POV DE VIVIANNE.
Entre tantos vestidos que hay no se con cual quedarme, suspiro profundo y observo el que tengo puesto, de pronto escucho su voz detrás de las cortinas —Señorita Vivianne, ¿necesita ayuda?, si está indecisa puede salir y mostrarme los vestidos—, se queda en silencio un momento —Pero puestos—, culmina. Abro las cortinas y con los ojos achicados lo miro, su mirada baja y sube detallando cada parte de mi cuerpo —No me gusta—, dice al conectar su mirada con la mía.
—A mi si me gusta—, paso las manos por el abdomen, me giro en dirección al espejo, por el reflejo de este le veo ingresar, busca entre los que están en el sillón y me extiende uno.
—Mídase este—, regreso a verlo, agarro el vestido y lo extiendo frente a mí, se ve hermoso, es un vestido rojo y largo, con el cuello en V hasta la boca del estómago, ajustado hasta la cintura y de esta hacia abajo suelto. Después de observar el vestido llevo la mirada a él, sigue parado observándome por el espejo —¿Qué espera para probárselo?
—¿Y usted qué espera para salir? ¿O es que piensa verme desnuda? —, sus comisuras se curvan y tras soltar un suspiro se da la vuelta. Una vez que desaparece cierro las cortinas saco el que tengo puesto y me mido el que me dio. Una vez puesto me propongo a subir el cierre, no logro cerrarlo por completo y salgo en busca de ayuda. Al salir, el señor Harris se encuentra en una llamada, cuando se despide carraspeo la garganta, de inmediato se gira, no sé porque, pero un temblor ataca mi cuerpo al ver la mirada intensa del señor Harris recorriendo cada centímetro de mí —¿Qué? No me diga que tampoco le gusta—, me giro hacia el grande espejo y me observo —Porque le aseguro que no estaré quita y pon, soy de las mujeres que cuando va a comprar algo elije lo primero que ve y le gusta. No seré un maniquí para estar—… me quedo congelada al verlo tras de mí, no se en que momento llegó hasta aquí, mi cuerpo se tensa al sentir sus dedos subiendo el cierre, sobre todo, cuando acerca su rostro a mi oído y musita con la mirada conectada a la mía a través del espejo.
—Le queda perfecto—, me estremezco ante el roce de sus labios en la oreja. Antes que note mi piel de gallina escapo de ahí.
—Que bueno que le ha gustado, porque no pensaba colocarme ningún otro—, digo mientras escapo.
Al estar en el interior de las cortinas suelto el aire. Joder, en mi miserable vida alguien me había puesto tan tensa como este hombre. Inhalo y exhalo al mismo tiempo que paso mis manos por mis brazos, no sé si siento frío por lo descubierto que está el vestido o por el escalofrío que provocó ese hombre con su cercanía.
Salgo de entre las cortinas con todos los vestidos en mano, la muchacha que me atendió se acerca ayudarme —Me llevo este.
—Ok, ahora acompáñenos a la parte de calzados y joyería.
—¿Para qué?
—Hay que buscar los zapatos y joyas que combinen con el vestido.
—Pero no quiero joyas—, digo, jamás me ha gustado cargar colgantes en mi cuello más que solo la cadena que mi madre y mi padre me regalaron. La muchacha mira a mi jefe y este le indica con la cabeza que prosiga. Seguimos tras de ella, elijo las zapatillas y salimos del local.
—Me iré sola a casa—, digo ya estando fuera.
—¿Irse a su casa? ¿No sé supone que está trabajando? —, enchino los ojos porque no creo que este hombre me vaya a cargar de un lado a otro todo el día ¿Qué se supone que voy hacer toda la tarde con él?
—¿Y que más podemos hacer?
—Conversar, hay mucho de que hablar—, ruedo los ojos y procedo a ingresar al coche, ya estando dentro le indica al chofer dónde nos lleve —¿Me presta su celular un momento? —, le regreso a ver extrañada por la petición que me hace.
—¿Perdón? ¿Qué fue lo que pidió?
—Su celular—, achico más los ojos, tanto que lo veo borroso.
