Klim.
Era imposible sacarla de la cabeza. Sobre todo, después de lo que pasó. Ella misma no sabía, que en este momento tenía más poder sobre mí, que cuando ordenaba o mandaba. Hoy recibí la primera dosis codiciada de su veneno, solo un poco, pero la adicción era instantánea, convirtiéndola en mi droga de la que no puedes salir como la morfina. O la tomas toda tu vida, convirtiéndote en una basura, o te retuerces y mueres en agonía sin otra dosis.
Me levanté del sofá, lentamente pasé mi mano por la mancha oscura en el tapizado. ¿Por qué necesito todo esto? ¿Como si la vida no me golpeara lo suficiente? Bajé a la playa, senté en la arena tibia y miré las olas. Casi logré calmarme, si no fuera por el maldito pensamiento de que no usamos protección. Mi debilidad y pérdida de control podrían
