No hay un nosotros

1316 Words
Todos los recuerdos vinieron a mi cabeza. Morgan, mi matrimonio, divorcio, cada cosa fue buscando su lugar haciendo de mi cabeza un lío. Donan me seguí besando, pero de un momento a otro puse mis palmas en su pecho y abandoné el beso demandante. —Detente, Donan —lo quité de encima incorporándome en el sofá —. Es suficiente. Suelto un suspiro con mi respiración dificultosa, ni siquiera puedo mirar a Donan a la cara, la manera en que nos besamos, fue bastante intensa. «¿Por qué me besaste así?». Hay muchas preguntas en mi cabeza sin respuesta, cada día tengo más dudas, estoy más confusa y existen acertijos que no logro descifrar. —Vamos a fingir que no sucedió—declaré, tomando mi bolso para salir. —Jennifer, espera —lo escuché decir a mis espaldas, pero muy tarde, salí de la oficina sin atender a su llamado. Fui casi corriendo hasta mi oficina, cerrando la puerta detrás y soltando un suspiro. Llevo una mano a mi pecho sintiendo lo fuerte que late mi corazón, quiere salirse de mi pecho. Me voy hasta la silla de mi escritorio y tomo asiento, peino mi cabello con una mano controlando mi agitación, me dejo caer en el espaldar cerrando los ojos. Y cuando lo hago, recuerdo ese beso, tan fogoso, ardiente y apasionado. Donan tiene esa habilidad de confundirme cuando quiere, no sé si lo sabe, pero si se lo propone, puede tener todo el control sobre mí. «Ese beso fue totalmente mi fin». Me doy cuenta ahora cuanto lo amo, y odio que haga tal efecto en mí. No debería, estoy cruzando la línea que yo misma taché. *** Logré calmarme y trabajar hasta mediodía, Francis que siempre se preocupa por mí, me insistió en que saliera a tomar el almuerzo. Le dije que acompañara a un restaurante cercano para no comer en la cafetería donde hay una multitud de oficinistas. —¿Que desean ordenar? —pregunta el mesero con mucha cortesía. —Yo quiero una ensalada francesa, y un vaso de agua, por favor —es lo único que ordeno. Francis me mira en desacuerdo, y ya sé lo que me va a decir. —Mi señora, debe comer un poco más, por su salud —me susurra —no ha comido bien estos días. Hágalo por su bien. —Bien —asiento, aprecio la preocupación de Francis —. Por favor, tráigame un filete en salsa de curry —le pido al mesero. —Enseguida traigo su orden. ¿Y el señor que desea ordenar? —inquiere a Francis. —Ah, no, yo no... —No pensarás dejarme comiendo sola, ¿Verdad? —lo miro —hazme compañía, no quiero comer sola. Así que ordena. No replicó y pidió también una orden para él. Es mi guardaespaldas personal, Donan me lo puso para que me cuidara, y me ha sido de ayuda no solo para que cuide, sino como compañía cuando me siento sola. Ahora por ejemplo. Empiezo a comer cuando traen la orden, y justo en ese momento, veo cuando Donan entra al mismo restaurante acompañado por el vicepresidente, que además es su mejor amigo, Raúl Quintero. Nuestras miradas se encuentran y aparto la vista de inmediato, no quiero encontrarme con él después de lo que pasó en su oficina. ¿Justo tenía que escoger este restaurante?. —¿Pasa algo, mi señora? —me pregunta Francis al notar mi incomodidad. —No es nada, comamos tranquilos —le doy una leve sonrisa, pero desaparece cuando Donan se va acercando a nuestra mesa.ñ con Raúl. —Jennifer, ¿Como estás? —me saluda Raúl con una sonrisa —no pensé que nos encontraríamos en el mismo restaurante. —Lo mismo digo —sonrío incómoda. —¿Podemos unirnos a ustedes? —pregunta, miro a Donan que se queda callado viéndome con un rostro inexpresivo como siempre. —Si así lo desean, pueden hacerlo —contesto con simpleza. —Oh, Francis —Raúl le tiende la mano para saludarlo a lo que él la recibe —¿Haciéndole compañía a nuestra señora?. —La señora quería compañía —responde, a lo que me tenso de inmediato —no pude negarme a su petición. —Ya veo —asiente Raúl llamando al mesero con una seña —el menú de siempre, por favor. ¿Y para ti, Donan?. —Lo mismo —contesta secamente. Reina un silencio sepulcral cuando el mesero se marcha en busca de la orden. Pruebo mi ensalada perdida en mis pensamientos, quisiera terminar rápido e irme, quería evitar ver a Donan a toda costa, e incluso pensaba en irme temprano para cuando llegara a casa, me encontrara durmiendo. —Jennifer —me hablan y alzo la cabeza de golpe —¿Te sientes mal?. Era la voz de Donan. ¿Tanto se me nota lo asfixiada que me siento?. Tal vez estoy ansiosa, no dejo de pensar sobre lo que pasó entre el y yo. —No...solo tengo un poco de mareo —miento. Pero en parte es un poco de verdad en esa pequeña mentira. Los mareos han bajado gracias a los medicamentos. —Termina de comer, te llevaré a casa. —No es necesario. —No seas terca. Si no te sientes bien, solo dilo. «Pero no aquí, y si me siento mal es por tu culpa». —Como quieras. No quería discutir con él aquí, y mucho menos delante de Raúl, que nos mira con una sonrisa traviesa, ni de Francis, que solo se mantiene observando con un aire de confusión. Y fue preciso, apenas terminé de comer, Donan se ofreció para llevarme a casa. Esto no estaba en mis planes, debí decirle otra cosa. —Enserio me siento bien —le digo ya estando en su auto —solo fue un simple mareo. —Me has estado evitando —masculla apretando su mano en el volante —¿Fue por lo que pasó en la oficina? ¿O tal vez por lo que le hice a tu padre?. —No es nada de eso —giro la cara hacia la ventanilla —no le des mucha importancia a cosa como esas. —¿Por qué no?. —Porque tú nunca le das importancia a nuestra relación como tal. ¿Por qué ahora te afecta si te evito?. —Por lo menos intenta llevarte bien conmigo fuera de casa —espeta —¿Es tan difícil?. —¿Ahora resulta que te importa lo que los demás piensen de nosotros? —lo miro con el ceño fruncido —. Te recuerdo que hay más de que hablar sobre nosotros, y mucho más ahora que Morgan trabaja en tu empresa. La esposa y la ex novia compartiendo el mismo espacio, que peculiar ¿No te parece?. —Morgan no tiene nada que ver —asegura —esto es entre nosotros. —No hay un nosotros —replico —recuerda que no lo hay. Y Morgan si tiene mucho que ver, y si querías humillarme llevándola a tu empresa, pues te felicito, porque lo has logrado. No hacen más que murmurar cosas sobre mi. Abro la puerta del auto y salgo cerrándola de un portazo. No quiero seguir discutiendo con él, y mucho menos por Morgan ni por cualquier otro motivo. —Espera, Jennifer —sale del auto y me toma del brazo —. No la traje para humillarte, solo le brindé mi ayuda. —No me sigas dando explicaciones, Donan, no quiero oírlas —me suelto de su agarre —puedes hacer lo que quieras con tu vida, no me importa en lo absoluto. Me fui del estacionamiento sin mirar atrás, me siento frustrada y Donan me pone todo de cabeza, aveces se acerca, me lleva a las nubes, pero luego me muestra la realidad. «¿Por qué te afecta tanto ahora mi distancia?».
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