Klim. Cuatro meses antes.
TT: "¿Estás aquí?"
Ángel: "Ahora sí. Acabo de salir de la ducha."
TT: "Te extraño".
Ángel: “Yo también. He estado pensando en ti todo el día".
TT: “Lo que hiciste ayer está fuera de mi cabeza. Quiero continuar."
Ángel: "¿Cuál es el plan para hoy? ¿Solo nuestro apartamento? ¿O quieres inventar algo nuevo?
TT: "¿Por ejemplo?"
Ángel: “Vamos a un castillo medieval. O en otro mundo.”
TT: "¿Lo que sea?"
Ángel: “Lo que quieras. Hoy haré lo que me pidas".
TT: "¿Lo que yo ordene?"
Ángel: "Si. Te obedeceré en todo."
TT: "¿Que vas a lucir hoy?"
Ángel: “Quiero ser morena. Con ojos verdes o no, el violeta es mejor. ¿Como quieres tu?"
TT: "Los ojos violetas y que haya un vestido corto y rojo".
Ángel: "¿Dónde me vas a amar? Aunque no. Quiero que me folles."
TT: “Entonces, en nuestro apartamento. ¿Soy predecible?”
Ángel: “Para nada. Me gusta aquí. Me siento en la cama y abro las piernas. ¿Qué ves?
TT: "Puedo ver lo mojada que estás. ¿Me deseas?"
Ángel: "Sí. Sólo a ti."
TT: "Me arrodillo frente a ti y miro durante mucho tiempo. Eres muy hermosa. Y cuando fluyes para mí, quiero lamerte.”
Ángel: "Hazlo. Me acuesto, abro las piernas lo más que puedo. Cierro los ojos. Me imagino que ves la abierta que estoy para ti, y me sentiré..."
TT: "La forma en que mi lengua va entre tus piernas. Hacia arriba. Despacio."
Ángel: "Me muerdo el labio para no gemir. Tu lengua está muy caliente. Quiero sentirla por dentro."
TT: "Entro dentro de ti con mi lengua y empiezo a follarte. ¿Te gusta?"
Ángel: "Locamente. Te quiero. Me enciendes con media palabra"
TT: “Yo también te quiero. Después de que te corras por primera vez, dejando tu sabor en mi lengua, me alejaré y solo te miraré. Cuando te sacudes del orgasmo, eres especialmente hermosa”.
Ángel: "Descríbeme"
TT: "Vientre contraído y coño mojado. Creo que cuando tienes un orgasmo, aprietas la sábana, arrugándola entre tus dedos. Son delgados, sin anillos y otras porquerías. Con los ojos cerrados, todavía sientes placer. Te muerdes los labios. Y antes de eso, tu estabas gritando mi nombre.
Ángel: "Me gusta. ¿Entrarás en mí hoy con tu m*****o?”
TT: "¿Quieres tenerlo en ti?"
Ángel: "Sí. Mucho."
TT: "Entonces pídemelo."
Ángel: "Te ruego, te suplico cógeme más fuerte."
TT: "Una vez más."
Ángel: "Por favor, fóllame. Quiero sentir tu polla en mí."
TT: “Mejor. Me apoyaré en mis manos a cada lado tuyo. El m*****o descansará contra tu coño. ¿Está lista para aceptarlo?
Ángel: "Podrías lastimarme. Pero trataré de aceptarte por completo."
TT: "¿Quieres que te estiro un poco con los dedos?"
Ángel: “Hoy no. Hoy quiero que duela.”
TT: “Y yo quiero. Si, quiero que sientas el dolor un poco."
Ángel: "Entonces empieza. Estoy lista."
TT: "Eres perfecta para mí... simplemente perfecta..."
Solo un apodo. Cinco letras. “Ángel.” Sin nombre, sin edad, sin apariencia. Pero me golpeó de tal manera que me vuelve loco. Si en el lugar de este “ángel” era alguna ninfómana de cincuenta años, aun así, no la dejaría ir. Porque en la web no era así. Tú te puedes imaginar todo, puede ocurrirte algo completamente loco, rompiendo frenos.
Ayer follamos en un restaurante, hoy en "nuestro" apartamento. Mañana podría decir que seremos dos, y ella sola, y “Ángel” seguiría estando de acuerdo. Y me excitarán unas pocas palabras en la pantalla de mi celular.
