Comencé a caminar para salir de aquella habitación y los pasos de Emery fueron torpes detrás de mí, ya que yo tiraba de su mano para que lo hiciera. Giré mi cabeza para mirarla.
—Pero, ¿Qué demonios haces? —me preguntó.
—Tú solo camina —le dije y tiré más de su mano, para acercarla a mí.
Miller salió de la habitación.
—Emery ¿A dónde vas? —le preguntó.
—Tenemos cosas que hacer, Miller. —contesté por ella.
- Emery, te estoy hablando —dijo él.
Detuve nuestros pasos y me giré a verlo.
— ¿Acaso no te has dado cuenta de que estas enfermo? Así de pie y encima descalzo no vas a curarte más Miller, será mejor que vuelvas a la cama.
Vi como su cara se tornaba rojo de la rabia.
— Emery, vuelve aquí —le exigió de manera autoritaria, como si ella fuera un perro o algo así.
Ella lo miró fijo
