Selene parecía disociarse y, por un lado, ser la hija y madre amorosa frente a sus padres durante la cena y minutos antes, ser una perra en celo necesitada de sexo, de v***a dura y caliente. Y que sólo su hijo podría calmar ese deseo ferviente. Pasaron toda la comida riendo, comiendo las milanesas, la tortilla y bebiendo vino que Selene supo escoger muy bien entre las muy cuidadas botellas que su marido atesoraba en la cava. Eligió un gran enemigo Malbec 2016. Sentía en su boca, en su paladar ese sabor y cerraba los ojos. El vino no era especialmente su pasión, pero sabía disfrutar de las etiquetas que su marido sabía elegir. Selene cruzó miradas con su hijo cuando la abuela le dijo: ¡Como comes Mateito! ¡Que grande que estas! Al momento de despedirse, Mateo y Selene acompañaron a la vi