―No, la verdad es que no me molestó. A ver, la primera vez me sorprendí mucho, y puede que me hayas notado enojada, porque lo estaba. Sin embargo mi enojo se debía a que estabas masturbándote en la pieza de tu hermana… no tenía idea de que ella te había dado permiso. Al final se dio una situación bastante… cómica. ―Ella soltó una risita… es raro verla reír, por lo general anda siempre preocupada por algo―. Aunque no te voy a negar fue un tanto… difícil para mí. No sé cómo explicarlo. ―¿Qué tal si lo explicás de la forma más simple y directa posible? ―Sugirió Milagros, justo antes de dar una nueva lamida a mi glande. Su lengua se estaba poniendo muy juguetona―. Y no tengas miedo si te ponés un poquito… vulgar. Al fin y al cabo tu hijo te pintó la cara con semen… y te dio de tomar la lechit