Me hubiera gustado que el cuarto estuviera en silencio, pero las últimas declaraciones de Fernanda calentaron el ambiente. Ahora solo podía escuchar el bullicio causado por mis cuatro hermanas. Todas hablaban a la vez, protestando y exigiéndole una disculpa. Incluso Tamara se había sumado al bullicio; pero ella pedía calma. Fernanda se defendía de cada comentario con evasivas. Los únicos en silencio éramos mi mamá, Brenda y yo. Observábamos todo el asunto esperando que se calmara por arte de magia. Obviamente esto no iba a ocurrir. Tuvo que ser Selene quien le puso final a esta discusión de la que no se podían sacar ni dos frases en limpio. —Bueno, basta! —Exclamó—. No quiero que se peleen. No les conté esto para que odien a su abuela. Lo único que pretendía era decirle lo que yo pienso