Camila se acostó boca arriba en la cama, apoyando la cabeza sobre la almohada. Abrió las piernas, tomó el aceite y empezó a pasarlo por su concha y su pubis. ―¿Qué esperás? Empezá a filmar. No te olvides que Amelia quiere que tengas un videíto donde yo me esté tocando. Este es para vos. Sonreí con timidez. De verdad me resulta muy chocante ver a Camila con esa actitud. Estaba por preguntarle si le pasaba algo malo, pero me imaginé que mi pregunta solo la confundiría. Quizás resulta ser que mi hermana no es tal cual yo la imaginaba. No sería la primera vez que me pasa algo así. Empecé a grabarla y, tal y como había prometido, Camila comenzó a masturbarse. Lo hizo con soltura, como si yo no estuviera ahí. Sus dedos acariciaron el clítoris y luego se metieron por el agujero. Repitió esta