Sentí el dolor de una erección reventando mis jeans, excitarme aún más, solo pensando en esa morena en vestido rojo, y al final llamé a la que me liberará de la tensión s****l.
— ¿Ira? Hola. ¿Estas libre ahora? Si. Ven. Pagaré un taxi por la mañana. Bueno. Estoy esperando.
Toqué mi teléfono celular con la barbilla, debatiéndome entre dejarlo o marcar algo para “Ángel” en chat. Durante el último mes, no me había separado de mi teléfono móvil en absoluto. Me dormía con él, me despertaba con él. Era como estar atrapado en una red, en el verdadero sentido de la palabra. Y a mí, un hombre de veintiséis años, me gustó. Desde el momento, cuando veía un ícono de contacto "Ángel" verde, el estado de ánimo saltaba un poco más. Incluso en los peores días.
TT: "Ahora te voy a engañar".
Ángel: "¿Otra vez? Ella es la quinta en el último mes. ¿O ya follaste con esa?
TT: "¿Estás celosa?"
Ángel: "No. De verdad, que no. En nuestro apartamento, eres solo mío. El resto no me molesta".
T.T.: "Está bien, pero es todo raro."
Ángel: "¿Por qué?"
TT: “Lo nuestro es como un sustituto de la realidad.”
Ángel: "Yo también pienso así."
TT: "Sigamos volviéndonos locos."
Ángel: "Si esto es una pregunta, entonces lo haremos."
TT: "Y si no es una pregunta, lo haremos de todos modos."
Ángel: “¿Sigues conmigo? ¿O ya te fuiste a follar a otra?”
TT: "No, estás celosa, ¿verdad?"
Ángel: "No estoy celosa. ¿Pensarás en mí, cuando estarás en ella?".
TT: "¿Quieres eso?"
Ángel: "Yo sí. Sé que es egoísta. Y no tenía la intención de entrar tanto en tu vida..."
TT: "Pero lo hiciste"
Ángel: "No fue mi intención"
TT: "¿Perdón?"
Ángel: "No. ¿Y tú?"
TT: “Yo también. Para nada. Algo que ya quería tener es a ti."
Ángel: "¿Ella es hermosa?"
TT: "Bonita"
Ángel: “Vale, vete con ella. Entonces, me contaras cómo te fue."
TT: "No quiero"
TT: "Ángel, ¿estás ahí?"
TT: "Maldito sea, Ángel, espero que no estés hablando en serio en este momento..."
Enojado, tiré mi teléfono celular en el sofá y me senté a la mesa, sirviendo un generoso trago de whisky en un vaso. Ella lo hizo a propósito. Sobresaltaba enojada, fingía estar celosa. O tal vez estaba realmente celosa. Yo actué como un idiota. Me enamoraba de una que nunca había visto y probablemente nunca la vería. Nos conocimos en un chat, donde fui solo por interés. Jamás me faltaron tías, y no entendía por qué otras personas iban a lugares como este chat.
Desaparecí allí inmediatamente. Desde la primera noche. De las dos primeras palabras escritas por Ángel: "Hola armas". Quién se escondía detrás del apodo, no lo sabía. No me importaba, así que cuando nos comunicamos en privado, inmediatamente acordamos que no daríamos ningún nombre ni enviaríamos fotos. Aunque no fue difícil para alguien como yo averiguar, quién se escondía bajo el apodo de "Ángel". Pero no quería. Primero por cautela, y luego todo era sin importancia, excepto lo que teníamos entre nosotros y eso me bastaba.
Ángel: "Tienes razón. Sí, maldita sea. ¡Estoy celosa!"
TT: "Así está mejor. La verdad es imprescindible en nuestra relación, querida. ¿Debería mandarla a casa?"
Ángel: "No. Te entiendo, no puedes dejar la vida pasar, por una ilusión. De todos modos, solo tendremos esto. ¿Y cuánto tiempo? No lo sé."
TT: No digas cosas así. Creo que estoy obsesionado contigo. Si me pides, la mandaré a casa, sin ningún problema. Porque te prefiero a ti."
Ángel: “Es mutuo. Pero no debería ser así".
TT: "¿No te gusto?"
Ángel: "Me gustas. Pero eso asusta."
TT: "¿Qué? ¿Mi amor?".
Ángel: "¡No! ¡Me encanta!”
TT: “¡No te entiendo!"
Ángel: "Ahora no te lo dire."
TT: "¿Por qué?"
Ángel: “Te contaré después. ¿Estarás mañana?”
