Capítulo 2:Una dura verdad

1885 Words
Esa noche lo había cambiado todo, admitía que secretamente había sentido profunda atracción por su jefe. ¿Quién no?, él era la fantasía s****l de cualquier mujer u hombre gay en la faz de la tierra. Raymond era alto, moreno, ojos color gris, con esos trajes a medida que siempre usaba, era el hombre más imponente, sensual y atractivo que él hubiera conocido. Recordó la primera vez que lo vio en traje de baño en la playa. Gavin estuvo seguro de que su mandíbula había caído a la arena. Habían ido a un viaje de negocios, por un nuevo hotel que Ray iba a diseñar. En esa ocasión él no supo cómo logro hacer todos los apuntes que su jefe le pidió. No pudo concentrarse y estaba seguro de que más de una vez babeo encima de su tableta al contemplar esos músculos definidos. Fue toda una hermosa tortura. Pero mientras él soñaba con ese hombre perfecto. Raymond no sabía ni que existía. Para él era solo su asistente y nada más. Muchas veces se lo demostró. Puesto que no tenía ni una pizca de remordimiento al pasar delante de él con infinidad de amantes. No importaba si eran hombres o mujeres, uno de los grandes defectos de Raymond era que jugaba para los dos bandos. Él era un hombre muy s****l, y en una ocasión que había estado muy bebido a Gavin le había tocado ir a recogerlo al hotel. Le comentó que para él no importaba el género, lo que era importante era tener sexo y disfrutarlo. A Gavin le había parecido tan frío e insensible, pero era su jefe y no podía juzgarlo, además al siguiente día él no recordó nada. Había estado tan ebrio que ni siquiera supo cómo llego a su apartamento. Gavin había llegado a la conclusión que jamás tendría ninguna posibilidad con su jefe. El que mostrara repentino interés en él fue muy abrumador, pero jamás olvidaría esa noche, la primera que cambio su vida. Desvió su vista a la revista que había colocado a un lado de él. En la portada estaba la foto del hombre que tanto lo perturbaba, ¿Cómo se había enamorado de él tan rápido? Cuando Ray le pidió dejar su trabajo y mudarse con él. No lo dudo. Lo dejo todo. Su familia no lo sabía, era el trato que tenían. Raymond le pidió guardar el secreto, por lo general mantenía su vida privada lejos de la prensa. Gavin acepto que no le entusiasmaba tampoco que su vida personal estuviera en las revistas del corazón. Meses después, él no aspiraba a ser rico, o tener fama, y Raymond era una persona pública. Aun así, siempre se las arregló para mantener a la prensa alejada de su vida privada, pero en ocasiones… La prensa lograba obtener algunos datos interesantes, como en esa ocasión. Apretó los labios mientras observaba la foto de primera plana donde Ray aparecía con una hermosa rubia en un evento que no le menciono… Le dolía, estaba comenzando a preguntarse si valía la pena estar con Ray. Él quería todo, lo que más deseaba era poder anunciar a los cuatro vientos su amor por él, quería poder salir juntos a cenar, presentarlo a su familia, había ocasiones en que se sentía como un sucio secreto. —Es hora de irnos. La voz de Derek lo hizo levantar la cabeza. >>—Me han avisado que el vuelo del señor Griffin está a punto de aterrizar, estoy seguro de que quieres tener tiempo de arreglarte. Él siguió la mirada hacia sus vaqueros desteñidos, sus deportivas y su camisa blanca. Era ropa sencilla pero cómoda para él. Pero ahora solo la utilizaba cuando Raymond estaba de viaje. A él le encantaba complacerlo, por esa razón Gavin vestía elegante y sofisticadamente. Se encontraba completamente depilado como a su hombre le gustaba. Su piel era suave y sedosa. Si sus hermanos los vieran no dejarían de burlarse de él. Eran hombres de rancho, no delicadas flores. Pero Gavin hacía todo con tal de hacer feliz a Ray, lentamente le sonrió a Derek, para él era más un amigo que otra cosa. —Tienes razón, es hora de irnos. Se levantó tomando la revista, antes de subir al auto, la lanzó a un cubo de basura. No quería volver a verla, la ignorancia era la mejor opción. Pero lo cierto era que no podía seguir engañándose, tenía que hacer algo, poner las cartas sobre la mesa y realizar su última jugada. Estaba agotado y lo único que quería era descansar un rato. Pero tenía que decidir cómo iba a sacar el tema de su relación. Unos días antes había dicho que estaba contento con su vida. Pero necesitaba afrontar la realidad. Necesitaba seguridad, quería saber el terreno que estaba pisando. Ver esa foto lo había hecho pensar en los últimos meses con Raymond. Lo quería con toda su alma. Pero no sabía bien dónde iba aquella relación. Ray parecía estar loco por él y el sexo era fantástico. Pero ahora necesitaba algo más que acostarse con él durante unos días al mes o cuando su apretada agenda lo permitía. Estaba entrando en el dormitorio cuando Raymond salió del cuarto de baño con una toalla en la cintura —¡Raymond! Has llegado antes de lo que esperaba. Cada vez que lo miraba era como la primera vez: se le ponía la piel de gallina, ese era el efecto que ejercía en él. —Parece que viste a un fantasma, bebé. Sonrió —Derek dijo que tu vuelo apenas llegaría. —Digamos que fue una mentira piadosa. Comentó dando un paso hacia él. >>—Amor. Hasta parece que no estás feliz de verme en cambio yo… te extrañe