Cuando Chad llegó a casa, encontró a Nuria tan enloquecida, él estaba golpeado y ella curó sus heridas
—¡Qué rayos! Chad, mírate, ¿Quién te hizo esto?
—Fue Ariel Rochester —dijo con voz débil, sentado sobre el sillón
Los ojos de Nuria le miraron grandes, no podía creerlo
—¿Ariel Rochester? Pero, ¿Por qué? ¿Qué le hiciste, Chad?
—¡No lo sé! Ese tipo compró mi empresa —dijo con la voz llena de rencor—. ¡Ahora no tengo nada! Mi cuenta bancaria fue saqueada, el banco me impuso injustas multas, ¡Estoy arruinado, Nuria! ¡Ayúdame! —gritó tomando las manos de la mujer, ella intentó alejarse y se levantó, él también lo hizo
—¡No te olvides que estamos juntos en esto! Tú y yo, si yo caigo, caerás conmigo, Inna Rochester murió por tu culpa, también, no olvides que querías ser mi esposa, y la ún
