Me pasé todo el día dentro de mi pieza dándole vueltas a todo lo que había ocurrido. Tenía demasiada información que asimilar. No me molesta saber que mi madre se prostituyó ni que muchos hombres usaron su cuerpo, porque ella también lo disfrutó. Lo que sí me jode es la forma en que la trató mi abuela y cómo insiste en culparla de todos los males de la familia. Estaba pensando cómo hacer para que Fernanda reconociera su parte de la culpa cuando alguien llamó a mi puerta. —¿Quién es? —Pao… ¿puedo pasar? —Em… sí, dale. Me cubrí rápidamente con las sábanas, porque estaba completamente desnudo. Cuando ella entró pude ver que tenía puesta solo una camiseta sin mangas, que le marcaba mucho los pezones, y una sencilla bombacha blanca. “Bueno, al menos no está desnuda”, pensé. —¿Cuánto ti