¡Visitas!

2145 Words
Habían pasado tres días desde el atentado contra Eira, Rodrigo se encontraba sanando de su herida, afortunadamente lograron detener la hemorragia a tiempo; Elena había pasado hasta ese día desapercibida haciéndole creer a todos que había estado en la fiesta durante todo el tiempo, aunque no sabía nada desde ese día; Eira se encontraba en su habitación con extrema vigilancia debido a su atentado, de alguna manera tenían que mantenerla “protegida” a los ojos de los pobladores, aunque la realidad para los altos mandos era no perderla de vista en lo que pensaban qué hacer con ella sin causar una revuelta con la gente. Se encontraba en sus aposentos desde ese día sin poder salir ni ver a nadie, prácticamente estaba en un arresto domiciliario, al menos no estaba pasando frío en las mazmorras. Se encontraba sentada en el ventanal, observando el atardecer, se había cansado de ver las paredes blancas de su habitación, conocía muy bien la alfombra azul cielo que la adornaba, a pesar de tener sala de juegos en sus aposentos no le apetecía nada, salvo saber de su hermana Elena y Rodrigo. La misma sirvienta de las veces anteriores le llevó la cena en su carrito de servicio, uno de los soldados le abrió la puerta, cuando está entró, echó un vistazo verificado que todo estuviera en orden, acto seguido cerró la puerta tras él. La moza de piel bronceada comenzó a preparar la mesa que se encontraba cerca de la fogata, esmerandose en que quedara todo en orden. Era una mujer joven más o menos de la misma de edad que Eira -Su majestad la cena está servida -dijo la mujer tímidamente con una reverencia de cabeza -Muchas gracias- dijo Eira, se dirigió al plato que tenía salmón con espárragos y queso, sentándose en la mesa - ¿Cómo te llamas ? -Adulfa, su majestad - dijo la moza - iré a preparar su baño - dijo al mismo tiempo que se alejó nerviosamente Adulfa estaba sentía nerviosa por dirigirle la palabra a la princesa, ya que una de las muchas órdenes que había recibido para atender a la princesa fue la de no hablar con ella bajo ningún motivo, y la razón por la cual la había enviado ahí era porque era la más callada y tímida de todo el grupo de mozas encargadas de servir a la familia real. El mero hecho de contestar sus preguntas era romper con la orden que se le había dicho. Eira comió todo sin chistar, después de todo no serían tan estúpidos como para poner veneno en su comida, todos los ojos del reino de Hielo estaban puestos en ella y eso la mantenía hasta cierto punto protegida de cualquier intento de asesinato sin ser rigurosamente planeado. Terminó de comer y fue con la joven quien estaba preparando su tina plateada con agua caliente para un baño placentero, el baño era uno de sus momento favoritos, ya que sumergirse en la espuma le daba cierta paz y una mejor claridad para pensar. -Su majestad, su baño está listo - dijo la chica al mismo tiempo que ayudaba a Eira a quitarse la ropa -Adulfa no tiene nada de malo que hables conmigo si yo lo permito - dijo Eira, quien se metió a la tina relajando cada músculo de su cuerpo con la temperatura del agua Claro … su majestad … yo - -Te dieron órdenes de no hablar conmigo, supongo, no te preocupes que no te voy a delatar - Eira volteó a verla hacia atrás de su espalda con la vista al techo - son tiempos difíciles para mi es cierto, pero creo que estar encerrada es más que suficiente ¿no lo crees? Al menos puedo platicar con alguien para pasar los ratos de soledad - -Está bien su majestad, si así lo desea - dijo Adulfa mientras tallaba gentilmente la espalda de la princesa Para Adulfa había sido un alivio escuchar tales palabras de la princesa, por lo que se sintió un poco más confiada en hablar con ella sin que hubiera una reprimenda o castigo de por medio. Observando la situación de encierro de Eira, y la cantidad de guardias que había así como las órdenes estrictas de no hablar con ella (a comparación de las otras princesas como Elena, podía hablar libremente si la princesa