—¿Y por qué tendría que darle mi celular? ¿para que lo necesita?
—Solo démelo.
—Escuche señor Harris, no pienso dejarle que revise mis cosas.
—¿Por qué? ¿Acaso me engaña? —, suelto una carcajada que creo le hizo doler el oído al chofer. Cubro mi boca y me disculpo por si llegué a lastimar sus tímpanos, pero es que con las pavadas que dice este hombre me es imposible no reír, durante la mañana no había soltado sus chistes agrios, ya estaba tardando demasiado.
—¿Engañarlo? Pero como podría engañarlo si no tenemos nada.
—Estamos casados, y aunque no seamos una pareja real eso se debe respetar.
—Pues no tengo a nadie señor Harris, pretendientes me sobran solo que ninguna me interesa.
—De todos modos, quiero su celular, voy a enviarme los mensajes que usted no me envía—, enarco una ceja ante la locura que escucho.
—¿Quiere mi celular para enviarse mensajes? —, definitivamente este hombre está más que loco. Le entrego mi celular porque no tengo nada que esconder, a mi no me escribe nadie más que mi amiga y mi madre, una que otra vez mis familiares, pero solo es cuando necesitan favores, porque cuando no están necesitados, ni un mensaje preguntando; oye perro como estás, envían. Pasamos andando en el automóvil de un lado a otro, no sé que tanto tiempo a trascurrido, lo que si se es que me estoy cansando de dar vueltas. Al cabo de un rato Nikolai demanda —Vamos a casa de la señorita Harris.
—Si señor.
—¿Me va a dejar a casa? —, asiente aún concentrado en los dos celulares.
—No es necesario, puedo tomar un taxi.
—Tranquila, la dejaré a una cuadra para que su madre no la vea—, mi celular no ha parado de sonar desde que ese hombre lo agarró, quién sabe que conversación se está inventando —¿Ya solucionó el tema de su mamá? ¿Le hará saber que vivirá conmigo? ¿Necesita que esté presente para contarle sobre nuestro matrimonio?
—No pienso hacerle saber que estoy casada, mi madre no tendría porque saber que me casé con un desconocido el cual me amenazó.
—No la amenacé, solo estoy cobrando mi dinero—, dice con tremendo descaro.
—Como sea. El caso es que, yo no hablaré de esto a mi madre, más si dentro de un año seré engañada y me asesinaré—, rio en mis adentros al pensar en eso, cuando tomo en cuenta la gravedad del asunto me pongo seria —Será una muerte falsa ¿Verdad?
Me mira y masculle —¿Usted que cree?
—¿Quiere que me asesine de verdad? —, sonríe de medio lado —¡No le veo la gracia!
—Yo si, porque su rostro de terror me causa gracia—, ruedo los ojos y suspiro —Es obvio que no será una muerte real. Simplemente será la manera de terminar con la relación, solo mi familiares y conocidos sabrán de su trágica muerte. Eso sí, tendrá que irse del estado.
—No, eso sí que no. Yo no pienso marcharme de aquí, este es el lugar donde mis padres se conocieron, me hicieron y nací, así que no pienso abandonarlo.
—Bueno, ya veremos qué pasa. Tal vez no sea necesario que se asesine.
—Puedo saber…
—Sin preguntas—, dice concentrado de nuevo en el móvil —Todas las respuestas las obtendrá el sábado por la noche, quizás me juzgue y me tache de lo peor, pero tengo razones de sobra para hacer lo que estoy haciendo—, cada día este hombre me intriga más, quisiera que pronto llegue sábado para saber que mismo es lo que sucede con él.
Al poco rato llegamos a la cuadra cercana de mi casa —Mi teléfono—, digo al estirar mi mano.
—Un momento—, termina de enviar los últimos mensajes y me lo entrega —Mañana no nos veremos, el sábado por la mañana un auto vendrá por usted para llevarla al salón de belleza.
—Que sea al medio día, porque por la mañana estaré ocupada.
—¿En qué si se puede saber? Pregunto porque no tiene trabajo y solo trabaja para mí.
