Antes de que pudiera decirle algo, ella salió de su cuarto. Tuve que mirar al techo para no fijarme demasiado en sus blancas y perfectas nalgas. Por suerte no tuve tiempo para aburrirme, Milagros volvió en pocos segundos… acompañada de mi mamá. ―Bueno, Mila ¿me vas a explicar qué pasa? ―Dijo Selene, que parecía enojada por la interrupción. ―Es sobre Mateo. ¿Te acordás lo que te dije sobre los problemas de los hombres que no se masturban frecuentemente? ―Sí, pero no creo que a Mateo le pase eso. Es un chico saludable y ya me quedó muy claro que puede tener erecciones. No creo que se vaya a quedar impotente. ―No, claro. Ahora no, porque es joven. Pero, ¿dentro de cinco o diez años? No tuve miedo, porque sabía que Milagros estaba mintiendo, tampoco tenía idea de cómo me ayudaría todo es