Capítulo 5 Una invitación

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Punto de vista - James Ocho años después… —¡Buenos días nena! Abro lentamente los ojos a la luz de la madrugada. Mientras mis ojos se adaptan a mi brillante entorno, veo a Krista vistiéndose junto al vestidor. Krista, la hija de un amigo de mi padre, fue literalmente empujada hacia mí por mi madre, que estaba preocupada de que no volviera a sentar la cabeza. «Todavía quiero ver nacer y crecer a mis nietos». Pensaba rechazarla, como solía hacer. Pero Krista, que también estaba siendo empujada a sentar la cabeza, me propuso que mantuviéramos una relación del tipo “amigos con beneficios”. —Podemos disfrutar de la compañía del otro en la cama, y además nos quitamos a nuestras familias de encima. Una situación en la que todos salimos ganando. Y no te preocupes, no pienso casarme. Ahora, seis meses después, seguimos con ese acuerdo. —Deberías irte o llegarás tarde al trabajo. —Soy el director general. Una hora de retraso puede pasar. —Cierto... bueno entonces CEO, me adelantaré. Estaré en París durante una semana, así que no me verás por aquí durante un tiempo. Adiós. —dice, saludando con la mano mientras se va. Empiezo a levantarme de la cama para ducharme, pero oigo el zumbido de mi teléfono. Compruebo mi teléfono y veo que es la tía Rose la que llama. —Buenos días, tía Rose. —Buenos días, señor, espero no molestarle. —En absoluto... y por favor, deja de llamarme señor, tía Rose, ya no eres mi secretaria. Solo llámame por mi nombre. La tía Rose se jubiló dos años antes. A la edad de cincuenta y ocho años, decidió jubilarse anticipadamente para poder pasar más tiempo con sus nietos. Incluso cuando se jubiló, seguimos en contacto de vez en cuando. —Oh, sí, querido... Lo siento, siempre me olvido. Los viejos hábitos son difíciles de cambiar. De todos modos... Solo llamaba para recordarte que tengas la agenda libre para este sábado. —Por supuesto, tía Rose, no me perdería el cumpleaños de una encantadora dama. —¡Oh! Qué halagador eres James. Y sé bueno, trae a tu novia, quiero conocerla. Suspiré internamente. Los últimos meses he estado evitando cualquier interacción innecesaria entre Krista y mi familia. No quiero que se metan demasiado en nuestra relación. No pensamos llevar nuestra relación a un nivel superior. —Lo siento tía Rose, Krista no podrá acompañarnos. Está en París. —Es una pena. Hubiera sido encantador tenerla. Bueno entonces querido no te olvides de traer al Señor y a la Señora Edwards. —No hay problema tía Rose. Nos vemos el sábado.
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