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1041 Words
Cuando abro los ojos, siento sus manos apretar mi mano. Sus ojos estaban cerrados, las pestañas estaban levemente quebradas y me pareció un buen ángulo para tomarle una foto. ¿Sacarle una foto? ¡No sé! Me pareció una buena idea. Con mucho cuidado hice que sus manos me soltaran. ¡Era el primer chico con el que compartía la cama! Agarré mi móvil y le tomé las fotografías. Me puse de pie, fui al baño y me acicale un poco. Alfredo y César seguían durmiendo. Comencé a vestirme, necesitaba salir a caminar. —¿A dónde vas? —me pregunto Anuel. Yo estaba por cerrar la puerta detrás de mí. Retrocedí un poco. —Voy a caminar. Nos vemos en el comedor. Sus ojos tenían rastros de sueño, estaban un poco hinchados. —Vale. ¡Esta bien! Cuídate. Cerré la puerta. Conecte los auriculares a mi celular y puse play. Camine por el pasillo principal, a las orillas había muchos árboles, abandone el área de las cabañas y me concentré en llegar hasta la orilla del riachuelo. ¡Necesitaba unos minutos a solas! Me senté en el pasto y al final terminé acostándome. ¿Por qué me sentía extraño? Era como si una sensación, los sentimientos y pensamientos comenzarán a enredarse adentro de mí. El tacto de Anuel seguía muy fresco en mi mano. Sus labios estaban entrecerrados, sus párpados soñando y el pecho le subía al ritmo de su respiración. ¿Por qué seguía pensando en él? ¡No tenía caso! El cielo tenía unas cuantas nubes, el sol ya comenzaba a alumbrar y el matutino se veía entre azul rosado. De pronto sus ojos me estaban mirando. Él estaba de pie y me incorpore al instante. —¡Buenos días! Así que también te gusta madrugar. Obed estaba junto a mí. —¡Buenos días! Sí, bueno, no realmente. Solo quería salir a pensar antes de empezar el día. —¿En qué pensabas? ¿Debía decirle? No hable al instante. ¡Él era un —En el futuro. Mentí. Yo estaba pensando en mis emociones. —¿En el futuro? Supongo que eres un adolescente centrado. ¿Qué piensas sobre el futuro? ¡Claro! Si te estoy incomodando no es necesario que respondas. Sus ojos estaban bien atentos a mí. —¿Qué pasará mañana? ¿Pasado mañana? ¿Dentro de una semana? ¿Qué nos ocurrirá? Parecía pensar en mis preguntas. —¡No lo sé! A ciencia cierta no se sabe cómo será el futuro con exactitud. Asentí. —En eso pensaba. En como es que él futuro a veces puede ser incierto. —¿El destino? —¡No creo en el destino! El destino escrito es una creencia que nos roba la libertad de elección. El destino lo vamos haciendo nosotros con las decisiones que tomamos. Su forma de mirarme demostraba que él estaba sorprendido por mis ideales. —¿Por qué estás aquí? Es decir, eres muy joven como para estar en un lugar como esté. ¿No te va bien en la escuela? —¡Me va bien! Pero quiero aprender cosas nuevas. ¿Eso está mal? El viento matutino era agradable. Los pajaritos comenzaban a cantar. —No. Para nada. ¡Esta bastante bien que quieras aprender! ¿Te inscribiste a otro taller aparte de construcción? —Me inscribí a agricultura pero estaba pensando en renunciar. —¿Renunciar? ¿Por qué deberías renunciar? —Pues porque siento que la construcción es algo pesado y consume mucho de mi tiempo y energías. Sus labios se curvaron en un gesto muy curioso, sus cejas iban de acuerdo a toda la curiosidad de Obed. —¿De verdad pensaste de esa forma? Solo llevas un día en el taller y ya te estás agotando tu mismo. ¡Quizá si te hace falta pensar en el futuro! No te puedes rendír a la primera. Él tenía razón. —¿Debería permanecer en ambos talleres? —La decisión es tuya. Prometo apoyarte para que puedas lograrlo. ¿Lo decía en serio? Sentí bonito. ¡Tenía su apoyo! —¡Gracias! —No agradezcas. Esta mañana puedes pasar a recoger tu horario semanal de talleres con Barenas. ¡Lo lograrás! Aprendes muy rápido. —Me esfuerzo. Me gusta aprender. Asintió con su sonrisa. Sus ojos brillaban con los rayos matutinos del sol y pude ver el color claro de unas pupilas bellísimas. —¿Irás al baile de bienvenida? —¿Baile de bienvenida? —Si. Bueno Roger anuncio que el baile sería ayer por la noche, pero al final se cancelo y lo movieron para el día sábado. ¿Irás a divertirte? —No lo sé. ¡Probablemente! Le diré a los chicos. —Deberías venir. ¡Eso me gustaría! ¿Le gustaría? Comencé a comprender que la plática estaba tomando un curso totalmente diferente. —¿Ir por ti? Sus cejas se curvaron con expectación a mí. —Bueno. ¡Tal vez sí! —¿Me estás invitando? Su mirada se pinto de un toque se rubor. ¡Se había chiveado! —Pues sí. Me sorprendió. De repente mis pensamientos volvieron a la secundaria, a esa etapa en la que un chico había estado intentando ser más que mi compañero. Me límite a sonreír. —¡No te preocupes! Yo… —¿Tienes novia? ¿Novio? ¿Alguna relación? Negué. —No. —¿Te molesta si te digo que quiero conocerte más allá del ámbito laboral? Me impacto su pregunta. ¡Solo un poco! —¿Conocerme más? —Desde que te ví sentí una chispa. ¡Me atraes de cierto modo! Y suelo ser directo con temas como esté. ¡Me gustaría conocerte más! Pienso que eres un gran chico. ¿Pensaba eso de mí? ¡Completamente estupefacto! —Gracias por decirme esto. Yo. Mira. La verdad es que no había pensado en cosas como estás que me dices. ¡Ojalá mi pasado fuese distinto! —¿Tú pasado? —Mi pasado es aquella historia que nunca podré saber como contar para que no suene tan difícil y llena de drama. —¡Entiendo! No me entrometeré más. —Esta bien. No tengo problema. —¿Qué harás está noche?
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