—Llevaré a mi madre al aeropuerto.
—¿La convenció de irse de viaje? ¿Por cuánto tiempo estará fuera?
—Son respuestas que no le daré—, digo al bajarme —Que tenga una buena tarde, señor Harris—, cierro la puerta y me dirijo a casa, ante de girar hacia la otra calle veo el auto del señor Nikolai parqueado más a bajo de dónde estaba cuando bajé de él. Continúo caminando, llego a casa y lo veo pasar, aunque no baja los vidrios polarizados sé que me está observando, ingreso rápido y cierro la puerta, estando dentro me paro en la ventana y ya no lo veo.
Suspiro profundo y me voy de prisa a la habitación, aprovecho que mi madre no está y escondo el vestido con los tacos que me compró. Seguido me tiro en la cama con los brazos abiertos y la mirada centrada en el techo, pienso en la locura que estoy haciendo, pero la verdad es que me está gustando esto de ser la esposa de mi jefe extraño, esperemos a ver que es lo que esconde.
Al momento que recuerdo que estuvo andando en mi teléfono por casi cuatro horas corro a revisar lo que ha escrito. Abro la boca al ver la cantidad de mensajes que se ha enviado y respondido, rio con cada uno de ellos, suelto grandes carcajadas al leer lo locamente enamorada que estoy de él. Había conocido personas locas, pero a este nivel no, definitivamente Nikolai Harris es un maniático.
Al día siguiente salgo temprano para que mi madre crea que en verdad estoy trabajando, se que me iré al infierno por mentirle de esta forma, pero es necesario hacerlo. Tomo el autobús para ir a casa de mi amiga, por suerte hoy está libre y así tengo todo el día para pasar con ella —¿Quién? —, pregunta.
—Yo, la mujer de tus pesadillas—, la puerta se abre y se lanza sobre mi y me abraza de pata y manos. Con su voz chillona empieza a contarme las aventurillas que tuvo el fin de semana anterior. Me quedo escuchándola hasta que se cansa de hablar.
—¿Y tú Vivi? ¿Qué ha sido de ti estas tres semanas? Desde que saliste del trabajo no me habías visitado.
—He estado buscando eso, trabajo.
—Estás cargada de sal, no duras ni una semana en los trabajos.
—Ya encontré uno en el que si duraré.
—Así ¿En cuál si se puede saber? —, no pienso comentarle sobre mi matrimonio falso, solo que trabajo para una de las industrias más importantes de Silicón Valley. Mery grita como perra alunada de la emoción que le causa saber que ingresé a trabajar en Silicón. Pasamos toda la mañana hablando, luego preparamos la comida y nos sentamos a ver televisión.
—¿Y te cercioraste que no sea casado? —, le pregunto porque siempre termina metiendo la pata.
—Pues no lo había pensado.
—Son tantas las relaciones en las cuales te han visto la cara de penca, y aún no escarmientas mujer—, me llega un mensaje y lo reviso, al ser de Nikolai sonrío, y mi estúpida sonrisa fue un delato para mí amiga.
—¿Sales con alguien?
—No—, digo al dejar el celular de nuevo en su lugar.
—Claro que sales con alguien, perra. Y ahora mismo me dirás quién es.
—No salgo con nadie. Quién me escribió es mi jefe.
—Y con un mensaje de tu jefe sonríes como una tontita. Dime, ¿es guapo? ¿te gustó? —, Mery insiste en quererme sacar información, pero no le digo nada, agradezco cuando suena el timbre, ella corre a ver quién es y vuelve corriendo —Es él—, chilla con emoción —Marcus está aquí—, suspiro por la repentina visita del nuevo amante que se consiguió porque así puedo escapar.
—Que bien—, digo al levantarme —Creo que tendrás una tarde muy ocupada y es hora de irme.
—Si—, grita y corre a la habitación, sale al rato arreglando su cabello, suelta el aliento en su palma por si tiene mal aliento —¿Estoy bien? —, pregunta y asiento con el pulgar —Antes de que te vayas te lo presentaré—, vuelvo alzar el pulgar. Mery abre la puerta y ante mis ojos aparece un hombre de ensueños.
