Capítulo VII: Las cosas que compartimos

1740 Words
Meissa y Ari cenaron, platicaron del día, Ari mintió —¿Y qué es lo que haces en tu trabajo, Ari? —Bueno, hago trabajos de aquí y allá, así que, no tengo ahora algo fijo en realidad, pero, ahora no me va tan mal. Ella asintió despacio —Eso es bueno, es difícil tener un trabajo estable, pero, pronto estaremos bien. —¿Cómo te fue en el trabajo? Meissa bajó la mirada, recordar todo lo sucedido no le agradaba —Más o menos, espero tener mejores ventas. Ari llevó la mano a su bolsillo, sacó de su cartera mil pesos y los puso sobre la mesa —No es mucho, pero, de algo servirá en cuánto tenga más te lo daré. —¡Ari! ¡Claro que no! Es tu dinero, no puedo aceptarlo —dijo ella devolviéndole el dinero, pero él tomó la mano entre la suya, deteniéndola —Por favor, acéptalo, no me contradigas, además, vivo en tu casa, ahora compartiremos nuestra vida, ¿No es así? Compartiremos nuestros gastos, nuestra comida, compartimos el techo, y también compartiremos nuestra alegrías y penurias. Meissa no esperaba semejante declaración, ella sintió que un cosquilleo se revolvía en su interior, ¿Quién era él? ¿Por qué sus ojos le parecían dos estrellas brillantes? Nunca antes se había sentido tan sola en el mundo, y nunca antes encontró en una sola persona esa afinidad para querer compartir la vida, sonrió con las mejillas ruborizadas —Sí, Ari, lo compartiremos todo; tú y yo. Él sonrió de una forma tan dulce —¿Por siempre? Ella sonrió —Por siempre. —Espero que nunca te vayas a arrepentir —dijo con voz seria, ella rio un poco, lo tomó a broma —Nunca, nunca, me arrepentiré de ti, Ari —aseveró y el deseó que fuera cierto Meissa arreglaba el sofá donde Ari dormía, mientras él tomaba una ducha, él no tenía mucha ropa, y ella se debatía entre sí debía comprarle ropa o una cama con el dinero que le había dado «La cama le vendrá mejor, será peor para su espalda soportar el dolor de dormir tan incómodo» pensó Meissa fue a dormir, se recostó en la cama, se sentía tan cansada, pensó en Lindsey, solo ella le preocupaba ahora. Pronto se quedó dormida. Ariel no lograba conciliar el sueño aún, miraba el techo de la humilde casa, podría ir a vivir a cualquier lugar lujoso, pero dormía ahí, ella era la razón «¿Quién eres realmente, Meissa Alcázar? ¿Acaso solo eres una embaucadora de personas como dicen tus ex colegas? ¿O una asesina sin límites? ¿O realmente eres está mujer inocente a quien le tocó una vida injusta? Quiero saber quién eres de verdad, se siente tan bien estar aquí, a tu lado, como nunca lo imaginé. He pensado a donde podría ir, si no tuviera este refugio, quizás estaría en los peores lugares, quizás volvería al pasado oscuro, volvería a ser el príncipe de corazón roto, pero tú me mantienes preso entre estas paredes, prefiero ser tu mirlo enjaulado, que ser la presa de mis demonios» pensó, antes de que el sueño lo venciera. A la mañana siguiente, luego del desayuno, Meissa fue la primera en irse. Ari salió minutos después, un auto n***o y lujoso pasó por él, el señor King manejó hasta la mansión Rochester, aún quedaba tiempo para que Ariel se cambiara y después fueran a la empresa —King, quiero pedirte un favor —dijo El señor King le miró a través del espejo retrovisor —Estoy para servirle, señor Ariel. —Quiero que le hagas una visita a Lindsey Alcázar, e investigues quien está detrás del ataque que Meissa sufrió hace poco. —Sí, señor, lo haré. —No quiero que la lastimen, asústenla, solamente, pero no la lastimen. El señor King asintió sorprendido, Ariel Rochester nunca se preocupaba por nadie, y menos por ninguna dama, pero King ahora veía que se tomaba muchas consideraciones por el par de hermanas Alcázar. Nuria visitó a Allison Stellon, planeaban su fiesta de cumpleaños, Allison bebía de su copa de vino —Querida, tendré a todos los millonarios de la ciudad, todos vendrán, por algo soy la hija del alcalde. —Tu padre es el alcalde, Allison, pero no debes olvidar que ha sido impuesto por los ricos de la ciudad, así que, tu padre solo es un títere más. Allison la miró con rabia —Te equivocas, porque, pronto voy a casarme con el hombre más poderoso de la ciudad, y casi del país. Nuria Limmer la miró irresoluta —¿Vas a casarte? —Sí, lo haré, me casaré con nada más y nada menos que Ariel Rochester. Nuria se rio a carcajadas, casi estuvo por derramar su copa —Pero, ¡Qué graciosa broma! Casi me lo creía. —¡No es ninguna broma! —exclamó Allison con las manos en su cintura, estaba rabiosa, mirándola con ojos severos —Claro que sí, vamos, querida, ¿Acaso no sabes quién es Ariel Rochester? Nadie le ha visto la cara nunca, se dice que el abuelo Rochester lo tuvo alejado del país, y educándolo como un príncipe heredero, además, todo