TT: "Por supuesto. Seguramente por la tarde.”
Ángel: "¿Pensarás en mí?"
TT: "Solo en ti. Ya lo sabes. Te voy a extrañar. ¡No! Ya te extraño."
Ángel: “Y yo solo estoy por ti. Nos vemos mañana."
TT: "Nos vemos, mi Ángel".
El teléfono sonó, pero ahora de llamada. Era Vadim Serov, mi amigo y mentor. Él, como yo, no creíamos en el suicidio de mi padre.
– Klim, - exclamó. – ¡Eres muy afortunado!
– ¿En qué sentido?
– Morozov está buscando un guardaespaldas para su hija loca, – dijo.
– ¿Qué pasó con el viejo? – Levanté una ceja con sorpresa.
– Ese idiota se la dejo escapar de él, ella se emborrachó como una cuba y estrelló el auto de su novio con ellos dentro. – Explicó Serov. – Esta es tu oportunidad de conseguir la entrada en la casa de Morozov. Debes convertirte en guardaespaldas de esa loca.
– ¿Cómo te lo imaginas?
– Pienso que pasarías la selección en condiciones generales, no lo dudo, porque yo mismo te preparé. Eso no da ninguna sospecha.
Serov era el guardia de mi padre, después de su muerte nos ayudó mucho a mi madre y a mí. Hizo desaparecernos, como si nosotros muriéramos en aquella casa quemada, cambió nuestra documentación, nos envió a San Petersburgo y después me ayudó en la investigación del asesinato de mi padre. Entonces, llegamos a la conclusión de que Anatoly Morozov estuvo involucrado en su muerte, porque después de eso su negocio se fue hacia arriba, y el cincuenta por ciento de las acciones de la constructora “Mermor”, que pertenecían a mi padre, de alguna manera extraña, terminaron en las manos de Morozov.
Este hombre me quitó mi padre y me robó lo que debería haber sido mío. Para vengarme de él, estaba listo para cualquier cosa.
– Para mejorar tus posibilidades, te conseguí unas recomendaciones, – dijo él.
– Estas seguro, ¿qué me escogerán? – Pregunté con duda.
– Estoy seguro. ¿Has estado soñando con esto durante mucho tiempo? Tu pasado en las fuerzas especiales y mis contactos, te abrirán puertas. – Contestó alegremente. – Aplica todas tus habilidades seductoras. Sabes a lo que me refiero.
– No lo dudes, haré todo de la mejor manera posible, – respondí con la misma alegría.
Finalmente, podré vengarme, ahora tendré una oportunidad real de ingresar en el lugar santísimo de su clan – su casa y su familia. "Lo más probable es, que fue allí donde guardó documentos falsos sobre la transferencia del negocio de mi padre a Morozov y la falsificada contabilidad de su empresa. ¡Tenía que haber algo ilegal! Y si logro de romper el corazón a su única hija, será aún mejor. Porque ese canalla debe pagar por todo. Por todo lo que hizo a mi madre y a mí y de lo que me privó." – Estaba pensando yo, ardiendo con esta idea de venganza. Mi tiempo había llegado. Me convertiré en el guardaespaldas de Victoria Morozova.
– ¿A qué hora debo estar allí?
– Mañana a las ocho, preguntas por Sergey Vavilov, es la mano derecha del jefe de seguridad de Morozov, toda la documentación tuya, ya la mandé hoy por la mañana, – comentó Serov.
– Bien. Allí estaré, – contesté y colgué el teléfono.
Cerré los ojos por un minuto y de nuevo mi memoria dibujó un recuerdo de esa última noche con mi padre. Cenamos con toda la familia, discutiendo entre risas sobre mis éxitos en la escuela y el deporte. Yo acababa de regresar del campeonato nacional entre juniors de triatlón y orgullosamente le mostré a mi padre la medalla de oro. Mamá apretaba amorosamente la mano de él. Todos éramos felices. Entonces, sonó esa llamada inesperada y todo cambió, como por arte de magia. Mi padre se levantó de la mesa, y en los ojos de mi madre apareció el miedo, que después de eso se instaló para siempre en ella. Entonces no entendía nada, o más bien no le di importancia, fui capturado por mis pensamientos sobre un futuro brillante y Lena, la chica en que estaba interesado.