—¡Bebé! —, se cuelga de su cuello y le da un beso muy fogoso. Tengo que carraspear la garganta para que paren. Mery me mira por el hombro y rueda los ojos —Ah, te presento a mi amiga.
—Vivianne Miller—, digo al estirarle la mano. El me la toma de inmediato y se presenta.
—Marcus Becker—, dice con una hermosa sonrisa.
—Gusto en conocerte Marcus—, dice lo mismo y vuelve la mirada a Mery —Bueno yo… me voy—, agarro mis cosas, me despido del tipo que se ve muy bueno, en esta vez Mery si se consiguió un buen galán, espero le dure y no la patee cuando se de cuenta de lo loca que está.
—Quedamos con una conversación pendiente—, dice entre dientes al momento que me despido de ella. Carajo, estoy segura que no me dejará en paz y no descansará hasta descubrir que me traigo con mi jefe. Cuando sepa la verdad se enojará por no haberle contado todo desde el principio, y eso podría ser un problema porque ella es tan alocada que siempre dice las verdades en bromas delante de mi madre, suspiro y quito de mi cabeza esos pensamientos, ya veré como la controlo.
Llego a casa y llamo a mamá, me contesta desde su cuarto, voy hacia allá y la encuentro preparando la maleta —¿Ya está todo listo? —, asiente, se sienta en la cama y hago lo mismo.
—¿Segura que no quieres venir conmigo?, mira que recién empiezas en ese trabajo y podrías renunciar, más que son unos abusadores para hacerte trabajar doce horas al día.
—No será todos los días así, como vez hoy salí temprano—, agarro las manos y suspiro —No te preocupes por mí, mamita, ya soy una mujer adulta y puedo cuidarme sola, además creo que estos meses que no vas a estar aquí me mudaré a casa de Mery, así estaré acompañada.
—¿Y ya hablaste con ella? Ya vez que es una loquita que cambia de novio como cambiarse de calzón, ¿no será incómodo que te quedes ahí?
—Ya no es así. Ahora está centrada en una relación, parece que este si la atará—, mentira, ese hombre se ve más mujeriego que todos los que le he conocido. Pero con tal de que mi madre se vaya sin preocupaciones, tengo que inventar una que otra mentira que al final de cuentas no le hace daño a nadie.
—Bueno, de todos modos, estaré llamándote todos los días.
—Ok, yo también te llamaré—, le ayudo a guardar el resto de cosas que aún reposan en la cama. Luego de eso me voy a mi habitación y me doy una ducha. Después de la cena nos quedamos viendo la televisión abrazada, cuando ya es muy tarde mamá pregunta.
—¿No deberías ir a descansar para trabajar mañana?
—Pedí la mañana libre, no podía dejarte ir sin despedirte en el aeropuerto, le digo al aferrarme más a ella. Mamá pasa sus manos por mis cabellos y deja besos en ellos.
—Te voy a extrañar mi Vivi—, da tierno besos que me hacen sentir muy amada, es tan hermoso sentir el calor del cuerpo de mi madre.
—Yo también te extrañaré, viejita…
Casi a la media noche me voy a la cama, al cerrar mis ojos me duermo de inmediato, soy como una bebé que duerme sin preocupación alguna. Al día siguiente me levanto a las ocho, el vuelo de mamá sale a las diez, mientras me doy una ducha y me preparo, ella realiza el desayuno. Después del desayuno nos dirigimos al aeropuerto, cuando llega el momento de despedirnos siento burbujas en mi garganta, mi pecho se aprieta porque es la primera vez que estaré lejos de mi madre —Cuídate mi niña. Trata de controlar ese carácter para que no te despidan.
—No me despedirán—, digo muy segura. Al menos por un año no será así. Y durante ese año ahorraré lo suficiente para ponerme un negocio y así no estar esperando que se dignen en contratarme —Cuidaré este trabajo, es lo que siempre he querido, pertenecer a una de las industrias de Silicón Valley, y por nada del mundo desperdiciaré esto—, suspiro —Ve tranquila, que yo aquí me las apaño.
