estamos en una manada que no conocemos haciendo tratos que involucran grandes cantidades de dinero, no iremos a ningún lado sin este idiota —declaró Martin señalando con su pulgar sobre su hombro, dirigiéndose a Cael. —Bien, ahí verán el tema con el líder Tracy —expresó encogiéndose de hombros, siendo obvio que no quería ser el culpable de que se fueran—. Vamos, les está esperando —anunció y comenzó a caminar. En silencio, Cael los siguió siempre manteniéndose a sus espaldas, observando a su alrededor para estudiar el terreno, pero tal y como le habían dicho, la única entrada y salida que podía apreciar fue a través del teleférico. Lo de más solo era una combinación entre bosque y montaña con un terreno tan desnivelado con caídas y subidas que ni siquiera era probable que hubiera algún tipo de vehículo por ahí. Cuando finalmente llegaron a una gran mansión, como usualmente tenían los alfas líderes que debían de alimentar su ego, fueron llevados directamente al despacho de Vladimir Tracy, quien les esperaba sentado arrogantemente detrás de su escritorio. Aquellos ojos recorrieron a cada cambiaformas desconocido, hasta que se tuvieron sobre él y entonces, sus cejas se fruncieron ligeramente. —Tenía entendido que solo ustedes dos aparecerían —comentó casualmente. —No contamos al último realmente, solo está aquí para protegernos, es más músculos que neuronas —explicó Rafael con una sonrisa desagradable. —Oh, comprendo —sonrió obviamente más relajado, dejando de observarle—. Por favor, tomemos asientos para hablar más cómodamente —anunció levantándose y señalando un juego de sofás. Cuando todos se movieron para seguir a Vladimir, Cael se quedó en su lugar, observando un sitio en específico, una esquina de la habitación donde permanecía un joven omega que le observaba con grandes ojos llenos de curiosidad. Y lo que más llamó la atención de Cael, fue que en ninguna parte de todos los archivos que había leído respecto a Vladimir Tracy y su manada, se mencionaba sobre un omega con dones especiales. Porque a pesar de que el chico estuviera usando la capucha de su sudadera, mechones de un color rubio cálido sobresalían, y no era como si realmente hubiera escondido esos ojos azul violeta. El omega tenía un rostro pequeño y dulce, al igual que su cuerpo, y ese aroma dulzón con esencia a flores silvestres definitivamente había llamado su atención junto a la de su lobo. Cuando se percató de que le estaba observando, el chico esquivó su mirada, pero aun así, le lanzaba miraditas de vez en cuando, lo que era... Tierno. El chico ni siquiera le observaba asustado, solo curioso. —Ah, cierto, casi lo olvido —anunció Vladimir repentinamente, levantándose del sofá para ir al lado del omega. Cuando el alfa líder se acercó, Cael observó con atención como el joven se tensaba cuando Vladimir rodeaba su cintura con un brazo. —Él es Dylan, alguien cercano e importante para mi familia —anunció el líder Tracy con una sonrisa demasiado arrogante que su lobo quiso borrar con sus garras. En especial, cuando contempló claramente la forma en que el dulce omega cerraba fuertemente sus manos en puños y luego bajaba la mirada mientras subía sus hombros, como odiara totalmente la atención de Vladimir. Con eso dicho, el estúpido de Tracy volvió con los demás, dejando olvidado nuevamente a Dylan luego de haber demostrado que no podían acercarse a él. Y por más que intentó evitarlo, la mirada de Cael se mantuvo en el dulce omega, quien seguía lanzándole miradas curiosas de vez en cuando.
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