Mi padre se encerró en su despacho y por la mañana encontramos su cadáver con la cabeza ensangrentada en la mesa y una pistola en la mano. Mamá llamó a Serov y a la policía. Solo que la policía concluyó de inmediato que se trataba de un suicidio, porque mi padre se arruinó y su empresa se quebró. Al día siguiente, todas las cuentas de mi padre fueron bloqueadas, los acreedores comenzaron a amenazarnos y Serov organizó el incendio de nuestra casa y nuestra muerte. Entonces, desapareció la familia de Iván Markelov, y aparecieron la viuda y el hijo de Vladimir Tarov. Sospechaba que mi madre sabía algo más, pero nunca quiso contarme nada y por la enfermedad que sufrió después de todo, no me atreví presionarla.
– Cariño, no tenías cerrada la puerta, – ronroneó la rubia tetona en mi oído, deslizando sus manos frías detrás del cuello de mi camisa, haciendo estremecerme de la sorpresa.
– Te estaba esperando, por eso la abrí con anticipación, – dije sin saludar, porque me olvidara completamente de ella.
Al principio quería mandarla de vuelta, pagando las molestias, pero luego sentí el deseo de olvidarme y relajarme. Además, después de una acalorada conversación con Ángel, necesitaba liberarme de la presión s****l con una mujer real, que pudiera apretar contra mí cuerpo, desvestirla lentamente o no, porque no tenía ganas de mucho preludio, y simplemente sentirme en ella y follar.
– Vamos rápido.
– ¿Ahora? – Ira hinchó sus labios fruncidos. – ¿Sin calentarnos? ¿Al menos, tendrás una bebida para la dama?
– ¿Y sin alcohol ya no puedes de ninguna manera? – sonreí sarcásticamente, bajando los pantalones.
– Qué malo eres hoy. – Su rostro solo reflejó brevemente el trabajo del pensamiento, pero ella, obviamente, decidió de inmediato, que no necesitaba discutir, se acercó y respiró en mis labios. – Me gustas. Amo a los chicos malos.
Solo asentí abajo con la cabeza, dejé mi teléfono y puse mis manos sobre su cabeza. Mientras la chica trabajaba profesionalmente con su boca, yo cerré los ojos e imaginé a Ángel en su lugar. Salió pésimo. En mis fantasías con ella, la enseñaba a tomar mi m*****o más profundo o incluso quitarle su virginidad, porque Ángel no sabía hacer nada de lo que yo quería obtener de ella. Era mi eterna virgen.
– Vamos, hazlo más rápido. – Mi mano se posó en la parte posterior de la cabeza de la rubia y la presionó, obligando a Ira a casi sumergir mi polla en su boca. – Más rápido.
Ella aceleró sus movimientos y yo gruñí de placer, aliviándome directamente en su garganta. El placer fue agudo, pero la satisfacción no fue ninguna. Empujé perezosamente la cara de Ira lejos de mí y me abotoné la bragueta. Ahora me sentí mejor, incluso en mi cabeza empezaron aclararse las ideas de venganza. Gracias a Ira, al menos la tensión de los últimos días se estaba disipando poco a poco.
– Klim, ¿qué te pasa hoy? ¿Quizás puedo ayudarte? – dijo.
Me reí y me giré hacia la rubia. Maldita psicóloga.
– Todo está bien. Es que estoy un poco... ¿Pasarás la noche aquí?
– Si necesitas más, lo haré.
Coquetamente soltó la chaqueta, que cubría sus grandes pechos. ¿Para qué? Vi todo en detalle en todos los lugares y nuevamente sonreí. Es tonta perdida.
– No necesito. Suficiente por hoy. Pero si quieres pasar la noche, no te echaré.
– Te dije que eres malo hoy. Mejor que me vaya, – dijo ella, arreglándose frente al espejo.
No dije nada más. Puse un billete de cien dólares en su bolsillo y fui a la cocina a por otro trago.
La puta sensación de que estaba engañando a Ángel no me soltaba y me enfadaba. Ella no existía en el mundo real, pero sentí su verdadero deseo de mí, más fuerte, que las emociones reales. Ángel no era más, que mi imaginación. Pero, por alguna razón, parecía más real que todas mis mujeres juntas. La aventura virtual, la que comenzó hacía un mes, como una inocente aventura que percibí con una cuota de sano escepticismo y una burla, ahora resultó ser una especie de necesidad, y no podía imaginarme un día sin ella. O noches. Y eso me enfermaba aún más.
Pero tenía que dejar las tonterías y empezar a planificar mi entrevista de mañana.