Cuando Ari entró por la puerta, Meissa pudo respirar, intentó abrazarlo, pero casi lo hace caer con todo y pastel, él puso la caja sobre la mesa y luego la abrazó —Pensé que ya no vendrías. —¿Qué dices? Siempre volveré a ti, no lo dudes, había mucha fila en la cafetería. —Ari, esté pastel debió ser caro, pudimos comer cualquier otro pastel. —No, yo quiero lo mejor para ti. Ella sonrió, sentía que no tenía más control de sus emociones cuando Ari estaba cerca de ella. —Debemos irnos —dijo Ari, él tomó el pastel y subieron a un taxi —¿A dónde vamos? Él sonrió —Ya lo verás. Pronto llegaron al muelle de Playa Firuze. Caminaron tomados de la mano, y Ariel le mostró el yate —¡Ari! Pero, ese yate es muy lujoso, ¡¿Cómo has podido rentarlo?! —No te preocupes, es de mi jefe, me lo pres