—Dejé algo de dinero para ti en la caja.
—No debiste hacer eso. Son pocos los ahorros que te quedan, yo podía pedir un adelanto.
—No es bueno que pidas adelantos cuando recién empiezas a trabajar, así que ocupa ese dinero porque mucha falta que te hace.
—Te lo devolveré cuando cobre mi primer sueldo.
—No es necesario cariño, soy tu madre y la casa es tan tuya como mía—, no entiendo porque nombra la casa —Tambien tienes derecho a ocupar de ese dinero—, frunzo el ceño y espero me explique a qué se refiere con eso, pero en ese momento vuelven a nombrar su vuelo —Me voy cariño, cuídate.
—Ok, Ma, tú también cuídate—, le abrazo fuerte, no quiero soltarla, pero debo hacerlo porque de lo contrario perderá el vuelo. Mamá se va y siento como un vacio en mi pecho. Al momento que la pierdo de vista me doy la vuelta, limpio mis lágrimas y voy hacia la salida, estoy en espera de un taxi cuando el auto de él se parquea en frente, abre la puerta y sale.
—¿Qué rayos hace aquí?
—Vine a recogerla.
—Quedamos que era al medio día, además dijo que enviaría al chofer.
—No creo que alcance si va al medio día, debe estar lista antes de las seis porque estamos a hora y media de camino para llegar a mi casa.
—¿Entonces vive fuera de San Francisco? —, asiente y me hace un ademán para que ingrese. Soltando un suspiro me adentro al coche, inmediatamente mis pulmones se llenan de su aroma, huele tan rico que aquel perfume parece ser una droga que me debilita —Vivo en el condado de Sonoma.
—¿¡Qué!? ¿Y usted quiere que me mude a Sonoma?
—No es que solo quiera, va hacerlo. Así será por un año. No está lejos, solo es hora y media.
—¿Me quedaré encerrada en esa mansión hasta que se cumpla el año?
—Para nada, tendrá su libertad de ir y venir.
—¿Puedo solo llegar a dormir?
—Mientras yo no esté ahí si, pero cuando me encuentre en Sonoma debe estar a mi lado.
—¿Y que tiempos nomás serán? ¿Viaja mucho?
—Cuando realice un viaje señorita Miller, usted me tendrá que acompañar. Debemos ir a todos lados juntos—, suspiro y asiento. Hoy me siento muy afligida cómo para discutir con este hombre. Mi mamá se ha ido y siento que una parte de mi no está.
Llegamos al salón de belleza, las mujeres y hombres que trabajan ahí me llevan de un lugar a otro, lavaron mi cuerpo e hicieron una pulida en el, me colocaron tantas cosas que mi piel quedó brillante y suave, luego empezaron por mis pies, subieron a mis manos, y finalizaron en rostro y cabello.
—Lista—, dijo uno de los estilistas —Quedaste preciosa.
—Yo siempre he Sido preciosa—, digo con mi ego bien en alto.
—Pero con esto quedaste el doble mi reina—, me gira hacia el espejo. Es la primera vez que uso tantas cosas en mi cara, y la verdad es que estoy irreconocible.
Agradezco a todas las chicas y salgo, pensé que Nikolai estaría esperando por mi, sin embargo, ha dejado a su chofer —La llevaré a su casa y la esperaré para llevarla hasta el señor Harris.
—¿Se cansó de esperar su jefe? —, pregunto al ingresar al coche.
—Tenia cosas que hacer. Pasaré por él a las ocho y de ahí salimos para Sonoma—, explica. Suspiro profundo porque al fin sabré porque Nikolai Harris compró una esposa. Al rato llegamos a casa, bajo de prisa y me adentro a la habitación, tardo más de lo previsto porque no he empacado nada, solo tenía todo organizado para cuando volviera del aeropuerto empacar. Antes de salir cepillo mis dientes y luego retinto el labial, salgo del baño y me coloco el vestido y encima de este un abrigo. Una vez lista salgo de casa —Le ayudo señorita.