enormemente. Dijo quitándose la toalla y tomándolo por los hombros para apoderarse de su boca. Un gemido escapó de su garganta. El sabor de Ray era como una adicción de la que no se cansaría nunca. Por voluntad propia. Sus dedos se enredaron en el pelo oscuro. Empujando su cabeza hacia abajo… él era unos centímetros más alto. Le encantaba eso. El lado domínate de su amor lo hacía volverse loco. —Llevas demasiada ropa. Murmuró Raymond. Mientras le quitaba la camisa. Sabía que deberían parar. Tenían que hablar de lo que estaba pasando. Gavin debería de estarle gritando y echando la bronca, por lo que sucedió en los Ángeles anoche. De hecho, ni siquiera sabía qué había pasado. Solo tenía como evidencia la foto de esa mujer en la alfombra roja de ese evento con el titular que decía La nueva conquista de Raymond Griffin>> fuera de eso, ignoraba completamente que más sucedió ¿Quién era la mujer? ¿Qué interés tenía Ray en ella? ¿Eran amantes? ¿Anoche fueron a otra parte después del evento? Tenía muchas cosas que preguntar. Pero lo había echado tanto de menos. Que no podía resistirse. Quizá una parte de él deseaba disfrutar de aquel momento antes de que las cosas cambiasen de manera irrevocable entre los dos. —¿Me has echado de menos? Preguntó Ray con voz ronca. Gavin gimió cuando Ray comenzó a acariciar sus pezones. —Siempre. Él se inclinó para tomar su pezón en la boca. Grito de excitación cuando sintió sus dientes morderlo ligeramente. —Quiero que me lo digas. Su voz dominante lo hizo estremecer. —Te he echado de menos, Ray. En cuestión de segundos, los vaqueros y la ropa interior habían desaparecido y Raymond rápidamente lo tumbo en la cama. Le encantaba provocar esta reacción en él. Ray lo deseaba y no hacía nada para disimularlo. De la mesita de noche tomó el lubricante y rápidamente lo preparo, su necesidad era urgente y primaria, un momento después ya estaba listo para fundirse en él. Gavin se arqueó hacia él mientras lo poseía, agarrándose a su espalda, siempre era así, a un paso de la desesperación, el deseo que sentían el uno por el otro consumiéndolos. Mientras le hacía el amor murmuraba cosas que lo hacían arder. Sus palabras eran como una caricia mientras ambos llegaban al orgasmo, Gavin apoyó la cabeza en su hombro, saciado y contento. Debió quedarse dormido después por qué. Cuando abrió los ojos. Raymond estaba tumbado a su lado, con un posesivo brazo sobre su cintura. Lo miraba perezosamente, sus ojos grises ardían de satisfecho deseo. Al verlo así, casi le hizo dar un paso atrás en la decisión que había tomado. Muy en el fondo sabía que si destapaba la caja de pandora todo estaría terminado. Pero, tenían que hablar, nunca habría mejor ocasión que esta, quién sabe cuándo tendría otra oportunidad, últimamente Ray siempre estaba de viaje de trabajo, cuando estaba en la ciudad casi todo el día se encontraba en la oficina. ¿Pero por qué la idea de preguntarle sobre su relación lo llenaba de temor? —¿Ray…? Su voz sonó titubeante. —Dime, bebé. —Hay algo de lo que quiero hablar contigo. Él se estiró, apartándose un poco para verlo mejor. Sus cejas se fruncieron, su mirada era inquisitiva y con el cabello desordenado de hombre que acababa de follar lo estaban distrayendo. Se veía realmente sexi. —¿De qué quieres que hablemos? Murmuró, alargando una mano para acariciar una de sus tetillas, gimió ante la caricia. —De nosotros. Gavin sujetó la mano traviesa entre la suya, evitando que lo distrajera con más caricias. El rostro de Raymond se convirtió en una máscara de indiferencia, tanto que lo asustó. Incluso no fue necesario seguir sujetando su mano, él rápidamente se apartó de su lado, esto sería más difícil de lo que había imaginado. Con un suspiro se levantó, decidido enfrentar esta situación mejor vestido. Ya se sentía demasiado expuesto y vulnerable —Te prefiero desnudo, bebé. Comentó Raymond al ver que Gavin se ponía los calzoncillos. —Tenemos que hablar y creo que me sentiré mejor así. Raymond dejó escapar un suspiro de resignación mientras se sentaba en la cama, cubriéndose con la sabana. —No te he visto en casi una semana, ¿Qué es eso tan urgente que no puedes esperar hasta mañana? Te deseo de nuevo, bebé. Gavin también lo deseaba, pero ya habían comenzado a hablar, si no lo hacía ahora se acobardaría. —Quiero saber lo que sientes por mí y qué piensas de nuestra relación. Empezó a decir nervioso. Tomó una respiración profunda porque de repente sintió que se ahogaba. >>—…Y quiero saber si hay un futuro para nosotros. ¡Listo! Lo había logrado. Ahora no había marcha atrás. Solo esperaba que la respuesta que Ray le diera fuera la que él más deseaba escuchar. Apretó los labios, en un gesto de contrariedad. —Ah, es eso. Comentó Raymond levantándose. No le gusto la actitud de Ray, hasta pareciera que Gavin le hubiera preguntado algo sin importancia, como el clima o la hora. —Solo necesito saber qué sientes por mí, si hay un futuro para nosotros. Tú nunca hablas de nuestra relación más que en presente. Ray se enredó la sábana en la cintura, camino hacia donde él se encontraba lo sujeto por la barbilla. —No tenemos una relación, Gavin, yo no tengo relaciones y tú lo sabes. Eres mi amante. —¿Tu amante? ...
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