así lo deseaba), llenar un formulario de cómo estaba la habitación, entre otras cosas estrictas, hacían pensar que lejos de que Eira estuviera resguardada le daba la sensación de estar en una cárcel disfrazada protección, al menos eso ella tenía esa sensación. Al menos una plática con ella podría tener. -¿sabes cómo está Lord Rodrigo, Adulfa? - -No lo sé con certeza pero escuché que la ama de llaves dijo que lo tienen cautivo al igual que usted en la mansión Monteverde - Al escuchar la respuesta Eira se mordió el labio para ocultar su preocupación - de su brazo se encuentra mucho mejor, aunque tardará unos meses en recuperarse, según el doctor que lo atendió - -Me alegra saber que Rodrigo se encuentra bien recuperándose en casa - -¿Sabes porque la princesa Elena no ha venido a visitarme desde el incidente? - preguntó Eira un poco nerviosa -Oh, su majestad la princesa Elena sí que ha tratado de venir con usted, pero usted tiene prohibido recibir visitas, cualquier persona incluyendo a cualquier m*****o de la familia real. De cierta manera si descubren que yo he hablado con usted me desterrarían - dijo con la su voz nerviosa -No te preocupes Adulfa entiendo tu situación, pero ten por seguro que yo no diré nada respecto a esta plática y supongo que por tu seguridad tú tampoco dirás nada - -Ciertamente su majestad - dijo la moza aliviada Al terminar el baño, Adulfa limpió el baño, recogió los platos, yéndose de la habitación con su carrito de servicio. Durante los siguientes cuatro días Eira entabló amistad y confianza en Adulfa, quien después de una larga conversación que tuvo Eira con ella al cuarto día, la princesa le contó lo que realmente estaba pasando y de qué manera estaba corriendo peligro su vida si se quedaba más días en el palacio, pues el atentado lo habían planeado la familia real y los altos mandos de la burocracia. Eira se encontraba comiendo mientras platicaba con la muchacha. Adulfa por otro lado estaba aterrada con lo que estaba escuchando, eran las palabras de una princesa traicionada por su misma familia y los “pilares” en los que se recargaba el poder del reino del hielo, tenía que ayudarla sin lugar a dudas; era bien sabido que la princesa rebelde era conocida en los pobladores como la princesa del pueblo por su ayuda desinteresada hacia los demás, tenía que ayudarla a escapar, pues deseaba verla en el trono de hielo al igual que muchos pobladores. Adulfa recordó cómo la princesa había ayudado a conseguir un tratamiento médico para su madre cuando la encontró desmayada en la calle, trayendo al doctor del palacio y pagando todos los gasto médicos sin interés alguno, era momento de devolverle el favor. -… Esa es la verdadera historia, sino hubiera sido porque Rodrigo escuchó los planes, estaría el reino de luto por mi muerte, necesito salir de aquí Adulfa, eres mi única oportunidad- -Su majestad, haré lo que sea por usted, veré una manera de contactarla con alguien que la pueda ayudar déjemelo a mí, su secreto está a salvo - dijo la moza feliz de ayudarla -Elena, contacta a Elena ella sabrá que hacer - le dio un apretón de manos a la moza con cierta suplica. Terminó de cenar, tomó su baño y Adulfa se retiró, quedándose nuevamente en los brazos de la soledad, prisionera en su propia casa El tiempo pasaba lento para Eira, solo escuchaba el tic tac del reloj que la acercaba más y más a un posible segundo atentado contra su vida, sabía que en cualquier momento podría ocurrir un atentado contra ella nuevamente, acostada en su cama, comenzó a moverse, se sentía incómoda como si las paredes comenzaran a cerrarse o esa sensación tenía debido al mareo que sentía por la hiperventilación que estaba experimentando, las manos le sudaban, sentía un estado de alerta interminable con el latir de su corazón a fuerza viva que le hacía temblar el pecho, al mismo tiempo que era una música horrorosa para sus oídos; se levantó de la cama tambaleante, con las piernas temblorosas se dirigió a la ventana y respiró aire puro de