—Muy amable—, me cercioro que las viejas chismosas de mi barrio no me vean subir, aunque conociéndolas como son y la astucia que tienen para no darse a notar que están observando, es imposible que no me vean, además, este auto lleva parqueado más de media hora frente a mi casa, y ya con eso tendrán de que hablar por una semana. Al subir al coche enciende la marcha y salimos, mi corazón late de prisa al saber que hoy empieza todo esto. Al rato nos estacionamos en uno de los altos edificios —¿Qué hacemos aquí?
—El señor Harris se encuentra en ese coche.
—¿Se irá allá?
—No, nosotros nos cambiaremos a ese—, baja y me abre la puerta. No me quedé esperando que lo hiciera, solo que estaba en trance al saber que está noche conocería a su familia —Ya cambié sus cosas allá, señorita Miller, debe bajar porque guardaré el coche—, bajo de inmediato y me acerco al otro auto que es blindado en la parte trasera, la puerta se abre y todo ahí dentro está oscuro, solo escucho su voz y veo su mano estirada para ayudarme a subir, al hacer contacto siento una descarga que me obliga a retirarla.
—Puedo sola—, digo con el corazón acelerado. El solo sonríe —¿Por qué no enciende la luz? La oscuridad es muy tenebrosa.
—A mi me gusta la oscuridad—, dice acercando un poco su rostro, por el reflejo de la luz pública que se filtra logro verlo un poco —¿Está lista para empezar su actuación, señorita Miller?
—Si le soy sincera, estoy nerviosa. No sé a qué me vaya a enfrentar.
—Podrá con eso—, dice al rozar mis manos. Retiro mis manos de inmediato e inhalo aire —No es tan difícil—, continúa. Quizás para él no lo sea, pero para yo que jamás he tenido una relación es muy difícil. Lo que más me preocupa es que no se besar, y llegado su momento tendré que besarlo. Mierda, tendré que probar de esos labios que se ven suaves y apetitosos. Mi pecho sube y baja mientras imagino probar de esa boca.
Cuando escucho el auto encenderse suspiro con profundidad —Relájese—, dice —Aun falta una hora para que empiece el show—, trato de seguir su consejo, pero me es imposible, más con ese sonido de su móvil que suena cada instante y él no hace por contestar —Nos esperan ansiosos—, dice con algo de ironía. Esa hora y media que falta se va de prisa, cuando menos lo espero el auto ya se está deteniendo, mis manos heladas las aprieto y muerdo mi labio —Tómese su tiempo—, carraspea su garganta y baja, al segundo de estar fuera del coche extiende su mano —¿Lista?
—¿Y ese es el tiempo que me da que me tome? —, sonríe de medio lado, estando el a fuera y yo dentro puedo ver claramente su rostro, este hombre está más guapo de lo normal, no sé si es el traje que carga puesto o que, pero lo que sea le hace ver tan galante.
—Ya estamos atrasados señorita Miller—, suspiro profundo y me sostengo de su mano, al bajar lo miro directo a los ojos —Esta muy hermosa, señorita Miller—, mi corazón va de prisa, mis piernas tiemblan por la mirada de mi esposo.
—Oh, gracias por el alago, pero ya debe quitarme lo de señorita—, digo al desconectar la mirada —Entremos, mi amor—, sonríe y se gira, engancho mi brazo en el auto y caminamos hasta la enorme mansión. Al abrirse la puerta todas las miradas deparan en nosotros. Un murmullo se desata cuando Nikolai me presenta cómo su esposa, una mujer baja las gradas y se para delante de nosotros y grita con voz chillona.
—¿¡Qué!? ¿¡Qué fue lo que dijiste, Nikolai!? —, este me mira y sonríe.
—Lo que todos escucharon. Vivianne Miller es mi esposa.
—¡No! —, dice y llora —Es una broma, ¿verdad?
—Ninguna broma Eveling. Yo ya estoy casado.
—¿Por qué dices eso Nik? Está es nuestra noche, nos vamos a comprometer—, miro a Nikolai y no veo ni una pisca de remordimiento.
—Pues ya no, ya no podemos comprometernos porque estoy casado.