el mundo habla de que es un tipo arrogante, egocéntrico y severo, dicen que apenas y gusta de las mujeres, pero que es un misógino como su abuelo, así que, básicamente, dudo mucho que él te haga caso. —Pues estás equivocada, todo lo que has dicho, ha logrado prendarme aún más de él, y para que lo sepas, irá a mi fiesta de cumpleaños, y cuando esté ahí, voy a conquistarlo. Nuria no abandonó su gesto de mofa, hasta que un plan brillante vino a su mente —¡Allison! Tengo una brillante idea. Allison arrugó el gesto desconcertado —¿Vas a ayudarme? —Algo mejor, voy a hundir a Meissa. —¿A Meissa? —Sí, además será un buen espectáculo para tu futuro prometido, ¿No lo crees? Él la odia y disfrutará mucho de ver cómo es torturada. Allison la miró con gran desconcierto —¿A que te refieres con tortura? Realmente tus palabras me inquietan Nuria, no quiero hacer enojar a los Rochester, no solo porque quiero casarme con Ariel, sino porque, si lo hacemos enojar se puede volver peligroso. —Él estará más que complacido con que fastidiemos a la mujer que mató a su hermana, ¿No lo crees? Allison creyó que después de todo sería un buen plan y aceptó, ambas planearon bien la fiesta de cumpleaños. Lindsey estaba alistándose, saldría con una amiga a un bar, sus días desde que su hermana fue llevada presa se derivaban en trabajar como recepcionista en un despacho de contadores, y en salir cada fin de semana con sus amigas para intentar ligarse a un hombre rico que la liberara de tan miserable vida. Cada día, Lindsey sentía que se quedaría sola, sin el sueño perfecto de ser una esposa rica, criando hijos, y con vida cómoda, ese era su sueño luego de vivir una vida de penurias al lado de sus padres; su madre murió muy joven y su padre se volvió a casar con una miserable mujer que lo hizo abandonarlas, y dejarlas al cuidado de una tía. Meissa la cuidó mucho, y la ayudó para estudiar en un buen colegio de ricos, donde se acostumbró a una buena vida que no era de ella, cuando egresó y gracias al buen círculo de amigos que su hermana tenía, pudo estudiar en una buena universidad privada, con una beca completa, pero, luego, al salir, su futuro brillante se arruinó cuando Meissa fue encarcelada y todos le dieron la espalda, quedando estigmatizada. Se pintó sus labios de un rojo carmesí, cuando escuchó que alguien tocaba la puerta, y se apuró a abrir, creyendo que era su amiga, sin embargo, ante ella estaba ese hombre; alto, de ojos marrones, y de algunos cincuenta años, bien vestido con un traje inmaculado —¿Quién es usted? —Debo hablarle —dijo con firmeza, empujando la puerta y entrando de prisa Lindsey sintió un miedo en su interior, temiendo que de nuevo vinieran a amenazarla, sin embargo, cuando no vio a Nuria Limmer por ahí, se sintió confusa —¿Qué es lo que quieren? ¿Acaso nunca dejarán de irrumpir y amenazarme? ¡No soy Meissa! ¡Yo soy inocente, no he matado a nadie! —gritó frustrada —No vine a amenazarla, pero, usted intentó vender a su hermana a hombres perversos, dispuestos a abusar de ella. Lindsey abrió ojos enormes, no había escuchado esa versión de Meissa, creyó que la dejó con Nuria, pero nunca pensó que esa mujer se atrevería a tanto —Yo… —¿Quién le dio la orden de drogar a Meissa Alcázar y ponerla en peligro? Ella titubeó, tenía mucho miedo, no quería hablar, temía de Nuria Limmer y de los Rochester, se volvió una pequeña presa a punto de ser devorada —¡No se nada! ¡No lo sé! —gritó —¡Hable, ahora! —¡Los Rochester! —exclamó con voz titubeante El rostro del señor King se volvió un poema de incredulidad, eso no podía ser cierto, el abuelo Rochester ya no tenía autoridad para dar ordenes fuera de la mansión, sin consultarlo con Ariel, era una cuestión jerárquica, si Mariano Rochester quisiera actuar contra un enemigo, tendría que usar hombres ajenos a los guardias de la familia, pues nadie le obedecería. King la miró con ojos pequeños, esa mujer mentía, sacó su pistola y la apuntó directo a la cabeza —¡Estás mintiendo, pequeña mentirosa, di la verdad! ¿Quién te ha pedido que lastimaste a tu hermana? Lindsey cerró los ojos con mucho miedo, mientras lloraba. —¡Nuria Limmer! Fue Nuria Limmer, ¡Por favor, no me mates! ¡Ten piedad! Ella también me amenazó de muerte, soy solo una víctima más. El señor King bajó su arma, y la miró bien, le dio algo de lástima, supo que no mentía, eso tenía sentido para él, pero ahora debía averiguar porque a pesar de haber acusado a Meissa del asesinato de Inna Rochester, Nuria seguía odiándola y dispuesta a arruinarle la vida «Ya veremos que dirá el señor Rochester, creo que si Meissa Alcázar le importa tanto como lo creo, Nuria Limmer pagará por todo esto» pensó
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