“La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto.” Johann W. Goethe Entre el deseo y los gemidos, todo estaba perdido, sólo querían sentirse y volverse uno solo. En el momento que pensaban que no había retroceso escucharon a alguien tocar la puerta. Zoe lo encontró bastante extraño, ya que no era usual que tocaran la puerta con tanta insistencia. De inmediato pudo deducir que algo estaba sucediendo, a toda prisa salió a realidad. —Marcos ve al baño y espérame allí, apúrate — expresa Zoé bastante exaltada. Toma la toalla envuelve su cuerpo y se dirige a la puerta. Abre aún agitada— ¿Caterina, que ocurre? —Señorita Zoe, su padre está muy exaltado, no sé que le pasa, se puso así de forma repentina. —En un momento estoy contigo, ahora me termino de vestir y nos encontramos en la