la helada noche otoñal, cerró los ojos y se concentró en su respiración, así pasaron diez minutos hasta que finalmente la ansiedad cedió paso a la calma. La princesa se encontraba contemplando las estrellas, olvidándose por un momento de la tormenta contra la que estaba luchando en su vida, había estado treinta minutos sin darse cuenta, cuando la puerta de su habitación se abrió, Eira volteó a ver encontrándose con la figura de su padre viéndola fijamente con el rostro serio y cierto rastro de asto en sus ojos. El rey no podía creer que el plan para deshacerse de Eira no había funcionado, lejos de ver su cuerpo inerte dentro de un féretro, la estaba viendo al pie de su ventana con la sagre caliente recorriendo sus venas, su altanería y esa mirada retadora detestable, definitivamente debió terminar con su vida desde el momento en que supo que era padre de una niña y no un varón, desde el momento en que la adivina le dijo que ella sería la razón de su destrucción. Eira con tranquilidad cerró la ventana donde se encontraba, viéndolo a los ojos con determinación, mostrando fortaleza y una manera de decirle al rey que no le tenía miedo, la puerta se cerró detrás de su padre, quien llevaba una abrigo n***o de lana de la más alta calidad haciendo contraste con su enorme barba castaña. -¿A qué debo tu visita? -Dijo Eira rompiendo el tenso e incómodo silencio -Solo quería ver con mis propios ojos que estas viva - dijo el rey sin importancia -Para tu desfortuna aún estoy viva - -¿qué es lo que quieres decir? Eres mi sangre después de todo - -Y aún con tu sangre corriendo por mis venas no la aprecias - dijo la muchacha con el rostro ensombrecido de tristeza, recargándose en uno de los barrotes de su cama con los brazos cruzados -Estupideces es lo que siempre sale de tu boca, no sé cómo fue que tú naciste primero y dios no me concedió con un varón - dijo el rey barriéndola con la mirada -No, ese no es el punto que yo estoy tocando ¿Cuándo planean tú y tus amigos aniquilarme por completo? - dijo con voz retadora incorporando su cuerpo, desdoblando sus brazos y cerrando los puños fuertemente para contener la ira -No sé de qué hablas niña - dijo el rey simulando la sorpresa que tenía ante las palabras que había escuchado -Sabes perfectamente de qué estoy hablando, y el punto es que a diferencia tuya tengo las suficientes agallas para decirtelo de frente, no me voy a rendir en vivir, así intentes arrancarme la vida mil veces, esas mil veces te estaré desafiando - El rey puso ojos como plato cuando escuchó tal contestación, en una arranque de ira comprimido finalmente articuló sus palabras -Por una vez que te hayas salvado no significa que siempre lo harás, tienes que desaparecer por el bien de todos- -Me sorprende que hablas de fortaleza cuando tiemblas por el desprestigio que hay hacia nuestro reino, o acaso ¿un dragón es suficiente para que un rey como el que pretendes ser se doblegue de esta manera? cobarde - -No estarás segura en ningún lugar, y si por alguna razón llegas a sobrevivir, te juro que me encargaré de que no vuelvas a pisar el reino de Hielo o usar el nombre Invernalia en tu beneficio - dijo es rey furioso saliendo de la habitación violentamente Sin duda el rey había ido a la habitación de Eira para confirmar lo que todos los implicados ya sabían por intuición, Eira había descubierto que el atentado fue planeado por ellos, sabía que eran ellos quienes estaban intentando destruirla, y el mero hecho de que su hija supiera la verdad significaba que tenían que actuar con más cautela y velocidad para poder tener éxito la siguiente vez. Eira se quedó en la oscuridad de su cuarto temblando por la rabia y la impotencia que sentía, no entendía la actitud de su padre hacia ella, derramando unas cuantas lágrimas que se limpió en un arrebato, no era momentos de lamentos, era claro que su vida estaba corriendo peligro si se quedaba más tiempo en el lugar que alguna vez fue su casa.
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