Meissa y Lindsey caminaba apresuradas por las calles oscuras, no pararon de caminar, hasta detenerse en un parque —¡Espera, por favor! —exclamó Lindsey—. Estoy agotada —dijo sacándose las zapatillas y sentándose en una banca, luego de repente se echó a llorar, aún sentía sus sentimientos embrujados, el temor latiendo dentro de ella Meissa la miró compasiva, tal vez estaban muy alejadas, y era cierto que se comportó como una desgraciada con ella, pero era su hermana, la quería, siempre lo haría —Lindsey… —¡No, Meissa! He tenido el peor de los miedos, creí que vería como te quemarían viva, ¿Por qué hacen esto? ¿Acaso no has pagado ya? ¿Cuándo nos dejarán en paz? Meissa no supo que responder y se sentó a su lado —Lo siento, lamento que estés enfrentando esto por mi causa. —¿Te acuerda