Emma se enderezó sobre la cama, Albert estaba a su lado, sentado, la miraba con compasión —Entonces, es el final, ¿Cierto? ¿Cuánto tiempo me queda, Albert? Por favor di la verdad. —Emma… el tratamiento ya no funciona, podemos intentar otro… —No quiero, ya estoy cansada, Albert —dijo con seguridad —Emma, por favor, debemos llamar a Ryan. —He dicho que no, dime, sin tratamiento, ¿Cuánto tiempo me queda de vida? Albert tragó saliva, sintió tristeza por Emma —Sin tratamiento, tal vez… dos meses, máximo, Emma, no puedo hacer lo que pides, ¡Es una locura! —¡Hazlo por mí! —suplicó llorosa—. Te lo pido como madre, por mis hijas, Albert. Por favor. —Ryan no me lo creerá. —Lo va a creer, porque yo lo reafirmaré. —Es algo absurdo, Emma, recapacita, ¿Cómo puedes pensar en algo así? —No me