- Abby Salvatore, acompáñame, por favor. – la chica volcó los ojos. Ya se estaba volviendo una jodida rutina el ser llamada por la secretaria. Algo le decía que tenía que ver con el cretino atractivo que tenía como tío. Recogió sus cosas y se encaminó junto a la secretaria. La pelirroja se aclaró la garganta y acomodó sus lentes, buscando atraer la atención de la chica. Abby la miró interrogante, por lo que la mujer voluptuosa procedió a hablar. –¿Qué es el señor de usted? - cuestionó con la cara roja. El hombre que había solicitado la presencia de Abby en la dirección, la ponía nerviosa y con una sensación hormigueante en el cuerpo entero. Tenía que saber si el hombre se encontraba casado, para así matar la ilusión que empezaba a manifestar en su pecho con las dos únicas veces que tuvo
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