Cuando Ariel abrió los ojos, notó la ausencia de Meissa, se enderezó enseguida, sintiendo un miedo rotundo, ¿Dónde estaba? —¿Meissa? —exclamó apurado, pero no la encontró, se levantó y la buscó en el cuarto de baño, sin éxito, pero ella no estaba ahí, Ariel se apuró a lavarse el rostro y la boca, y se vistió, salió a la cubierta, y preguntó a un empleado —Bajó al muelle, creo que quería ir a la playa. Ariel bajó del yate, y caminó por la playa, cuando por fin la vio, sentada a la orilla del mar, pudo respirar, el amanecer estaba llegando, pero ella parecía cautivada viendo las estrellas, él se sentó a su lado —Me diste un buen susto, no te encontraba por ningún lado. Ella sonrió —Lo siento, desperté y te miré, y no tuve valor para interrumpir tu sueño. Él tomó su mano —¿En qué pie