―Vos relajate ―dijo Sabrina, como si hubiera leído mis pensamientos―. A mí no me incomoda para nada ver algo así. No es la primera vez que veo a una persona practicándole sexo oral a la otra. ―Me imagino, aunque esto es como una especie de “charla terapéutica”, no sabría muy bien cómo catalogarlo. No creo que esto sea lo más apropiado en un momento como este ―señalé a Milagros, quien ya estaba llevando mi pija al fondo de su garganta. ―Ese término está bien, charla terapéutica. Me gusta para la ocasión. Y no sería la primera vez que veo algo así durante una charla como esta. ―O sea que… ¿en tu consultorio ya viste a gente chupando pijas? ―Sí, y en más de una ocasión. ―Eso nunca me lo vi venir. Me imagino que no debe ser lo habitual en terapia. ―No lo es. Pero mis métodos no son los