Los días que siguieron fueron de una incomodidad extrema. Brenda almorzaba y cenaba con nosotros, pero se notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo para no mirar a los ojos a mi madre, a Tamara o a mí. Priscila y Camila preguntaron por Jessica, aún no tenían del todo claro por qué la chica había decidido, tan repentinamente, marcharse a vivir con la abuela. Tamara simplemente dijo: “Quizás necesitaba un cambio de aire luego de pasar tantas semanas encerrada en esta casa”. Mi mamá era la que estaba muy preocupada, su estado de ánimo había caído por los suelos. Lo único que la animó un poco fue escuchar en las noticias que ya se hablaba de una vacuna rusa que nos ayudaría a combatir el Covid. Quizás este aislamiento está a punto de terminar… y eso en realidad me da miedo. ¿Soy imbécil?