―Está bien, pero te advierto que puedo ser un poquito muy directa. Si vamos a hablar como hermana mayor y hermano menor, no voy a andar poniéndole algodones a las palabras, para que sean más suaves. No es mi estilo. ¿Está claro? Si vamos a entrar en confianza, lo vamos a hacer bien. ―Entiendo. ―dije, totalmente aterrado. Era la primera vez que hablaba de esta manera con Milagros, y no sabía qué tan “directa” podría llegar a ponerse. ―Perfecto. Entonces te voy a contar cómo fue esa charla con mamá, y por qué se dio. Fue hace unos tres años. Yo estaba acá, en mi pieza, muy tranquila… haciéndome una paja ―me miró con esos impresionantes ojos azules, como si estuviera evaluando mi reacción. Tragué saliva y no dije nada. Noté que mi v***a empezaba a despertarse, como si la sola mención de la