Capítulo 10: La mente olvida, pero el cuerpo recuerda

1899 Words
Aseguró en ese tono profundo, hipnotizaste que él tenía, seduciéndolo con el sonido de su voz. Gavin estaba perdido. Sentirlo sobre su piel, sus manos, su boca, su voz, todo se combinaba para que su pene y su culo dolieran con la necesidad de estar lleno de él. Gavin quería pedirle que lo tomara ahí, con fuerza, rápida y profundamente, en ese mismo momento la otra mano de Raymond se movió y deslizó bajo su camiseta por su pecho. Tomando y dando vueltas a su dilatado pezón. Gavin sintió correr su sangre directo a su polla como un sendero líquido, haciéndolo quemarse y latir con el deseo. — Te deseo. Gavin susurró, sacudiendo su cabeza hasta que cayó hacia atrás contra el hombro de Raymond. >>— Por favor. Su voz se convirtió en un gemido profundo cuando Raymond aumentó la presión sobre su pezón y lamió los pliegues interiores de su oído. Mientras se deslizaba de arriba y abajo por detrás de él, su polla estaba firme y gloriosa contra su nalga >>—Raymond. Gimió su nombre sobre sus labios, su aliento entraba en bocanadas ahora, pequeñas ráfagas de aire empujaban su pecho más firme contra su mano. —Me encantas, bebé. Él le dijo suavemente, su mano derecha se deslizaba por su cadera al frente de su pantalón. >>— Mi hermoso Gavin, siempre tan listo, tan receptivo, tan deseoso de mi polla. Él aflojó el lazo de sus pantalones de pijama y ellos se deslizaron hacia abajo por sus piernas, para reunirse alrededor de sus tobillos. El aliento de Gavin corrió rápidamente cuando sintió el aire fresco sobre su polla ¡Oh Dios, Raymond, tócame! ¡Por favor, tócame! Pero no podía decir las palabras en voz alta. No podía pensar solo sentir. Raymond tenía razón, su cuerpo lo reconocía, lo ansiaba y lo necesitaba. Lo deseaba con todas sus fuerzas, con todo su ser. Él bajó su cabeza para descansarla sobre sus brazos, ya no podía resistir y se movió en la dirección de Raymond, en señal de rendición. — Sí, Gavin, sí. Canturreó Raymond. Él lo rodeó con sus manos y lo inclinó hacia atrás suavemente sobre sus nalgas, mientras se arrodillaba detrás de él. >>— Hermoso. Le susurró, él ajustó sus piernas manteniéndolas abiertas y, como si lo recompensara. Le dio un mojado beso con la boca abierta sobre la mejilla de su nalga, pasando su lengua a lo largo de la piel. Las rodillas de Gavin casi se doblaron, pero las manos de Raymond lo sostuvieron agarrándolo de sus muslos. — Quieto. Le susurró. >>— Hay mucho más por venir, bebé, entonces tienes que ser fuerte. Él hizo una pausa y pasó sus manos de arriba hacia abajo por sus piernas. Su mente casi entumecida con el placer de las manos de Raymond sobre él. Su aliento soplaba sobre sus nalgas, no le dio nada de tiempo para contestar antes de que su lengua pasara con fuerza por el delicado anillo de su ano. Literalmente lamiendo como si de un gato se tratase. Gavin jadeó y sus piernas se doblaron cuando él involuntariamente tiró sus caderas hacia su boca. Era solo una frase, Gavin sabía que sin duda esto lo habían hecho antes. Pero ahora era razonable que se sintiera como un maldito virgen ante su primera vez. — Hazme un favor bebé, sé bueno y pásame el aceite de la repisa. Al principio a Gavin le costó concentrarse. Pero instintivamente alcanzo la botella de aceite de cocina y con mano temblorosas se lo entrego. >>—Buen chico. Ronroneó Raymond, él giró en el suelo para luego colocarse lejos de la encimera, y dobló su cabeza de modo de poder lamer y chupar su dura polla, mientras sus dedos trabajaban con su culo. Raymond estaba tan