Al salir del cuarto de Camila escuché la voz de Milagros que decía: ―Lo mejor que puede hacer es quedarse dentro de esa pieza, escondida como una rata. ―No puedo creer que sea tan cruel ―dijo Brenda, parecía consternada. Llegué al living y me encontré con que también estaban Pao y Priscila, al parecer debatían por la situación de Jessica. ―Tengo ganas de arrancarle los pelos a tirones ―dijo Pao. ―No tiene sentido ―le dije―. Mamá ya está mejor. ―¿Acaso no vamos a hacer nada? ―Preguntó Priscila. ―No dije eso. Solo digo que no tiene sentido recurrir a la violencia. Con eso solo lograríamos que Jessica se posicione aún más como la víctima. Hay que ser más inteligentes que ella. ―Mateo tiene razón ―aseguró Milagros―. Esa yegua se metió con mi mamá. Y creo que ya sé lo que podemos hacer.