Pasé unos diez minutos sentado en el sofá del living con Brenda en mi regazo. Nos besamos todo el tiempo y yo me puse muy cariñoso con sus nalgas. Ella solo vestía una remera fucsia sin mangas y una pequeña tanga negra. Y yo, que debajo solo tenía mi bóxer, estaba con una potente erección. Cada movimiento de Brenda me excitaba más, porque su concha se rozaba todo el tiempo con la cabeza de mi v***a. De reojo pude ver a mi abuela observándonos y le susurré a Brenda en el oído: ―Es ahora… vamos. Los dos nos levantamos como si no la hubiéramos visto y nos dirigimos hacia la pieza de Pao. Allí dentro mi hermana nos esperaba completamente desnuda. ―Ay, ya era hora… ―dijo, mientras se acariciaba la concha―. Ya no doy más de la calentura. Brenda y yo nos desnudamos y ella se puso en cuatro p