concentrado en su tarea que entre la neblina de su ansiedad y lujuria, él podía oír a Gavin sollozar contra la mesa. Pobrecito. Él orgullosamente, había tenido razón, una reacción no se podía fingir, Gavin no estaba actuando cuando se lo follaba. Podría haberle robado y engañado con su amante u otros hombres. Pero Raymond dudaba que alguno lo follara también como él. Furioso con tan solo esa idea, hundió profundamente en su culo un dedo aceitado. Sería mejor con el lubricante, pero él era bueno improvisando, además no quería arriesgarse a pensar mejor las cosas y arrepentirse. — Raymond, por favor. Él jadeó y Raymond supo inmediatamente lo que estaba pidiendo, conocía mejor que cualquier otro su cuerpo. Succiono con fuerza uno de sus testículos en su boca y al mismo tiempo empujó dos dedos profundamente en su culo, el grito de liberación de Gavin fue música a sus oídos. Cuando sus caderas pararon su empuje frenético contra su boca y dedos, Raymond se levantó. Él levantó a Gavin arriba de la mesa y lo giró, entonces lo besó, con fuerza y posesivamente, obligando a su boca a abrirse y empujando su lengua en un duelo con la suya. Rodeo con su brazo una de sus piernas levantándola, logrando así conseguir que su mano regresara hacia su culo. Esta vez tres dedos violaron la apretada entrada, quedando amortiguado en su boca el grito de sorpresa mezclado con placer de parte de Gavin. — Voy a follarte hasta que te desmayes. Susurró contra sus labios, ante sus palabras, el propio deseo de Gavin se elevó otra vez. Su sangre comenzó a pulsar y polla volvió a la vida —Sí, por favor. Dijo con voz temblorosa, Raymond inmediatamente lo giró otra vez y colocó sus manos sobre la encimera. Teniendo especial cuidado con el brazo enyesado. — Tus deseos son órdenes para mí, bebé. Le dijo, su voz oscurecida por la pasión, lo dobló con cuidado y levanto su camisa sosteniéndolo sobre su espalda para que no le obstruyera la visión, lo volvía loco de lujuria ver su polla hundirse una y otra vez en ese apretado culo. Su urgencia repentina hizo que la lujuria de Gavin se intensificara y jadeara como él mientras se encargaba de sus pantalones, los cuales al parecer se empeñaban en no cooperar. — Deprisa, Raymond. Él pidió con voz estrangulada, de repente Raymond agarró sus caderas y lo levantó sobre la punta de sus pies, él usó un pie para impulsar sus piernas a abrirse más. Gavin condescendió, y luego Raymond lo penetró con un solo golpe de su polla, empalándolo hasta su empuñadura sin preámbulos. Gavin no pudo suprimir un grito estrangulado cuando el placer y el dolor se quemaron mezclados en él. — Sí, bebé. Jadeó Raymond mientras él empujaba despacio y regularmente en él. >>— Tómame todo, cariño. Todo esto es para ti. Gavin se encontró cantando su nombre. Mientras su amante comenzaba a bombear frenéticamente en él. Dobló sus rodillas y empujó hacia arriba, casi levantando a Gavin de sus pies. — ¡Oh Dios! Gavin gritó. >>— Raymond, esto siente tan bien, tan profundo, duro y maravilloso. Sollozó de placer en sus brazos cruzados sobre los cuales él doblaba su cabeza. Su nueva posición logró que el pene de Raymond resbalara más profundo en su siguiente empuje y él casi se olvidó de respirar. Gavin gemía de placer, incapaz de formar palabras. Raymond se empujaba en él dos o tres veces — Raymond. Gritó cuando sintió cómo su mano se apoderaba de su erección. Comenzó a bombear su polla mientras no reducía para nada sus empujes. Gavin jadeaba ahora, casi delirante con el placer. Él lo sostenía con fuerza por las caderas mientras sus empujes