Llegó el viernes y Jessica había invitado a dos de sus compañeras de la estudio, cabe destacar que ellas estudiaban educación física, lo que les brindaba cuerpos tan marcados y definidos. Nos pusimos a tomar mates entre las cinco, yo estaba en el paraíso lésbico. Seguramente mi prima y su novia habían notado la exuberante figura de Daniela, la morocha que nos deleitaba con un amplio escote y seguramente quedaban tan maravilladas como yo al ver a Laura, una gringuita con un culo digno de una película porno. Siempre fui divertida, alegre y sonriente; pero esta vez la sonrisa en mi rostro parecía estar a punto de desencajarme la mandíbula, estaba rodeada por cuatro de las mujeres más bellas que había visto en mi vida. Como era verano, el mate le cedió el lugar a una gaseosa, queríamos refres