Capítulo 4: Lienzo en blanco

1653 Words
Gavin observó las blancas paredes que lo rodeaban. El personal le había informado que se encontraba en el Hospital a causa de un accidente. No tenía la menor idea de donde quedaba ubicado el hospital. Ni mucho menos el cómo había terminado ahí. Había despertado, solo, desubicado y con mucho dolor. Miró la escayola en su brazo. El médico le había asegurado que había tenido suerte, y él discernía con esa opinión, ¿cómo podía llamarle suerte al haber perdido la memoria? Se llevó una mano a su cabeza. Sintió el grueso vendaje, una de las enfermeras le dijo que recibió un fuerte golpe. No había traspasado el cráneo. Pero había necesitado unas puntadas. Tomó una respiración profunda y cerró los ojos, recargándose más contra las almohadas. Gavin luchaba por romper la capa de niebla que envolvía su cerebro. Pero murmuró una protesta al abrir los ojos porque no quería saber nada de la realidad. Lo que quería era seguir bajo aquella manta de oscuridad que lo protegía. Su instinto le decía que estaba mejor así, sin recordar, sin saber, ¿Por qué? No había nada para él una vez despierto… Su vida era un agujero n***o, no recordaba ni su nombre. Gavin Hill. Le habían informado las enfermeras, intentó recordar algo más, buscar alguna respuesta… Pero su pasado era como un paisaje borroso. Saliendo de la cama con piernas temblorosas logro ponerse de pie. Le dolía todo el cuerpo. Lentamente, se acercó a la ventana, agradecido de que alguien le hubiera traído un pijama. Aunque no tenía idea de quién había sido. Tal vez alguien del personal había sentido lástima por él. Tendría que averiguar quién, para poder agradecerle. Con la mirada perdida observó lo que había a su alrededor, ¿A dónde iría al salir de allí? El hospital no podía mantenerlo en esta habitación para siempre, aun cuando tuviera amnesia, sus lesiones no eran tan graves. Puesto que nadie lo había llamado o visitado. Tal vez en su vida no había algo que valiera la pena recordar… Toda esta situación era ridícula. Una psicóloga había venido y lo había evaluado. Gavin recordaba cosas sin importancia. Como las capitales. Los grupos de Rock. Sabía leer y escribir, pero cuando se le preguntaba en qué calle vivía. Su comida favorita o el nombre de su esposa… Nada, miró sus manos, no tenía alianza matrimonial, así que suponía era soltero. Su médico tenía la teoría de que podría estar bloqueando algo de manera subconsciente. Tenía que ser algo realmente grande si le había quitado todos sus recuerdos personales. —¡No puedes entrar ahí! —¡Ya he esperado lo suficiente! Voy a entrar, llama a seguridad si quieres, mi abogado viene en camino. Gruñó una voz masculina. —Solo se le permite entrar a su familia. —Tú sabes quién soy, eres un entrometido. La voz del hombre era como el terciopelo, la puerta se abrió dando paso a dos hombres. Pero Gavin solo tuvo ojos para el gran hombre vestido de traje oscuro, su mirada fue hacia la cama, al encontrarla vacía, escaneo la habitación hasta que lo vio. —No deberías estar fuera de la cama, bebé. En silencio, Gavin contemplo al extraño, ¿O no lo era? ¿Era alguien a quien conocía? ¿Qué lo conocía a él? Era una presencia dominante, alto, fibroso, de ojos grises, era realmente apuesto. Debería preguntarle quién era y qué hacía allí y… un segundo, ¿Lo había llamado bebé? Con decisión, el hombre se aproximó hacia él. Con las manos enmarcó su rostro. Sus pulgares acariciaron sus pómulos, donde él sabía que unas contusiones estropeaban su pálida piel. Tragó saliva, sus manos se elevaron por propia voluntad, para tocar al hermoso hombre, sabía que debería tener miedo, no tenía idea de quién era, pero el miedo era la cosa más lejana en sus emociones. Una comodidad extrañamente familiar lo cubrió. Por alguna razón, su presencia aliviaba algo del pánico que lo había asaltado toda la semana, él lo conocía y podían llenar algunos de los espacios en blanco en su cabeza. —Debes marcharte, Griffin. Ordenó un hombre desde la puerta. Gavin lo observó, era tan alto como el hombre moreno, tenía el cabello pelirrojo y los ojos claros. Pero era también un desconocido para Gavin. —Tú eres él que nada tiene que estar haciendo aquí Russell, es mi pareja, ni siquiera sé por qué estás tú como su contacto en caso de emergencia. El hombre pelirrojo se cruzó de brazos, Gavin no entendía nada, ¿Quiénes eran estos dos hombres? ¿Pareja? Sintió un mareo al darse cuenta de lo que significaba… Era homosexual. —Creo que eso responde a tu pregunta, tú no sabes nada sobre él, eso demuestra lo mucho que te importa, muchas veces se lo advertí a Gavin, pero estaba cegado por ti. Cuando el hombre moreno se apartó de él dando un paso