aumentaban. Los sonidos mojados de la caliente follada llenaban el aire, Gavin no podía controlar sus gemidos de placer. No quería hacerlo. —Tan bueno… Bebé. — ¡Raymond! El gemido apretado de Gavin llenó el aire alrededor de él, mientras sentía cómo contraía con fuerza las paredes de su culo alrededor de su polla. Empujó profundo. Lo bastante profundo como sentir cada espasmo de su corazón. Deleitarse en el calor mojado y apretado mientras él retrocedía sobre su polla moliendo su dulce culo. Suavemente, contra él, montando su polla con fuerza. — Sí, bebé, sí, así, Gavin. Los susurros de Raymond eran guturales. Él estaba sobre el borde. Mientras más duro él lo montaba. Más cerca estaba de su propio éxtasis. De pronto, Gavin empujó contra él en un ritmo rápido, estable. —Otra vez. Dijo, su voz era áspera. Él se levantó sobre sus brazos, irguió su cabeza y la apoyó contra el hombro de Raymond. Su risa fue leve e inestable cuando él dobló su cabeza y mordisqueó sobre su cuello. — Te ha gustado, ¿Verdad? Él le preguntó. Los gemidos de Gavin fluyeron del uno al otro después de esto. Raymond no podía contar donde terminaba uno y comenzaba el otro. Su sangre comenzó a palpitar al ritmo de sus caderas y su voz. Él lo folló duro. Empujándolos a ambos. Queriendo y necesitando hacerlo, correrse otra vez antes de que él desatara su propia pasión, sin estar seguro de poder hacerlo. — Córrete conmigo, Raymond. Suplicó Gavin de una voz quebrada. >>— No puedo esperar, Dios, fóllame. Él gimió, su culito estaba tan mojado y caliente que Raymond sintió a su v***a quemarse con el placer. — Sí, sí. Él susurró, no podía esperar tampoco. Sentía que su orgasmo ya subía por su polla desde sus pelotas. Gavin se estremeció y convulsionó, él oyó un grito estrangulado. El calor de su propio semen se elevó por su polla y él lo sintió reventar libre. — ¡Gavin! Él gritó. >>—Gavin. Repitió en un gemido. Era todo lo que podía decir. El placer era demasiado intenso. El calor de su apretado canal se elevó cuando se llenó con su semen y él se estremeció de modo incontrolable mientras sentía su polla tironear dentro de él una y otra vez. Cuando él recobró su juicio. Gavin sollozaba suavemente, inclinado pesadamente sobre la fría encimera de granito. Él se había caído hacia delante contra él, y su cara presionaba su cuello. Él tragaba aire, como si hubiera participado en una carrera. — Gavin, Dios, ¿estás bien? Él apenas reconoció su propia voz. Era tan ronca, él sacudió su cabeza. Sus sollozos se hicieron más fuerte. Raymond rápidamente salió de él y lo hizo girar, apretándolo contra sus brazos. >>—¿Te hice daño? Háblame, Gavin, por favor. Pidió, su corazón en su garganta, casi ahogado de preocupación. ¿Qué le había hecho? Gavin solo levantó sus brazos alrededor de su cuello y se colgó apretándose mientras seguía llorando, aunque parecía calmarse, Raymond lo sostuvo con fuerza, una mano acariciaba su pelo. >> — Me estás asustando. Le dijo él con dulzura. Ahora que ya no tenía la neblina de la ira sobre él. Se estaba arrepintiendo de ser tan duro. >>— Está bien, todo está bien… Dímelo, Gavin, por favor. — Esto fue maravilloso y hermoso, Raymond. Finalmente, habló con una vocecita, su cara se apretó contra su cuello, Él se sintió más confuso que nunca. ¿Si esto ha sido maravilloso por qué lloraba? Como no sabría qué contestar, tomó la decisión más segura. Volvió a abrazar al hombre más pequeño y lo consoló hasta que sus sollozos pararon. Después lo guio de nuevo a la habitación y volvió a hacerle el amor.
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