Comprendí la táctica de Milagros. A mi mamá le aterra todo lo que tiene que ver con enfermedades, y si mi erección era un símbolo de “buena salud”, entonces ella no lo vería como algo malo. ―A mí no me molesta que se le pare ―dijo Milagros―. Creo que a la única que le jode es a Jessica, que casualmente es a la que más le gusta mover el orto cuando camina, como si quisiera que todo el mundo se lo mirase. Nena, si tanto te gusta que te miren el culo, no entiendo por qué te enojás si a Mateo se le para. ―Es cierto ―dijo Tamara―. Tenes un andar de lo más provocativo. Tu primo no te hizo nada, simplemente tuvo una erección involuntaria. No creo que sea justo llamarlo degenerado. ―Sí, Jessica ―dijo mi mamá, que parecía haberse despertado de un trance―. Vos querías andar en tanga, bueno, agua