Mi mamá parecía ausente. Se mantuvo lamiendo la concha de su hija y en ningún momento levantó la cabeza, como si no hubiera escuchado ni una palabra de lo que yo dije… y quizás fuera lo mejor. Camila tenía razón, no era un buen momento para hablar de ese tema. ―Lo importante es que ya esté tranquila―dije. ―Y vos la vas a ayudar a sentirse todavía mejor ―aseguró Camila―. Sacate la ropa. ―Hice lo que me pidió sin dudarlo―. Ahora vení… vamos a poner eso duro ―me hizo señas con su mano. Me acerqué a ella, tuve que poner una rodilla sobre el colchón y ella debió inclinarse hacia mí. Con su mano derecha agarró mi v***a y se la metió en la boca sin meditarlo. Con la mano izquierda apretó la cabeza de mi mamá, como pidiéndole que le chupe la concha con más ganas… y Selene lo hizo. Puso más énfa