amenazador hacia la puerta. Gavin lo sujetó por el brazo, tenía que detenerlo, además no quería que se alejara. El hombre miró sus manos y después a su rostro, lo que vio debió de haber sido convincente porque le sonrió tranquilizadoramente. —Están alterando a mi paciente. Dijo el Doctor Aldrich entrando en ese momento en la habitación. >>—Les pido caballeros que terminen esta discusión en el estacionamiento. Miró severamente a los dos hombres, después se acercó a Gavin, no supo si fue por instinto o porque, pero él se apretó contra el hombre moreno. >>—No debería estar fuera de la cama Gavin. Vamos, te ayudaré a volver, tengo que revisar las suturas. Gavin no quería moverse, confiaba en el doctor, pero no quería que el hombre moreno se alejara. El hombre de ojos hermosos debió de leer su miedo porque intento tranquilizarlo. —Vamos, bebé, te ayudaré. Intervino ¿Cómo lo había llamado el hombre rubio? Griffin, no obstante, estaba seguro de que ese no era un nombre, sino apellido. —¿Quién eres? Preguntó mientras se acomodaba en la cama, él le sonrió. Miró al doctor que estaba comprobando algunas cosas en una tableta, después miró hacia la puerta donde estaba el otro hombre y regreso su mirada a él. —Soy Raymond Griffin… Tu prometido. —¿Prometido? Chilló demasiado alto. Le pareció escuchar una maldición por parte del hombre pelirrojo, pero su mirada estaba trabada en esos hermosos ojos grises. >>—Lo… Siento, no recuerdo nada… —Lo sé, he hablado con el médico. Sin embargo, eso no importa ahora. Lo importante es que descanses y te recuperes para que pueda llevarte a casa. —¿A casa? —Sí, a casa. —¿Dónde está mi casa? Odiaba tener que preguntar, odiaba estar hablando con un extraño… Pero no lo era. Era su prometido, ¿No debería su rostro despertar algún recuerdo?, Raymond iba a contestar a su pregunta, pero al mismo tiempo el hombre pelirrojo se colocó al otro lado de la cama. —Tu hogar está en Wyoming. Ya he avisado a tu familia Gavin, tus padres no deben de tardar en llegar. —¿Tengo familia? Sintió sus ojos picar, no estaba solo en este mundo como había pensado. Cuando despertó y se encontró en una habitación fría y le explicaron lo que había pasado, había estado desesperado porque nadie había ido a verlo. Porque nadie estaba a su lado y ahora tenía familia y un prometido. —Tienes padres, tres hermanos, una hermana, cuatro sobrinos, dos cuñadas, muchos tíos e infinidad de primos, tu familia es muy grande. Le explicó el pelirrojo, odiaba no saber cuánto significaba ese hombre para él. ¿Serían muy amigos como presentía?, Miró hacia Raymond, él miraba fijamente al otro hombre, rabia estaba escrito en su rostro, ¿Por qué? —Gracias… Susurró al pelirrojo —Andrew. Le dijo entendiendo la pregunta no formulada. >>—Somos amigos desde hace algunos años. Eso explicaba por qué estaba él como contacto en caso de emergencia. Pero no tenía sentido. Si tenía un prometido, ¿no era él quien debería de ser su contacto de emergencia? —Caballeros, mi paciente necesita descansar y yo tengo que hacer algunas revisiones. Ambos hombres asintieron. Gavin miró al hombre que decía ser su prometido. Tenía tantas preguntas. —No lo pienses ahora bebé, sé que muchas cosas no tienen sentido en este momento. Pero con el tiempo todo volverá a su lugar, no debes apresurarte. El médico ha dicho que poco a poco irás recuperando la memoria. —¿Y si no es así? Exclamó él entonces, agarrando las sábanas con fuerza, Raymond alargó una mano para tocar su cara. —Cálmate, Gavin. Que te angusties no es bueno. La forma en que pronunciaba su nombre le resultó extraña. —¿Puedes contarme algo sobre mí…? ¿Cualquier cosa? —Ya habrá tiempo para que hablemos más adelante. Dijo él, acariciando su frente. >>— Por el momento descansa, estoy preparándolo todo para llevarte a casa. —Pero… —También me haré cargo de tus padres cuando lleguen. Tengo muchas cosas que arreglar. Estaré afuera organizando todo, duerme un poco. Todo sonaba tan… Impersonal, no había ninguna emoción, ninguna alegría. Era como si estuviese recitando una lección que se había aprendido de memoria, como intuyendo que estaba a punto de hacer más preguntas. Él se inclinó hacia delante y le dio un beso en la frente >>—Descansa, bebé, yo tengo que preparar muchas cosas, el médico me ha dicho que, si todo va bien, te darán el alta en un par de días. Cuando la puerta de la habitación se cerró. Gavin sintió que una lágrima rodaba por su rostro, debería sentirse aliviado porque no estaba solo. Pero la presencia de Raymond y de Andrew no lo había consolado en absoluto. Al contrario, se sentía más aprensivo que antes, aunque no podría decir por qué.
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