Capítulo 1: Matrimonio infernal

714 Words
—¡Me obligaste a ser tu esposa! Pero, nunca seré tu mujer, puedes tenerme en estas paredes, encerrada de por vida, pero ni mi corazón, ni mi mente serán tuyos, ¡nunca te amaré! Los ojos de Emiliano la miraron con una expresión de dolor incontenible, sus manos se volvieron un puño de rabia, la tomó de los hombros, acercándola a él. —¡¿Quién te has creído que eres?! ¡ahora eres mi esposa! Lo juraste ante Dios, lo firmaste ante la ley, ¡ahora me perteneces! Ella manoteó, intentó alejarse, él volvió a tomar su brazo con fuerza. —¡Soy tu esposa por un contrato! Esto solo es un negocio más en tu vida y en la mía, ¡tú pagabas la deuda de mi padre, lo librabas de la cárcel, y tenías a una esposa para la tonta candidatura de alcalde de tu padre! Eso es todo, soy como un adorno en venta, ahora puedo adornar tu miserable vida, es todo lo que tendrás de mí. Ella intentó alejarse, caminar a la puerta, cuando sintió que su fuerte mano la tomó de la nuca, la devolvió a él, besando sus labios con pasión, la tomó desprevenida, su lengua se abrió pasó por su boca acariciándola, quiso detenerlo, fue imposible, sus manos eran fuertes, Emiliano Beckman era un hombre atractivo, con una energía s****l poderosa que parecía derretir los corazones femeninos, todos, menos el de ella, Lisa vivía enamorada de Paúl Moctezuma, su exnovio. Lisa manoteó con fuerzas, alejándolo. —¡Eres mi esposa, Lisa! Debes cumplir tu obligación ¡soy tu marido ahora! Él la empujó a la cama, se puso encima de ella, Lisa le miró con terror al sentir su cercanía y calor. —¡Aléjate de mí, Emiliano! ¿qué es lo que quieres? ¿quieres tenerme? —exclamó con los ojos llorosos—. ¡Hazlo si quieres! —Lisa sintió que enloqueció, comenzó a romper su vestido de novia, rasgando el escote, dejando a la vista su sostén y sus senos turgentes. —¡Hazlo entonces, puedes tocarme! ¿dices que has pagado por esto? ¡hazlo, pero, te diré que nunca seré tuya, realmente; mi mente, mi corazón, en cada caricia o beso, ¡siempre estaré con él! ¡pensaré en Paúl! Emiliano se alejó, levantó las manos sosteniendo su cabeza, sentía rabia, frustración, un calor que hacía hervir su sangre. —¿Por qué lo haces, Lisa? —la voz débil de Emiliano le dio un escalofrío —¿Qué…? —titubeó nerviosa. —¡Me haces daño! ¿acaso no lo ves? ¡yo te amo! ¡te amé desde la primera vez que te vi en esa fiesta, supe que había encontrado a la mujer de mi vida! Sí, te amo, ¡esa es mi maldita verdad! Hice todo por ti, cuando supe lo de tu padre, te salvé a ti, no por esta boda, no por él, solo por ti, ¡todo lo hice por ti! ¿y que recibí? ¡tu odio, tu desprecio! No creo merecer esto, y suplicas por ese bastardo, ¡qué te engañó con tu mejor amiga, ahora ella está embrazada de él! —¡Cállate! —¿No te gusta la verdad, tonta? Sufres por un miserable cobarde que no te valoró cuando te tuvo, y yo que muero por tenerte, me desprecias, está bien, nunca te tomaría a la fuerza, no me conoces, Lisa, no soy esa clase de hombre, algún día, haré que me ames, y espero que tengas la suerte de que yo aún siga amándote como hoy. Él dio la vuelta, dispuesto a salir. —¡Nunca te amaré, nunca! —gritó ella. Él salió cerrando la puerta, ella cayó de rodillas en el suelo, sollozó, las palabras duras dolían al corazón cuando eran honestas, y Lisa sabía que ese hombre no mintió. Sí, ella fue traicionada por el hombre que juró amarla, su corazón estaba roto, ahora estaba casada con un desconocido, un hombre poderoso que apareció en su vida, obsesionado con su belleza, ella jamás creyó en su amor. «Dicen que el matrimonio es el sueño de cualquier mujer, pero para mí no, para mí este matrimonio es mi jaula, mi infierno en la tierra», pensó
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